¿quién es Emma?

Capítulo 2. La firma de autógrafos

"Abro mi ojo izquierdo. Un dolor punzante se extiende desde mis muñecas hasta mi columna. Las cadenas que jalan mis muñecas y me dejan en suspenso me devuelven a la realidad, recordando que he sido secuestrada y que me arrancaron un ojo"

—Señora Emma.

—Aagh ¿Qué?

Travis sostiene con elegancia el primer borrador de mi nuevo libro. Me observa con su cara de póker. Yo lo miro intensamente desde mi escritorio, apoyando mi rostro sobre mis dedos entrelazadaos, ansiosa por saber qué opina de él.

—Sus obras ya de por si son excepcionales. Pero no puede comenzar su nueva novela con la misma escena de "Un recuerdo de ayer".

—No son la misma escena. En "Un recuerdo de ayer" la persona que sufre de tortura es un hombre y además no tiene cadenas que lo cuelgan lastimándole las muñecas, sino está atado a una silla eléctrica.

—Señora Emma, ¿Cuántas veces debemos tener esta misma conversación cada vez que inicia un nuevo proyecto?

—No la tendríamos si tú me dejaras iniciar un libro con sangre —frunzo el ceño.

Mierda, le reprocharía que no tiene la razón, pero lastimosamente le pago para esto.

Él se frota los ojos y deja las hojas sobre la mesa, mira su reloj de mano y dice: —Salgamos el día de hoy a almorzar. Es sábado y salir a tomar aire le avivara la inspiración.

Él tiene razón, ha pasado una semana desde que llegue a esta casa y no he salido de mi oficina.

» Tengo una Bendita cama de matrimonio y decido dormir en el sofá de mí oficina.

—Déjame bañarme y salimos.

El asiente y se sale sin más que decir. Suspiro y levanto las hojas que me costaron escribir una semana. Camino hacia el patio y las coloco sobre un asador y les prendo fuego.

» Así es más seguro —pienso recordando el pasado.

Entro al inmenso baño y abro la llave de la ducha. Siempre sale tibia asi que no me toca regular la temperatura con la mano. Miro deseosa la tina, un buen baño de espuma y una bomba de jabón me inspirarían de verdad. Casi como la vez que Sali desnuda del baño y Travis estaba en la oficina leyendo mis últimos capítulos de mi segunda entrega de "Ojos color sol", tenía el final perfecto asi no me importo que el estuviera. Grité "Tapate los ojos" tan fuerte como pude y entre chocando fuerte la puerta, recibí un regaño y un final perfecto.

Me coloco un enterizo de bota recta negro y unos zapatos de plataforma negros con líneas blancas, me recojo el cabello en un bollo y me aplico labial de un rojo intenso. Me observo en el espejo y sonrió

» Soy hermosa maldición.

Mi cabello color azabache es lo que más resalta de mí y lo único que ahora me une a mi madre, aparte del revolver, claro. Muevo mi rostro de perfil y toco la cicatriz en mi cuello que se esconde sutilmente por el enterizo.

» ¿Qué seria sin ti? Tal vez estaría muerta.

Salgo a la sala y llamo a Travis que está en el patio tapando el asador con las cenizas del manuscrito rechazado.

—Recuerde taparlo siempre. No queremos que las cenizas vuelen hacia los vecinos.

—¡Vecinos! Cierto, yo no he entregado la bandeja ni la jarra que me dieron.

—Vaya sorpresa, ¿está hablando con los vecinos?

Camino hacia la cocina y noto como sonríe sutilmente Travis.

—No te hagas ideas, detesto la interacción humana, animal, insecticida o como le quieras llamar a todos esos seres repulsivos.

Agarro la jarra, la bandeja y camino a la salida.

—Mejor vamos, tengo que devolver esto.

Salgo de la casa y camino hacia adelante. Me alegra que la casa quede al frente, sino jamás iría a devolver esto.

Toco el timbre y abre la puerta una niña con ojos extremadamente azules y piel blanca.

» Parece una muñeca de porcelana.

—¿Sí? —pregunta ella asomándose por la puerta.

—¿Tus padres son de Estonia? —pregunto sin pensarlo dos veces.

—¿Disculpe? ¿Qué es estonia? Y ¿Usted quién es?

Escucho unos pasos acercándose y le entrego rápido la bandeja a la niña.

—Investiga en internet. —contesto mientras me alejo rápidamente y entro al carro —¡Dile a tu familia que con mucho gusto me pueden volver a enviar pastel, pero que sea de queso! —Travis arranca el carro y nuevamente grito, viendo que alguien sale de la casa—¡Gracias!

—Señora Emma, el día de hoy iremos a la playa, comeremos mariscos y luego la llevare a la firma de libros anónima que está programada para las 6 de la tarde.

—¿No tuve una firma de libros hace ya unos meses?

No puede ser, cien libros, son cien malditos libros que tengo que firmar. Me dejo tumbar sobre el asiento y suspiro largamente dejando presentar mi agonía.

—Recuerde que gracias a sus lectores usted es rica —asevera "rica".

Es cierto que si no compraran mis libros no viviría cómodamente, pero todo el crédito me lo gano yo por mi increíble imaginación y lirica. Lo ignoro y recuesto mi cabeza sobre la ventana, observo las hermosas casas y sonrío, pensando en una vida pasada, casi como un recuerdo borroso, pero uno que ni al pasar de los años se olvida. Cierro los ojos intentando imaginarme una vida en la que no haya existido mi madre.




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