Quien No Arriesga No Gana

CAPITULO 6

Jake

Estaba a punto de abrir la puerta, la mano me temblaba y los dedos me cosquilleaban. Cuando mi piel entro en contacto con la fría madera un escalofrío me recorrió la espalda. Y… empuje la puerta. Para mi sorpresa, mi alivio y mi bien estar emocional la cabaña estaba vacía. Y yo que casi infarto por solo abrirla.

Entramos cargando a mi mejor amigo. Me sentía demasiado culpable como para mirarlo. Había estado a punto dejarlo allí tirado. No me puedo creer ni si quiera que lo haya insinuado. Soy el peor amigo de la historia y sabía que eso me iba a torturar demasiado tiempo.

Miré a mi alrededor, intentando asimilar el lugar. Dentro, las paredes de madera estaban desgastadas y había una ligera capa de polvo sobre los muebles. Un viejo sofá desgastado ocupaba la esquina, y una mesa de madera, también desgastada por el tiempo.

—¿Dónde lo dejamos? —preguntó Ruby, rompiendo el silencio y apartando unas telarañas del sofá.

—En el sofá —respondí, sintiendo el sudor frío resbalar por mi frente—. Parece que es lo más cómodo que podemos encontrar aquí.

—Bueno no hemos mirado arriba a lo mejor hay habitaciones—sugirió ella.

—Bueno por ahora túmbalo ahí luego subimos a ver que hay—Mientras Ruby y yo acomodábamos a Nick en el sofá, no pude evitar mirar por la ventana. La luz del sol comenzaba a desvanecerse. La sensación de peligro seguía presente, como un elefante que se había sentado en mi pecho y no tenía intención de levantarse.

—¿Está bien? —preguntó Ruby, preocupada, acariciando la frente de Nick con suavidad—. ¿Deberíamos buscar algo para ayudarlo?

—No lo sé —respondí, sintiendo que el miedo se hacía un nudo en mi garganta—. Tal vez… ¿podríamos encontrar agua o algo más en la cabaña?

—Tal vez en la cocina —dijo Brooke, levantándose con determinación—. Voy a mirar.

Mientras ella se dirigía a la parte trasera de la cabaña, me quedé con Nick, sintiéndome miserable. Aunque estaba aquí, el joven que conocía parecía un reflejo pálido de sí mismo.

—Nick —susurré, inclinándome hacia él—. Por favor, aguanta. Vamos a salir de esto, te lo prometo.

Su respiración era irregular. Justo cuando comenzaba a perder la paciencia, escuché el sonido de algo roto en la cocina. Me levanté de un salto.

Brooke volvió con un pequeño frasco de agua y un par de latas de algo que parecían ser comidas enlatadas.

—He encontrado esto —dijo, aliviada—. La cocina está un poco desordenada, pero hay más comida.

—Vale —dije, tomando la botella—. Vamos a intentar que beba un poco.

Con mucho cuidado, ayudé a Nick a tomar un sorbo del agua. Sus labios estaban resecos y parecían abrirse como si quisiera hablar, pero solo soltó un sonido sordo y volvió a cerrar los ojos.

—No te rindas —le dije, sintiendo la presión de mis palabras—. Pronto estarás mejor.

Ruby y Brooke comenzaron a colocar algunas de las latas que habían encontrado en la casa.

Me agobiaba cada vez que miraba a Nick y decidí acercarme a Brooke:

—Ya hago yo esto, mira a ver si Nick está bien— ella sin protestar dejo las latas que tenía en las manos encima de la mesa y se sentó en una silla al lado de Nick y comenzó a trabajar. En apenas una hora Nick ya estaba dormido y no parecía expresar tanto dolor.

—Esta dormido. He conseguido bajarle la fiebre, pero aún está un poco alta, y he podido quitarle un trozo de piel infectada con un cuchillo en la cocina. A partir de ahora debería empezar a cicatrizar.

Una ola de alivio me recorrió el cuerpo, pero no podía relajarme del todo. La cabaña, aunque era un refugio temporal, seguía rodeada de un aura inquietante. ¿Estaríamos realmente a salvo aquí? y aunque Nick parecía estar fuera de peligro, la incertidumbre seguía atormentándome.

—Gracias, Brooke —dije con sinceridad, intentando mostrarle mi gratitud—. No sé qué haríamos sin ti...

Ella sonrió débilmente, pero su mirada estaba fija en Nick, como si estuviera dispuesta a dedicarse por completo a cuidarlo.

—Tenemos que pensar en cómo salir de aquí —dije, intentando mantener la voz firme—. Cuando Nick despierte, necesitaremos un plan.

Ruby levantó la vista desde el rincón donde estaba revisando las latas.

—Tienes razón. No podemos quedarnos aquí indefinidamente. No sabemos qué puede pasarnos si nos quedamos mucho tiempo.

—Podríamos explorar los alrededores en cuanto se despierte. Tal vez encontremos un camino de regreso o al menos señales de ayuda —propuse, sintiéndome un poco más decidido ahora que compartía mis pensamientos.

—Vale, pero debemos ir con cuidado. No sabemos qué más podría estar aquí —respondió Brooke, apoyando su mano en el borde de la mesa con preocupación. Y hasta en esta situación no pude evitar mirarla en culo. De verdad que guarro soy.

El ambiente se llenó de silencio, solo interrumpido por la respiración de Nick y el ocasional crujido de la cabaña. Me obligué a dar un paso hacia la ventana y mirar afuera. La luz del sol se desvanecía rápidamente.

—Mira allá —indicó Ruby, apuntando hacia un sendero casi invisible que se dibujaba entre los árboles. —Podría llevarnos a algún lugar.

—Sí, pero ahora mismo no podemos arriesgarnos a salir está oscureciendo —dije, volviendo a la cabaña—. Si tan solo hubiera un teléfono o algo que nos permitiera comunicarnos con el mundo exterior…

El recuerdo de nuestras charlas sobre los planes futuros, las bromas que hacíamos y todo lo que habíamos planeado juntos, me golpeó de repente. Todo eso parecía ahora tan distante e irreal. Este no era el lugar ni el momento para pensar en eso.

De pronto pude notar la presencia de Brooke detrás de mí.

—¿Qué crees que pasará si Nick no se recupera? —preguntó Brooke, despojada de su habitual firmeza—. ¿Qué haremos entonces?

No sabía cómo responderle. Todo lo que podía pensar era que nos habíamos metido en un lío del que no estábamos preparados, y que Nick, mi amigo, estaba en un precipicio, entre la vida y la muerte.




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