Jake
La música llenaba el aire mientras la luna brillaba intensamente sobre la aldea, creando un ambiente mágico y festivo. Los aldeanos reían y bailaban, y aunque aún mantenía cierta tensión en mi interior, el calor de la fiesta era contagioso.
Me movía al ritmo de la música mientras buscaba con la mirada a mis amigos. Nick y Ruby estaban charlando con algunos aldeanos, riéndose mientras compartían sus historias. Brooke, a mi lado, brillaba con el vestido rojo que había elegido, y su risa era como un faro que iluminaba la noche. En su mirada había una chispa de alegría que me llenó el corazón.
—¿Te gusta la fiesta? —me preguntó Zakar, inclinándose un poco para acercarse a mi oído. El sonido de la música lo hacía difícil.
—Sí, es increíble, —respondí, sonriendo mientras la observaba disfrutar del momento.
Poco a poco, la música se tornó más animada, y las bebidas comenzaron a fluir. Los aldeanos animaban a los forasteros a unirse a ellos, y antes de darme cuenta, me encontré con un vaso de un líquido transparente en la mano.
—¿Qué es esto? —pregunté, mirando a Zakar, que estaba a mi lado.
—Una bebida tradicional —respondió con una sonrisa— no es muy fuerte, pero te hará sentir bien. ¡Disfruta!
Decidí probarla, y el sabor me sorprendió con su dulzura. Sin embargo, la combinación de la fiesta y el alcohol que llevaban los vasos que me había ido dando Zakar a lo largo de la noche empezaron a hacer mella en mi cabeza.
Después de tres o cuatro copas, mi cabeza giraba ligeramente. Vi a Brooke al otro lado de la hoguera, riendo con Ruby y Nick. Era un recuerdo de tiempos más simples. Pero al ver sus sonrisas, el alcohol comenzó a nublar mis pensamientos, y sentí una oleada de euforia.
—¡Vamos a bailar! —grité, dejando el vaso en una mesa cercana y arrastrándome hacia la pista improvisada. Me acerqué a mis amigos y baile durante un rato más largo del que esperaba y aunque al principio vacilé, pronto me dejé llevar por la música. Alrededor de nosotros, más aldeanos se sumaban al baile.
Pero, en el fondo, una pequeña voz en mi cabeza seguía gritando que no podía bajar la guardia. La situación era inestable, y me preocupaba que el desastre estuviera a la vuelta de la esquina. Intenté ahogar esa voz en el ruido de la fiesta, sintiendo que un momento de felicidad era justo lo que necesitábamos.
Pasaron las horas, y la fiesta continuó. Yo había perdido la cuenta de cuántos vasos había bebido, pero ahora sentía el impulso de dejarme llevar por completo. Sin embargo, los efectos del alcohol comenzaron a jugar con mi mente.
—¿Jake? —me llamó Brooke, su rostro estaba cerca del mío, pero a través de la niebla que me rodeaba, vi que su expresión era mezcla de alegría y preocupación.
—¿Sí? —respondí, sintiendo que incluso mi voz sonaba más grave de lo habitual.
—¿Estás bien? Te ves un poco… —comentó, riendo suavemente.
—Solo estoy disfrutando de la fiesta, —dije, intentando sonreír, aunque realmente no sabía si lo lograba.
—¿estas borracho? ¿pero cuanto has bebido?
—Un par de copas... —contesté con una risa tonta. Pero en realidad, me estaba sintiendo un poco más desinhibido de lo habitual, como si las preocupaciones del mundo se estuvieran desvaneciendo junto con los efectos del alcohol.
Brooke me miró con una expresión que intentaba ser juguetona, pero sus ojos reflejaban preocupación. —No quiero que te metas en problemas, Jake.
—Vamos, solo es una fiesta, —dije, alzando las manos como si intentara disipar sus dudas. —Mira a nuestro alrededor. Todos están disfrutando, y no quiero ser el aguafiestas.
Ella suspiró, todavía escéptica, pero no pareció querer discutir. —Está bien, solo ten cuidado. Si ves que te pasas con el alcohol, avísame. No quiero que esto termine mal.
—no te preocupes estoy bien— pero no, no estaba bien en absoluto, la vista se me nubló por completo, no veía nada ni a nadie, me estaba agobiando y sentía que me iba a desmayar.
—Brooke, me rindo, ayuda me voy a desmayar— ya me daba igual, quería salir de allí cuanto antes.
Brooke sin decir una palabra me ayudo a quedarme estable, y me llevo fuera del gran salón. Una vez estuvimos fuera el aire frio golpeó mi cara. Con ayuda de Brooke me senté en uno de los peldaños de la escalinata que accedía a la sala.
—Oye, Jake, voy a avisar a los demás y nos vamos a casa.
No pude evitar sentirme aliviado al respirar ese aire fresco, pero la culpa me golpeaba con fuerza. Había dejado que la fiesta y el alcohol me descontrolaran. Quería parecer fuerte y despreocupado, pero esa imagen se desvanecía rápidamente en la noche.
—No... no hace falta que vayas a buscar a nadie —respondí, tratando de sonar más firme de lo que me sentía en ese momento—. Solo necesito un poco de tiempo para recuperarme.
Brooke me miró, su expresión era de preocupación genuina. —No me importa, Jake. Solo quiero asegurarme de que estés bien.
Suspiré y pasé una mano sobre mi cara, sintiendo el sudor en la frente. —Es solo... que me dejé llevar. Estoy bien, en serio.
Ella me miró, escéptica, y se sentó a mi lado en el peldaño. El frío de la noche me ayudaba a despejar un poco la mente nublada. —Esto no es como lo que estamos acostumbrados en el internado. Aquí todo parece más... diferente.
La verdad era que no solo era el alcohol. Era esta nueva vida, todas las expectativas y el deseo de encajar. Sentía el peso de todo sobre mis hombros. —Es difícil. En el internado todo era sencillo. Estábamos juntos y todo parecía ser tan fácil comparado con esto.
Brooke asintió, comprendiendo. —Entiendo. Todos estamos asustados, para mí también es nuevo. Intentaremos adaptarnos a todo esto y toda ira bien.
No me dejo contestar y siguió hablando —pero la próxima vez que sientas que algo te supera solo, dímelo y lo hablamos, no cojas y te emborraches ¿vale? —
—Gracias, Brooke. De verdad. —Tomé un momento para mirarla a los ojos y vi la sinceridad en ellos— tengo mucha suerte de tenerte.