¿quién es mi madre?

Capítulo 1

En una de las casas de la importante ciudad de Puerto Mérida, los gemelos Martínez intentaban no escuchar los gritos de sus padres, que discutían acaloradamente en su alcoba. En los últimos dos meses se había vuelto rutina que peleran casi todas las noches, para que luego el padre saliera furioso a dormir al sofá de la sala. Los chicos de 13 años se tapaban sus cabezas con las almohadas, escondidos dentro de las sábanas, y aun así seguían oyendo la discusión.

En esta ocasión las cosas fueron diferentes, los gritos salieron fuera de la habitación de la pareja, y siguieron hasta la puerta de entrada, donde los gemelos escucharon el portazo que dio su padre al salir de la casa. Los chicos saltaron de sus camas y fueron a la entrada de la casa, y encontraron a su madre sentada en el suelo llorando. El mayor de los gemelos se acercó primero.

—¿Adónde fue papá? –preguntó Julián.

—Se fue para siempre –dijo entre sollozos.

El chico de pelo negro y tez morena no supo qué hacer con esa noticia, no sabía si debía salir corriendo a buscar a su padre, o si debía cuidar a su madre. El hermano de pelo castaño y tez blanca, con sus ojos llenos de lágrimas veía a su hermano tratando de consolar a su madre. Julián lo miró fijamente.

—Ve a buscar a papá Esteban, ¡corre!

El chico se limpió los ojos con el brazo y salió de la casa a buscar a su padre, y lo vio alejándose en su automóvil. Regresó cabizbajo a la casa, y al ver a su hermano negó con la cabeza. Teresita se levantó del suelo, le dio un beso a sus hijos, y les pidió que fueran a dormir a su habitación, pues debían levantarse temprano para ir a la secundaria. Los chicos llegaron a su habitación y se metieron bajo las sábanas.

—¿Crees que papá regrese? –preguntó Esteban.

—No lo sé, creo que no, tienen mucho tiempo peleando, y tú y yo sabíamos que esto iba a pasar.

—Sí, pero es difícil sentir que se volvió una realidad.

—Lo sé –dijo Julián, mientras una lágrima salía de sus ojos.

La mañana siguiente estuvo sumergido en la tristeza, a pesar que Teresita les preparó el desayuno con la mejor sonrisa que su roto corazón le permitió. Ella se levantó con los ojos hinchados y unas grandes ojeras, y Esteban la abrazó lo más fuerte que pudo al verla. Julián tenía una mezcla de rabia y tristeza, mientras Esteban trataba de verse lo más alegre posible para alegrar un poco a su madre. Le dieron un beso y salieron hacia la parada del autobús escolar.

—No entiendo porque te ves tan alegre –dijo Julián molesto.

—¿Crees que no me duele que papá se haya ido?

—Parece que no, no te sacas esa estúpida sonrisa de tu cara.

—Lo hago por mamá, no quiero que la llamen del colegio para hablar de nosotros, así que trata de quitarte la cara de perro buldog que tienes.

—Yo no soy un inmaduro como tú.

—¿Por qué nací unos minutos después de ti? Eso no tiene sentido, tú eres el inmaduro que no te importa para nada mamá.

—¿Qué dijiste? –dijo Julián, amenazándolo con golpearlo.

—Lo que oíste, estás más preocupado por ti que por nadie, tú eres el gemelo idiota.

El autobús llegó cuando los hermanos estaban en el suelo peleando, y el chófer tuvo que bajar para separarlos con uno de los dueños de las casa cercanas a la parada. Justo lo que no quería Esteban que ocurriera, sucedió, la actitud de los hermanos se hizo insostenible en la secundaria, y tuvieron que llamar al padre de los chicos.

 



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En el texto hay: familia, gemelos, adn

Editado: 31.01.2019

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