¿quién es él Culpable?

Capitulo 19

Capítulo 19




 

—No entiendo nada… —lo digo en voz alta par que Lilian me escuche.

Mi amiga, al recuperar la conciencia, se quedó mirando por eternos segundos larguísimos a Octavio, luego se zafó del agarre de él con una fuerza y rechazo muy notorio. Lo que hizo que el pobre hombre se pusiera de pie con la mirada nublada, y alejándose cinco pasos de ella.

Me encontraba en medio del camerino  de mi amiga, caminando de un lado a otro, armando cabos.

—¿Qué paso hace un rato?

La mirada cristalina de  Lilian hace que deje aún lado mis dudas, voy hacia ella y la abrazo.

—Estoy deduciendo, hay algo raro entre Octavio y tú.

La respuesta de ella fue un gruñido y apoyar su cabeza en mi pecho —No hay nada en este mundo que no entienda, si hay cosas que no sé, que no me has dicho, sé que es porque no estabas lista aun.

Ahora me contesta con un profundo suspiro, le acaricio lentamente su cabeza hasta que por fin unas palabras salen de su boca.

—El doctor me pone de nervios, siento su presencia antes de verlo, hasta lo siento desde antes que llegue. Cuando estuve en medio del estudio lo vi, y se me fue el mundo, me empecé a agitar, a sudar las manos.

—¿Estás enamorada de Octavio? —es lo único que soy capaz de decir en voz alta. 

—No — su respuesta es inmediata y brusca — Solo que no  me gusta sentirme débil, nerviosa y desamparada con nadie, y él es la única persona que me hace sentir así — alza su cabeza y veo la agonía en sus ojos — Me siento como aquella noche.

Ahora soy yo la que cierra los ojos, quisiera borrar de ella todo mal recuerdo.

 —Octavio te recuerda aquel hombre.

—Si… No… — su tono es angustiante — no recuerdo a ese hombre, es que Octavio me hace sentir débil y me asusta.

No puedo decir una palabra más, me dedico a consolar, borrando en mi mente el día hace cinco años, la desolación hecha persona, la desolación que se traducía a una persona, la desolación era Lilian,  a los diecisiete años se debe cautivar otro tipo de recuerdos.

Un suave toque en la puerta me alerta, Derek asoma su cabeza con sumo cuidado, le hago un gesto vago para que entre.

—He traído esto — en sus manos tenía una taza — es excelente para tranquilizar —la actitud de Derek es de una paz, cada paso queda hacia nosotras, está lleno de precisión, es la primera vez que lo veía tomándose algo totalmente en serio.

—Un suave sorbo te ayudará - se sienta al otro lado de Lilian — solo un poco — su voz suave fue mermando la angustia de ella.

No puedo negar que estaba sorprendida, mientras mi amiga se tomaba el contenido de la taza, la mirada de Derek se cruza con la mía, en ese instante mi alma quedó prendada. No conocía esta parte de él, tan entregada a alguien más. 

—Gracias… — la suave voz de Lilian nos habla — a los dos.

—De nada —los hoyuelos de Derek hacen presencia nuevamente, y por poco suelto un suspiro de añoranza —Lilian, mi hermano se ha ido — eso último lo dice muy suavemente.

Abro los ojos como platos, él sabe algo que yo no, que ni siquiera la misma Lilian sabe por qué al igual que yo lo mira sorprendido.

—Tenía unos asuntos — se apresura a decir, al notar nuestro asombro —las esperan allá afuera.

Decido no hacer más comentarios, pero el padre de mis bebés va a pasar por un arduo interrogatorio.


 

_____________________

Mi cabeza en nada explotaba y mi paciencia está a punto de escaparse de mí. Después del incidente con Lilian, todos aquí reanudaron las actividades. Es como si nadie se diera cuenta de que en quince minutos el reloj iba a marcar las cuatro de la mañana.

—Déjame llevarte a casa — le suplico por vigésima vez en los últimos diez minutos.

—Estoy perfecta —Nina, al igual que los demás, no ha parado.

Volteo los ojos con irritación, estoy harto de escucharla decir lo mismo — Ojalá también te vieras perfecta.

—Te han dicho que eres insoportable.

—Sí, tú, llevas horas diciéndomelo.

—Es que lo eres.

No le contesto y la dejó echada en el sofá,  hago un escaneo rápido con mis ojos hasta encontrarlo, casi corro hacia él, este trabajo es agotador.

—¡Christian! Me llevo a Nina — le informo, ya que no estoy preguntando.

—No hemos acabado…

—No la necesitas… — mando todo al carajo — me vale si terminaste o no, falta poco para que amanezca, me largo con ella. 

—Aquí mando yo — ríe - llévatela… puede llegar en la tarde.

Le saco el dedo medio —¡Esclavista!

 

Me acerco nuevamente a ella, la veo que está con los ojos cerrados —Terca.

—Es mi trabajo y debo ser responsable.

—Lo que digas… vámonos.



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En el texto hay: humor, romance, amor

Editado: 14.11.2022

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