Quien No Arriesga No Gana

CAPITULO 7

Nick

Desperté en el sofá de la cabaña, confundido y aturdido. Recordaba breves destellos de lo que había pasado: la flecha, la lucha, y la desesperación en los ojos de mis amigos. Me senté lentamente, un profundo dolor se extendía por mi hombro. Miré a mi alrededor, la cabaña estaba vacía.

—¿Hola? —llamé, mi voz sonó ronca. Pero solo el silencio me respondió.

Traté de recordar la última vez que vi a Ruby, a Brooke y a Jake. Sentí que la preocupación aumentaba en mi pecho. ¿Dónde estaban? ¿Estaban bien? Entonces, escuché un leve crujido en el exterior, como si alguien estuviera moviéndose cerca. Me levanté cuidadosamente. La idea de que algo o alguien pudiera acecharnos estaba presente, como un eco lejano.

De un salto, me dirigí hacia la puerta. La empujé con cautela y salió un chirrido desgastado. La luz del sol me golpeó en la cara.

—¡Chicos! —grité de nuevo, esforzándome por no dejar que la angustia se filtrara en mi voz. Me asomé por el umbral, tomando un momento para respirar al aire fresco. De pronto el sonido de las hojas crujientes captó mi atención.

Cuando miré hacia el bosque, vi una figura y mi corazón se detuvo. Era Brooke, con un par de latas de algo en sus manos, sus ojos se abrieron en sorpresa al verme. Mi cuerpo pareció relajarse por completo.

—¡Nick! —exclamó, dejando caer las latas y corrió hacia mí— Pensé que nunca despertarías.

—Lo creí yo también —respondí, intentando esconder la debilidad de mi voz—. ¿Dónde están los demás?

—Están en la parte de atrás —dijo, su expresión se tornó seria. La preocupación volvió a hacer su nido en mi pecho. — Tienes que venir. Necesitamos hablar.

Con dificultad, caminé junto a ella hacia la parte trasera de la cabaña. Esperaba que Jake y Ruby estuvieran allí, que todo estuviera bien, pero la tensión en el ambiente era palpable. Al llegar, vi a Jake y Ruby sentados en el tronco de un árbol caído, sus caras serias.

—¿Qué pasa? —pregunté, sintiendo como un escalofrío recorría mi espalda.

—Nick… —comenzó Jake, mirando hacia el bosque con preocupación—. No estamos a salvo aquí. No exactamente.

Mi corazón empezó a latir más rápido. —¿Qué quieres decir?

—No solo estamos en riesgo por la flecha o lo que sea que te halla atacado—dijo Ruby. Su expresión estaba tensada y sus puños apretados en su regazo. —Hay algo más en el bosque. No sabemos el que aun, pero… nada bueno seguro.

—No puedo dejar de pensar en eso —dijo la voz de Brooke detrás de mí. Avanzó un paso con la mirada fija en Jake—. Nick, lo vi en mis sueños. Estoy segura de que algo nos acecha.

—Un momento —dije, de pronto lo comprendí todo, sintiendo la tensión crecer entre nosotros, y el remordimiento se asomó en mi interior. Si hubiera sido más cuidadoso, quizás esta situación no hubiera llegado a ser tan peligrosa.

—Debemos salir de aquí —dijo Jake, su voz se llenaba de urgencia—. Encontrar un lugar seguro.

De pronto todo me daba igual, Brooke y yo habíamos soñado lo mismo, era imposible —¿así que tú también lo viste? —ella se quedó quieta.

—¿que?

—cuando conté mi sueño todos me mirabais con cara extraña pero tu… según nos dijiste. Tu ya lo habías soñado ¿no es así?

—si…—suspiro lentamente mirándome a los ojos.

—Cómo pueden tener dos personas el mismo sueño, es prácticamente imposible — dije asustado. Ella agachó la cabeza.

—Nick, desde que llegamos aquí a todos nos pasan cosas muy extrañas. No le des más vueltas— lo que dijo Jake no me tranquilizó ni mucho menos, pero decidí callármelo por ahora.

La sensación de agobio aumentó en el aire. La idea de que algo estuviera al acecho me llenó de terror.

—¿Qué hacemos entonces? —pregunté, la confusión y la angustia se apoderaban de mí poco a poco, mientras el sol comenzaba a ponerse.

—Podríamos volver al sendero y salir de este lugar —sugirió Brooke, su voz era clara y firme, como si decidiera no dejar que los miedos consumieran lo que quedaba de nosotros.

—El bosque no tiene final, por lo que no podría llevarnos a ningún lugar. Solo nos perdería. Tenemos que quedarnos cerca de la cabaña, por ahora, hasta que sepamos realmente qué hacer —dijo Jake, cruzando los brazos y mirando hacia el horizonte, como si esperara que de ahí un nuevo plan se revelara ante nosotros.

***

Varias horas después, la atmósfera de la cabaña se llenó de una mezcla tensa de esperanza y miedo. Algo acechaba, lo sentía. Sin embargo, el hecho de contar con los demás me daba la fuerza que necesitaba para aguantar.

Cuando más tarde caí en el sofá, mis pensamientos no abandonaban el camino oscuro que nos esperaba. Las imágenes de mis amigos huyendo en el bosque aún estaban frescas en mi mente.

El silencio que se había apoderado de la cabaña era denso, casi palpable. Estábamos todos ahí, juntos, pero no lo parecía. Cada crujido en las paredes de madera, cada susurro del viento entre los árboles nos hacía saltar de la ansiedad. Algo acechaba, lo sabíamos. No sabíamos qué, ni cómo, pero no era algo bueno.

Estaba en el sofá, agotado. Brooke se había quedado a mi lado, mirándome en silencio, mientras Jake se mantenía cerca de la ventana, vigilando el exterior. Todos estábamos tan tensos que ni siquiera nos atrevíamos a hablar demasiado.

No podía dejar de pensar en lo que había sucedido esa noche, en el extraño sueño que compartí con Brooke. Pero había algo más, una sensación que no podía ignorar. Algo que iba más allá de lo que estábamos dispuestos a aceptar. Algo que me asustaba profundamente.

Brooke y yo habíamos hablado en privado varias veces, pero nunca demasiado claro sobre lo que sentíamos realmente. Parecía que las palabras entre nosotros se atascaban, como si algo nos impidiera avanzar, aunque sabíamos que algo estaba pasando. ¿Cómo podía ser tan fácil acercarme a ella, y, al mismo tiempo, tan difícil hablar de lo que realmente sentía?




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