Capítulo 24
—¿Lo puedo noquear? Solo tienes que pedirlo - tira un puño al aire — sabes que soy muy capaz.
—Eres capaz de todo Lili, pero aunque se lo merezca por idiota no estoy segura de querer verlo con un ojo morado, no lo combinaría con esos “ojotes” verdes que se gasta — me estaba terminando de arreglar para la cena — además me gusta mucho que sonría y si lo golpeas ya no lo hará.
—Estás muy amorosa con él — se queja — aunque tampoco sería bueno dar un espectáculo de esos en la casa de tu madre, ahí si nos interroga y no saca las tripas, y la verdad no estoy preparada para hablar de Octavio en voz alta, Nina, estás segura, segura, segurísima que si va a venir.
—Estoy segurísima — le doy la última capa de rimel a mis pestañas.
—¿Qué voy a hacer? — veo a través del espejo como su mente empieza a trabajar — lo ignoraré, haré como que apenas lo conozco, eso haré.
—Parece un plan lógico muy complicado de ejecutar, dudo que él te ignore, mírate en el espejo, pareces sacada de una revista, se le van a chorrear en babas.
—He venido directo de las fotos — ella había tenido una sesión de fotos en locación, por ende estaba en su total papel de modelo, vestido, tacones, extensiones y un maquillaje espectacular — lo que importa es que yo controle las ganas de desmayarme, él podrá hacer lo que quiera ¿lista?
No, pero ni modos, no lo había visto desde ayer en la noche, después que lo besara, nunca había sentido tantos sentimientos juntos, nervios, ganas, angustia, incertidumbre, pasión, fueron demasiadas sensaciones al mismo tiempo.
Después de reconocer los labios de Derek, dure unos segundos con los ojos cerrados y acto siguiente le suplique que me trajera a casa. Él no había llamado en todo el día, no sé si se arrepintió o decidió darme espacio, lo cual no sé que es peor.
—Llegaron — anunció mi madre cuando estábamos bajando las escaleras, ella fue directa a la puerta para recibirlos.
Estaba aburrida de que me quitara el aire, antes de él podía respirar normal, nada, absolutamente nada me afectaba, pero con él en mi vida el aire se esfumaba. Le agarré la mano a mi amiga y terminamos de bajar las escaleras.
—Buenas noches, señora — su voz — mi hermano Octavio.
—Mucho gusto… Myriam.
—Un gusto volver a verla, señora —aparto la mirada cuando mi madre hace un gesto de desagrado, no entiendo qué le pasa.
Después de las presentaciones se dirigen hacia nosotras — Un placer tenerlos en mi casa, disculpen a mi hijo, no ha llegado aún.
—No hay problema.
Y ahí están frente a mí, tan guapos como siempre, qué dolor.
—Señoritas… — Octavio haciendo muestra de su galantería es el primero en acercarse y saludarnos a cada una con beso en la mano, cabe recalcar que su boca estuvo cinco segundos más en la mano de Lilian —¿Y mis muchachos? — ríe y toca mi barriga.
—Muy bien…
Es el turno de Derek, su cara está adornada con una de sus tantas sonrisas encantadoras, primero va con Lilian, me sorprende que la abraza y deja un beso en su cachete, luego hace lo mismo conmigo.
—Te extrañé… — dice en un rápido susurro antes de alejarse de mí.
—¿A qué hora llega mi hermano? — le preguntó a mi madre, llevamos cinco minutos sentados en la pequeña Sala de mi madre y nadie decía nada.
—Supongo qué no tardará… — su mirada crítica empieza a escanear a cada una de nosotros — Me disculparán, pero hay algo que no me cuadra.
Se me seca la garganta — ¿Qué quieres decir madre?
Hace un intento de sonrisa el cual falla —Cuando me enteré de que estabas embarazada no llegabas a los dos meses.
—Exacto.
—Fui a acompañarte a una consulta, no entiendo por qué me enteré hace unos días que tu doctor es hermano del padre de tus hijos.
De verdad había creído que mi madre no le iba a prestar atención a los detalles.
—Lo que pasa mami es que… — no sé cómo justificar ese hecho —es que… que.
—Yo no le presenté a mi hermano cuando tuvimos nuestra corta relación — intervine Derek — por esa razón no lo supo hasta que nos reencontramos y los presente.
Sus ojos siguen con incertidumbre —Pero los apellidos, el parecido físico, míralos —los señales — se parecen, demasiado y la clínica ¿no hiciste conjeturas Nina?
Un nudo en la garganta no me deja hablar fluido — Mamá… es… que no pensé — no sabría qué decirle, sus preguntas son sumamente lógicas.
—Creo que es mejor que pasemos a cenar — interviene Lilian — se hace tarde.
Por milagro de Dios mi madre le hace caso, nos acomodamos todo en el comedor, antes de poder empezar mi hermano hace su aparición.
—Perdón por llegar tarde madre —al menos hay otra persona en este lugar tan asfixiante —Hola mi niño — saluda a Lilian y le da un beso en la frente.