¿quién es él Culpable?

Capitulo 27

Capítulo 27




 

—¿Una cita? —un sentimiento de inexplicable felicidad me llena el corazón — ¿No es algo raro?

Aunque no le esté viendo, sé que tiene una sonrisa en su rostro.

—¿Por qué va a ser raro? — hay muchas razones para que sea raro, pero decido no decirle — Vamos a cenar a un lugar lindo, con música ligera de fondo y charlamos, no hemos sido convencionales, primero la gente se conocen, tienen citas, pasa el tiempo, años tal vez y después vienen  los niños; aquí todo ha sido al revés — las hormonas son tan horribles, me han dado ganas de llorar — quiero darte todo eso Nina, momentos que guardes, momentos  que atesores y se lo puedas contar algún día  a los niños. 

Un ruidoso soplo sale  de mi nariz cuando termina de hablar.

—¿Cómo puede un idiota decir este tipo de cosas?

 

Él ríe —Soy  un idiota, claro que si, pero nunca he dicho que no puedo ser galante con la mujer que me gusta.

—Tonto…

—Damisela — ahora soy la que ríe, el ápodo que ha decidido para mí tenía que ser tan estúpido como él —Nina… Necesito una respuesta, tengo que trabajar.

—Sabes que es un sí…

—Escucharlo de ti me acelera el corazón… — dicho esto me cuelga — me quedo mirando cómo una tonta el celular y otra vez estoy llorando.

—¡Ya no más! — la ruidosa voz de mi jefe me saca de mi mundo — Te vas a secar Nina, no puedes llorar por todo, te paso que llores por un poema, o por una taza de café, la cual debes de entender que no puedes tomarte —tuerzo los ojos — pero llorar mirando un celular, al menos que te haya llamado Derek y diga alguna idiotez  —se queda en silencio —¿hizo eso? —niego con mi cabeza - entonces fuera lágrimas — suspira pesadamente – tenemos problemas —lo miró con atención —.Es Lilian.

 

Me pongo de pie inmediatamente, no sé cómo pude hacerlo con todo el peso extra que cargo.

 —¿Qué le pasó? ¿Dónde está? ¡Dime!

—¡Soo Yegua! —lo miro impaciente —llegó unos minutos después que salieras, se encerró en maquillaje y no  ha vuelto a salir — mi cabeza empieza a trabajar rápido, algo pasa y Octavio es la única  persona que puede estar involucrada —. No sé si tenga algo que ver, pero ayer duró un buen rato con Octavio en su camerino y después la sacó de ahí cargada como un bebé.

—Ese era el afán, por eso quería quedarse con Derek a solas, iban a hablar de Lilian.

—¿Afán? ¿Hablar de Lilian? ¿Qué pasa exactamente entre ellos?

No le respondo, salgo volada a buscarla, aunque la  barriga no deja que mis pasos sean largos y rápidos, lo intentó hasta quedarme sin aire, ella me necesita.

—¿Lili? — toco la puerta — Soy yo, ábreme mi Lili, estoy aquí.

No tengo respuesta,  vuelvo  a tocar —Hermana, estoy aquí contigo, ábreme por favor - me empiezo a angustiar —¿Lilian?

Miro de un lado a otro buscando ayuda y como una luz veo a Christian corriendo hacia mí.

—¡No abre!  —digo desesperada —no se escucha nada.

—Calma, no llores… — alza sus manos — tengo las llaves.

—¿Por qué no empezaste por ahí? ¡Abre rápido!

Y así lo hace, prácticamente lo empujó para entrar de primera —Mi niña…  —la llamo entrando bruscamente al cuarto de maquillaje.

Está acostada en un sillón con  los ojos abiertos y rojos, su cara está pálida y llenas de lágrimas secas.

—¿Estás bien?

Voy hacia ella y tomo su cara entre  mis manos, y un alivio me invade a sentir su piel caliente.

—¡Maldición! Tiene fiebre, hay que sacarla de aquí.

—Estoy bien… —dice débilmente.

—Mi Lili… — la abrazo —vamos a salir de aquí.

—Estoy bien… — repite — solo estoy triste—la turbulencia se apodera de ella —ayer… Ayer Octavio y yo… Y entonces…

—Tranquila Nena… —dice Christian y la levanta en brazo —vamos a la clínica.

—Solamente tenía miedo… No lo supe explicar y se fue, me  dejó, se fue y me dejo sola — el dolor en sus palabras me corta la respiración —yo… lo  necesito.

Estoy llorando con ella, mi alma conoce la de Lilian tanto que todo lo que le afecta me afecta a mí por igual.

—Respira Lilian, por favor —pongo una manta encima de ella.

—Ya… tranquila… —dice Christian mientras avanzamos por los pasillos.

En el transcurso hacia la clínica la abrazo fuerte, y trato que esté bien… — apúrate — mis propias lágrimas no me dejan hablar —¡rápido!

—¡Maldición Nina! Estoy nervioso — golpea el volante — vamos a entrar por la puerta de atrás, ahí nos están esperando.

Como él lo anunció entramos, por una parte, que no conocía, la puerta del auto se abre rápidamente y un desconocido Octavio está frente de nosotras.

—¡Lilian! —el hombre calmado, razonable  y amable que he conocido durante todos estos meses no está por ningún lado — ¡Dios santo!



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En el texto hay: humor, romance, amor

Editado: 14.11.2022

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