Brooke
La noche se hizo muy larga. Había dormido dos horas escasas. La buena noticia era que no había sucedido nada malo.
Aunque la tensión seguía presente en el aire, el amanecer trajo consigo una nueva esperanza. Me tumbé en la cama, sintiendo el peso de la situación que habíamos enfrentado la noche anterior. Nick, a mi lado, parecía tranquilo, pero sabía que estaba más preocupado de lo que mostraba.
Me levanté, tratando de sacudirme la somnolencia. La luz del sol se filtraba por la ventana y, al mirar hacia afuera, vi cómo el bosque se iluminaba con tonos dorados. Era hermoso y aterrador a la vez. Ayer habíamos estado tan cerca del peligro, y ahora todo parecía tan pacífico.
Nick se levantó también, y por un momento me permití el lujo de mirarle, llevaba puestos unos pantalones azules de algodón y el pelo castaño un poco despeinado. Le miré de arriba abajo y repasé sus abdominales. Si se levantaba así de guapo después de todo lo que había pasado no me imagino como estará de bueno en circunstancias normales. Bueno ya basta.
Salí de la habitación y me dirigí a la cocina. Al llegar, vi que Ruby ya estaba allí, preparando café. Su rostro mostraba signos de cansancio, pero había una determinación en sus ojos.
—Buenos días, Brooke, —dijo Ruby, sonriendo levemente. —¿Cómo te sientes?
—Un poco mejor, pero la preocupación todavía está ahí. —respondí, mientras me servía una taza de café. —No puedo dejar de pensar en literalmente todo.
Ruby asintió, su expresión se tornó seria. —Lo sé, yo también. Pero tenemos que mantener la cabeza fría. Vamos a dar lo mejor de nosotros esta noche ¿vale?
En ese momento, Jake entró, luciendo desaliñado y con ojeras. —¿Hay café? —preguntó, frotándose los ojos.
—Sí, aquí —dijo Ruby, mientras le ofrecía una taza.
Jake tomó el café y se sentó en la mesa, su mirada distante. Como si la noche anterior aún lo atormentara.
—¿Pasó algo después de que me fuera? —pregunté, intentando romper el hielo.
—Nada que no haya sido normal. —respondió Jake, tomando un sorbo de café. —Pero no puedo dejar de pensar en lo que se nos viene encima.
—Debemos estar listos. —dijo Ruby, mirando a ambos. —No podemos permitir que el miedo nos paralice.
Mientras tomábamos café y discutíamos sobre lo que habíamos aprendido, Nick apareció en la puerta. Su presencia era reconfortante, y cuando llegó, sentí un alivio inmediato.
—Buenos días, chicos. —dijo Nick, con una sonrisa me abrazó por detrás y me besó en la mejilla. —¿Listos para enfrentar el día?
—Lo intentamos. —dijo Jake, mirándolo con seriedad.
Nick se sentó a la mesa, y mientras Ruby y yo intercambiamos miradas, supe que este era un momento crucial.
—Chicos —dije, sintiéndome decidida. —No podemos permitir que el miedo nos controle. Debemos prepararnos.
Después de un rato, Zakar nos indicó que teníamos que reunirnos con los demás. Antes de salir, cuando los demás se hubieron ido, Nick me agarró del brazo.
—Oye ¿podemos hablar un segundo?
—si claro ¿qué pasa?
—Quería decirte que…si algo no sale bien…
—No, cállate, todo saldrá bien.
—Brooke, tienes que ser realista, esto es una guerra es posible algo no salga bien. Así que si no salimos de esta solo quiero que sepas que… que te quiero, que te quiero muchísimo y que los ratos contigo se me pasan volando. Creo que eres la única persona de la que me he enamorado hasta el punto de pensar en ti hasta en mis sueños. Eres lo mejor que me ha pasado nunca, he cambiado por ti Brooke y ojalá no ocurra nada, pero…
—Nick, por favor, no hables así. Vamos a salir de esta, lo prometo —le respondí, sintiendo cómo las lágrimas ya empezaban a salirse de mis ojos. Sus palabras me sorprendieron, pero en el fondo sabía que había razones para preocuparse.
—Lo sé, pero no puedo evitarlo. He estado pensando en esto desde que comenzó todo, y no quiero que se queden cosas sin decir. No quiero que, si no volvemos a vernos, te quedes con dudas sobre lo que siento por ti.
Me miró intensamente, y en sus ojos vi la sinceridad y el miedo que lo invadían. En ese momento, el mundo exterior desapareció. Todo lo que había a nuestro alrededor se desvaneció, y solo existíamos nosotros dos.
—Nick, yo también… yo también te quiero —confesé, sintiendo cómo las palabras brotaban de mi corazón. —Cada momento a tu lado ha sido un regalo. No importa lo que pase, siempre llevaré contigo esos recuerdos.
Un silencio pesado llenó el aire, y su mirada se suavizó. Me soltó el brazo y se acercó un poco más, acortando la distancia que nos separaba.
—Entonces, hagamos una promesa —dijo, su voz un susurro lleno de determinación—. Prometamos que, pase lo que pase, lucharemos por esto. Por nosotros.
Asentí, sintiendo la calidez de su mano entrelazándose con la mía. En ese instante, la incertidumbre de la guerra parecía un poco más llevadera.
—Prometido —respondí.
El momento se suspendió, como si el tiempo se detuviera a nuestro alrededor. La promesa que acabábamos de hacer resonó en mi corazón, y por un breve instante, la preocupación y el miedo se disiparon. Nick se acercó un poco más, y sin pensarlo, nuestras bocas se encontraron en un beso suave, pero cargado de emociones.
Era un beso que hablaba de todo lo que no habíamos dicho, de los momentos que habíamos compartido y de los que aún estaban por venir. Sentí cómo su calidez me envolvía, y en ese instante, supe que había tomado la decisión correcta cuando lo elegí.
Un beso, que simple y llanamente, podría ser el último.
Cuando nos separamos Nick me miró a los ojos con una chispa de esperanza brillando en su mirada.
—No importa lo que pase esta noche —dijo suavemente— siempre serás lo más importante para mí.
—Y tú para mí y por eso… —respondí, sintiendo que mis palabras llevaban un peso que no podía ser ignorado. —por eso necesito que esta noche estes alejado de mí, porque sé que pondrías tu vida en peligro solo para salvar la mía y no me lo perdonaría jamás.