¿quién es él Culpable?

Capitulo 25

Capítulo 25




 

—Podría irme a un hotel mientras consigo un lugar.

No quería decir aquellas palabras, sin embargo, mi cabeza me decía que era lo correcto, que mi madre haya decidido abruptamente sacarme de su casa no significa que Derek se encargue de mí, aunque sea lo que yo quiera, su protección.

—No tengo más opciones.

Me muevo entre los brazos de Derek buscando sus ojos.

—Voy a fingir que no he escuchado lo que acabas de decir Nina — su voz es dura y sus ojos no me buscan.

—¿Por qué? Estoy siendo razonable — en respuesta hace un bufido, puedo sentir cómo sus brazos se tensan y su respiración se vuelve pesada — no tengo dónde ir, debo solucionar.

 

Sus brazos me aprietan más fuerte —Deja de hablar ¿Quieres?

Por instinto le hago caso, sé que él se ha encariñado con la idea de los bebés y con toda el alma anhelo que me incluya, pero  no quiero que actúe por presión  ni que sea una obligación, sus hijos lo son pero yo no.  

El dolor por lo sucedido con mi madre está caliente en mi pecho,  no entiendo nada, ¿en qué momento cambió de opinión? ¿Cuándo se llenó de rencor? ¿Por qué era tan dura con sus palabras y acciones? Definitivamente, no era la mujer que me había criado con tanto amor y dedicación, estoy confundida.

Me duele alma, pero no puedo dejar que esto pueda más que yo, no estoy sola, mi mano acariciaba mi panza, sé que mi fuerza está allí, otra mano se pone encima de la mía.

—No hables por favor — me dice en voz baja, mi corazón se acaba dar cuenta que mi fuerza también está en él.

Concentro mi atención en las dos personas que van de piloto y copiloto, ambos van tiesos como tablas  y sin decir nada, ni siquiera se miran, pero ambos tienen las manos agarradas y apoyadas en el muslo de Lilian,  Octavio tiene la mirada fija en la carretera y ella tiene los ojos cerrados, a  pesar que ninguno intenta demostrara nada, puedo percibir que algo muy profundo hay entre ellos.

Me muevo un poco hasta tener mis labios pegados al oído de Derek — ¿Sabes qué pasa ahí?

—Muchas cosas — es su respuesta, decido que no es el momento para seguir este tema.

Cuando los cuatro estábamos entrando a la casa, el padre de  mis hijos me llevaba firmemente sujetada de la cintura como si  temiera que me le escapara.

—¿Cómo estás? — me pregunta mi amiga al llegar a la sala.

—Cansada… quiero dormir y olvidar esta noche.

—Todos queremos eso — Octavio intervine.

—Yo… Quiero pedir una disculpa por  el  comportamiento de mi madre, jamás la  había visto así.

La mirada paternal de Octavio es tan reconfortante.

—No pasa nada… es una madre, supongo que así  actúan cuando se enojan y no entienden los actos realizados por los hijos, ya se le va a pasar, no creo que ninguna abuela se niegue a sus nietos  — trato de sonreír —Nina no pienses que acabas de salir de tu casa, tómalo como la llegada a un nuevo hogar, porque esta es tu casa, métetelo en la cabeza, así como lo es para mis sobrinos, nada de hoteles — no deja que replique — ni lugares que buscar a dónde ir, aquí está tu lugar, no te permito preocuparte por nada.

Cada palabra la decía con seguridad y un cariño que me tranquilizaba, lo amaba, era el mejor tío que pude haber dado a mis bebés, Octavio se hace amar por todos lados.

—¡Gracias! ¿Alguna vez te he dicho lo espectacular que eres Octavio?

—No — responde riendo — pero podría escucharlo y más si me hermano lo escucha.

—Creo que todo el encanto se fue contigo, literalmente a Derek  le tocó muy poco — y por primera vez en esa noche estaba riendo de  verdad — Sabes algo, la primera vez que te vi me pareciste guapísimo y me robaste suspiros muchas veces — Derek gruñe al lado  mío —. En mis pensamientos siempre ha sido el Doctor Bombón, has sido mi amor platónico.

Y ahora entiendo por qué me parecía tan conocido y guapo porque me recordaba a Derek.

 

—Han pasado años desde el último piropo, gracias, Nina.

—De nada… —me  vuelvo a Derek — ya que no me van a dejar salir, necesito recostarme ¿Dónde voy a dormir? 

—Ya sabes dónde… — su respuesta es seca, supongo que es en su habitación, la verdad sea dicha, no quería otra habitación. 

—Me siento como la mierda… — mis ojos una vez más estaban mojados recordando a mi madre. ¡Dios! No espere eso de ella.

—Vamos a hacer algo, ve a la habitación, buscas algo cómodo, échate un poco de agua, y por favor trata de estar calmada por los bebés ¿Si? — como no soy capaz de hablar le hago un gesto afirmativo — Lilian ayúdala por favor, en unos minutos estoy contigo — deja un ligero beso sobre mis labios y sale con Octavio de la sala.

De verdad estaba cansada emocionalmente, sabiendo que mi amiga me sigue hago el camino hacia la habitación de Derek; Lilian no pregunta por qué tenía tanta familiaridad con las cosas Derek, sin decir una palabra, me encierro en el baño, respiro profundo deteniendo mis lágrimas, me lavo la cara, voy al vestidor cambio mi ropa por unos pantalones largos de dormir y un suéter, puedo controlarme, salgo del baño y voy directo a la cama, me acurruco ahí tratando de buscar alivio. 



#2488 en Novela romántica
#790 en Chick lit

En el texto hay: humor, romance, amor

Editado: 14.11.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.