Capítulo 32
—Tengo ganas de llorar —me parece increíble verla aquí —Gracias por estar aquí madre ¿Cómo es que estás aquí?
—Me trajo Derek.
—Ahí está el pintado.
—¡Oh vamos! No llores — mi madre es una descarada a pedirme eso al notar sus ojos llorosos - Déjame verte — suelta mis manos y se aleja un poco de mí — estás a nada cariño.
—Lo sé… Me he sentido fatal — me quejo — me duele todo el cuerpo, tengo mis pies hinchados, no he podido dormir y esta cama se ha convertido en mi otra mitad, no soy capaz de salir de ella, al menos que sea para ir al baño.
—¡Ay cariño! Ya pasará —me dice —no prometo que vas a volver a dormir por lo menos en un año más, pero si te prometo que los dolores se van y no va a haber pies hinchados — la sensibilidad que me acompañaba desde hace tiempo se apodera de mí — sin llorar… —me abraza.
—Te extrañé mami — le digo, apoyo mi cabeza en su pecho por un rato, hasta que el dolor de mi espalda se pronuncia nuevamente — tengo que volver a mi cama mamá.
Con una radiante sonrisa me ayuda a ir nuevamente a la cama — Fue un gran detalle que nos dejaran solas — comenta refiriéndose a la huida de Octavio, Lilian y Derek al momento que me percate que mi madre estaba ahí con nosotros.
—Tú maridas es un buen hombre — calla por unos segundos — porque es tu marido ¿Verdad?
—Él dice que sí — me encojo de hombros — cada media hora dice que soy su mujer, hasta me dio un anillo —le muestro mi mano —su segundo acto fue comprar una mini van y después o al mismo tiempo esta casa, no lo tengo claro, él es hermosamente impredecible — le explico — pero yo realmente prefiero llamarlo novio, mi novio.
—¿Novio?
—Nunca fuimos novios, así que lo será por un largo rato — bromeo — pero sí madre, él es una gran hombre, con miedos, dudas y errores como todos nosotros — se me viene a mi mente su sonrisa acompañada de su hoyuelo — pero los enfrentas y va para adelante aunque se esté muriendo del miedo o pueda hacer alguna estupidez.
—Escucharte hablar así es reconfortante — toma mis manos — escucha hija… Perdóname por cómo te saqué de la casa; sin embargo, tenía que hacerlo, Derek y tú estaban bailando en una hilo muy delgado y alguien tenía que romperlo — desde hace varias semanas había dejado lo sucedido con mi madre aun lado, comprendí que era mi madre y la amaba —. Me atormentaba la idea que estaba empujando tal vez a una vida que no querías o que yo estaba loca y en realidad no querías al padre de tus hijos, mi casa es tu casa, allí siempre tendrás tu puesto, tu lugar ¿Me perdonas?
—No, porque no tengo que hacerlo, de alguna manera sabía que lo hacías por algo mamá.
—Gracias, Nina… — comienza a mirar la habitación — está muy linda — había elegido colores claros y pasteles — y la casa también.
—Si aunque no tiene casi nada, no estoy en condiciones de adecuar absolutamente nada, con que mi habitación, la de los bebés y la cocina estuviera lista, decidí que estaríamos bien…
—Tienes razón, necesitas tranquilidad y personas extrañas saliendo y entrando de tu casa no es lo más apropiado.
—¿Te quedas a cenar? — cambio de tema — le pedí a Derek lasaña para cenar.
—Eres el mejor — sabía que tenía que tener cuidado con esas palabras, pero por hoy Derek se las merecía — fue maravilloso el que viniera acá a nuestra casa, que habláramos y todo esté solucionado.
Hoy por fin sentía que todo estaba en su lugar, tal vez esta noche tampoco dormiría, saber que cuento con mi madre me llena de paz.
Como cada noche, Derek está acostado al lado mío a la altura de mi barriga y abrazándose a ella. A este punto puede que esté impregnada de Derek, puedo ver su sonrisa en medio de la oscuridad, aproximadamente hace diez minutos decidimos apagar las luces de la habitación e intentar dormir y para variar no lo habíamos conseguido.
—Es un hecho que soy el mejor — volteo los ojos — mereces que todo esté tranquilo con tu madre, al final nadie es culpable, nada al cien — comenta despreocupado — además debemos tener una buena relación con la abuela, la vamos a necesitar cuando este par nazca y yo te quiera robar y llevarte por ahí lejos del caos, ella los va a cuidar.
—Eres un idiota — le jalo suavemente sus cabellos con mis manos —pero en esto tienes razón.
Los momentos con él siempre son divertidos, hoy lamentablemente me aguanto las ganas de reír, ya que hasta eso me causa dolor, después que mi madre se fue un suave y fastidioso dolor se me instaló en la parte baja de mi barriga.
—Duerme un poco amor… — le digo — necesito que tú estés descansado.
Si él duerme aunque sea un par de horas, sería espectacular para ambos. Él es mi apoyo y lo necesito entero, paso mis manos lentamente por su cabeza, parce tonto, pero me tranquiliza escuchar su respiración.
Con el pasar de los minutos y horas el dolor se va intensificando, mientras que velo el sueño de Derek me concentro en respirar como me lo enseño Octavio, él me dijo muchas veces que la respiración era casi mágica, la verdad es que no, en estos momentos tengo ganas de gritar.