La pregunta de Esteban había estremecido a todos, excepto a Selma, que compartía con su sobrino su carácter y determinación. Selma abrió los ojos, miró a Esteban y le preguntó:
—¿Por qué piensas que tú no eres el hijo de mi hermana?
—Es fácil darse cuenta, Julián se parece más a ellos que yo, tiene el carácter de papá y es amoroso como mamá, bueno, como la señora Teresita.
—¿Por qué crees que eres hijo de mi cuñado?
—Fue lo que papá le dijo a la señora Teresita. Dime, ¿quién es mi madre?
—¡Ya basta!, –gritó Julián llorando–. Yo no soy hijo de mamá idiota, ellos son tus verdaderos padres.
—Eso no es posible, te pareces tanto a mamá, me estás mintiendo.
—Es el momento Teresita del Niño Jesús –dijo Selma.
—Es cierto hijo, yo soy tu verdadera madre y estaba asustada que supieras que Julián es tu medio hermano.
—¿Por qué estarías asustada? –preguntó Esteban.
—De verdad que eres el gemelo idiota –dijo Julián–, convertiste un infierno la vida de esta familia desde que escuchaste a papá, y ellos se asustaron.
—Eso es mentira –dijo Esteban.
—No lo es –dijo Julián–, mira adónde nos has llevado.
—¿Desde cuándo lo sabes?
—Desde que me mudé con papá, él me lo dijo.
—¿Por qué no me dijiste nada?
—¿Para qué? Te pregunté qué harías con la verdad, y me dijiste que sólo te importaba saberla, no te importaban ni mis padres ni yo.
—¿Quién es tu madre?
—Eso no importa –dijo Selma.
—No es tu problema idiota –dijo Julián.
—Es mejor que se lo digan, o seguiremos en el infierno –dijo Rafael.
—Yo lo haré –dijo Teresita–. Hace un poco menos de 14 años nos enteramos de una mala noticia. Yo no podía tener hijos, mi ciclo no era normal y todos mis embarazos los perdía a los pocos días de que ocurrían. Desesperada, buscamos una buena amiga que aceptó embarazarse de tu padre, usando inseminación artificial. Los médicos no saben cómo, pero quedé embarazada de ti días después de la inseminación de mi amiga. Julián y tú nacieron con casi 15 días de diferencia, y decidimos presentarlos como gemelos para no tener que dar explicaciones.
—¿Y las pruebas de ADN son falsas?
—No, las pruebas de ADN son correctas.
—Eso no es posible, si mi hermano y yo tenemos madres diferentes, es imposible que las pruebas digan que nuestros padres son los mismos.
—Nosotros pensamos lo mismo –dijo Rafael–, y consultamos a un médico antes de hacernos la prueba.
—Sigo sin entender –dijo Esteban.
—¿Por qué crees que mamá y papá nos presentaron como gemelos? –preguntó Julián.
—Creo que porque mamá y tía Selma son gemelas.
—Muy bien, generalmente los gemelos vienen de familias que tienen gemelos –dijo Rafael.
—¿Y en que nos diferenciamos de mamá y tía Selma?
—Que ellas son idénticas y nosotros no.
—Exacto, y no solamente son iguales por fuera, los gemelos idénticos tienen el mismo ADN –dijo Rafael.
—Es por eso que las pruebas de ADN dicen que ambos tienen la misma madre –dijo Selma.
—¿Eso quiere decir que la tía Selma es tu verdadera madre?
—Sí, la tía Selma es mi madre biológica –respondió Julián.
—¿Y no te importa ella sea tu madre? –preguntó Esteban.
—Yo no soy mente corta como tú, al principio me sentí muy dolido, pero no porque la tía Selma sea mi madre biológica, sino porque no me lo dijeron antes. Mi verdadera madre es Teresita del Niño Jesús, la tía Selma es eso, mi tía.
—¿Podemos seguir siendo gemelos? –preguntó Esteban.
Los ojos de Rafael se llenaron de lágrimas, así como los de Teresita, sabían que Julián no había regresado por temor a como tomaría Esteban la noticia. Todos estaban ansiosos esperando la decisión de Julián.
—No lo sé Esteban, estoy demasiado dolido contigo, no creo que pueda perdonarte.
—Bah, tu eres igual a mamá, no le guardas rencor a nadie, fíjate lo rápido que le perdonaste a papá y mamá por no decirte la verdad.
—Está bien, seré tu hermano gemelo con una condición.
—¿Cuál?
—Que le digas a Estela que le gustas.
—¿La novia del mastodonte de Juan? Olvídalo, quiero morir de viejo.
—Perfecto, te llamaré el gemelo cobarde.
—Y yo te llamaré el gemelo baboso.
—Atrévete a decirlo de nuevo –dijo Julián furioso.
—Eres el gemelo baboso –dijo Esteban saltando de la silla.
Julián se levantó, y comenzó a perseguir a su hermano que estaba saliendo de la casa, mientras el resto de la familia no podía dejar de reír entre las lágrimas de alegría. No tardó en alcanzarlo para comenzar a luchar con su hermano, le exigía que se disculpara, y lo amenazaba con meterle el dedo lleno de saliva en el oído, y luego escupirle en el ojo. Esteban se negaba a disculparse y Julián se metió el dedo en la boca. Rafael se acercó a ellos para separarlos, al ver la infantil pelea de niños de 8 años que tenían.