Los siete días se hicieron interminables para Esteban, y su hermano se cansó de intentar hacerlo entrar en razón. Siempre discutían en su habitación, y en voz baja para que su madre no se enterara de lo que habían hecho. El día esperado, al regresar de la escuela, llegó el sobre con los resultados y su madre lo tenía en sus manos.
—¿Qué es este sobre del Laboratorio Genético Génesis? –preguntó la madre.
—Nada mamá, es una cosa de la escuela. –mintió Esteban.
—Estas mintiendo –dijo Teresita.
—Es una estúpida prueba de ADN que nos hicimos. –intervino Julián.
—¿Para qué?
—Para ver si somos hermanos o no –respondió Esteban con voz firme.
—Yo traté toda la semana de decirle que si lo somos, pero es tan necio como la tía Selma.
—Ya verás que no. ¿Me puedes dar el sobre? –exigió Esteban, con la mano abierta hacia su madre.
Teresita le entregó el sobre al sonriente Julián, que leía en sus ojos el miedo por los resultados del ADN. El joven abrió el sobre y sacó la hoja con los resultados. Luego de leerlo, alzó la vista y miró asombrado a su madre.
—Somos hermanos por padre y madre, esto no tiene sentido.
Los ojos de Teresita se abrieron por la sorpresa e intercambió miradas entre sus hijos. Julián le dio un suave golpe por la espalda a su hermano y le dijo:
—¿Ves que era una pérdida de tiempo? Te lo dije, somos hermanos gemelos, así que ahora eres el gemelo idiota, no yo.
—Pero…pero esto no tiene sentido –dijo Esteban.
—¿Por qué dices eso? No es lo que querías –dijo Teresita.
—No, se supone que somos medios hermanos, fue lo que papá dijo aquél día.
—Ya déjate de tonterías –dijo Julián–, ven vamos a comer un helado al parque a ver si te enfrías un poco.
Al salir los muchachos de la casa, Teresita llamó a Rafael para contarle lo que habían hecho los gemelos. Él tampoco podía creer lo que sus oídos estaban escuchando por el auricular. Charlaron un rato y luego colgaron, Teresita reventó a llorar, pues los papeles del divorcio estaban listos, solamente restaba ir ante el juez para definir la separación de bienes y la custodia de los chicos.
En el parque, Julián seguía quejándose de la necedad de su hermano en asegurar que eran medios hermanos. Esteban quería repetir la prueba y su hermano se negó, pues desde un principio le pareció que estaba exagerando la rabia de su padre, mientras discutía con su madre.
Las semanas pasaron y Esteban dejó de tocar el tema, aunque no lo había olvidado, él sabía que su madre le había mentido al decirle que ambos eran hijos de ellos, y los ojos llenos de miedo el día que llegó el sobre la volvieron a delatar, algo raro había en el nacimiento de ellos que estaban ocultando, pero no lograba descifrar que era. También sabía que su hermano no lo ayudaría a repetir la prueba de ADN, así que de pronto se le ocurrió una idea, obligaría a sus padres a demostrar su paternidad, si eran los padres de los gemelos, no se negarían a complacerlo.