¿quién te dijo? (#1 Puertorriqueñas)

CAPÍTULO 1

- ¡¡Te enamoraste de él!! ¿no es verdad? – Lorena miró a su “rival” con arrogancia y soberbia al escuchar esa pregunta, deseando que no fuera su amiga para abalanzarse sobre ella y golpearla hasta callarla. Pero porque eran amigas Roxana supo lo que ella sentía. ¡Y cómo no! si era lo que ella misma estaba sintiendo por ese mismo hombre, un hombre prohibido para ambas. Un hombre que estaba enamorado de otra amiga. De Karina.

- Lo estoy, es cierto. Tan enamorada como lo estás tú también. – le respondió altiva.

- ¿Te das cuenta de lo que eso significa? – le preguntó mortificada por haber sido descubierta también.

- Por supuesto que lo sé, que ambas nos fijamos en el hombre equivocado.

- Pero que lo sepamos no cambia lo que sentimos ni tampoco lo que ellos sientan el uno por el otro. – dijo Roxana apesadumbrada y resignada con aquella realidad que venía sufriendo desde hacía un tiempo. En realidad desde el mismo momento en que las tres conocieron a Leo.

Fue en una noche de viernes, cuando las tres amigas habían salido a bailar y a pasarla bien, y ¿por qué no? también para ver si la suerte les sonreía y conseguían ligarse a algún apuesto ejemplar masculino que revolucionara sus hormonas. No hicieron más que poner un pie en aquel lugar y fueron objeto de la mirada de tres amigos que estaban allí en busca de lo mismo que ellas.

El único detalle fue que solo uno de los tres parecía valer la pena y ese, al que las tres habían mirado y deseaban apartar para sí, solo tuvo ojos para Karina, aunque a Lorena y a Roxana les hirviera la sangre por ello.

Ninguna de las tres expresó en voz alta sus sentimientos. No sabían que las tres habían caído flechadas por Leo. Y aunque Kari fue la afortunada, las otras no podían compartir su alegría. Los celos y la envidia se apoderaron de ellas, pero fueron astutas al disimularlo.

Al principio creían que aquel coqueteo no pasaría de esa noche, pero fue tal la química que hubo entre Karina y Leo que aquel encuentro solo fue el primero de los muchos que vendrían después. No tardaron mucho en formalizar su relación. Eran novios, le pesara a quien le pesara y ¡vaya que a Lorena y a Roxana les pesaba!

Leo era todo lo que una mujer deseaba. Era un moreno de ojos negros, apuesto, simpático, amable, cariñoso, romántico y serio, no como los dos amigos que tenía, que solo buscaban pasar un buen rato conquistando chicas para luego olvidarse de ellas.

A menudo y en silencio, ambas maldecían no haber atraído la atención de Leo. Ver la forma en que trataba a Karina, como si fuera un delicado vaso de cristal al cual atesorar, les hacía odiar a su amiga. Hubieran dado lo que fuera para romper ese lazo que cada día parecía hacerse más fuerte, pero ninguna por sí misma hizo nada.

Una idea entonces cruzó la mente de Lorena.

- Tal vez sí podamos cambiar lo que sienten esos dos…… o al menos hacerles creer eso. – dijo más para sí que para Roxana. Su mente craneaba algunas opciones para separar a los dos tortolitos, pero claramente no podía hacerlo sola. Si ella no podía tener a Leo, entonces ninguna de las tres lo tendría.

- Eso me parece cruel, pero es la mejor idea que has tenido. Sin duda vamos a arder en el infierno. – le respondió Roxana con un poco menos de convencimiento que Lorena. - ¿Y ya has pensado en algo?

- Aún nada en concreto, pero ten por seguro que algo aparecerá pronto. – Lorena sonrió con malicia pero con la mirada puesta en algo invisible para Roxana, como si ya fuera capaz de ver el desenlace de todo aquello.

Y como si la suerte estuviera a su favor, la ocasión se presentó ante ellas. Karina y Leo habían tenido una gran discusión debido a una oportunidad laboral que se le había presentado a Leo. El problema era que aquella oportunidad era en otra ciudad. Karina, con tal de no separarse de Leo, estaba dispuesta a dejar todo atrás y partir con él, pero Leo no se lo permitió aludiendo a que prefería irse solo en primera instancia para buscar un lugar apropiado para los dos. Quizás pasara necesidades en un principio y él no quería que Karina las pasara junto con él, sin embargo Karina no estaba de acuerdo. Si había que pasar privaciones, al menos lo harían juntos. Juntos lucharían por salir adelante.

Ante el evidente desacuerdo, Leo simplemente se fue, dejando a Karina consternada. Aún faltaban dos semanas para que Leo partiera y ella estaba segura de que podría convencerlo a que la llevara consigo, al menos eso les comentó a Lorena y Roxana, quienes ya planeaban sus próximos movimientos para lograr su cometido.

Lo primero que hicieron fue comprar un teléfono de prepago. Luego forzaron un encuentro casual con Leo y sus amigos en donde Karina no estuvo presente. El par de víboras le hicieron creer a Leo que Karina había cambiado número y que además había decidido pasar unos días con unos familiares en el campo.

Leo no sospechó de aquella historia porque sabía que Karina estaba molesta y estaba decidido a darle el espacio que necesitaba para pensar mejor las cosas. Él no la molestaría. Ya pasarían su pena y malestar con el correr de los días.

Luego de eso, Lorena y Roxana se fueron a casa de Karina y le contaron una historia que cumplió el objetivo que ellas esperaban. El fin de aquel amor había llegado.



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En el texto hay: mentiras, amor, envidia

Editado: 08.05.2021

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