Quiéreme

Capítulo 37

 

Liam daba vueltas en la cabaña de Aria, inmerso en un mar de pensamientos confusos y preocupados. Había tenido un día muy angustioso, terrible, hacía mucho tiempo que no sentía algo así.

Estaba tenso, nervioso, con su leopardo al borde de hincarle los colmillos a cualquiera que lo presionara, y no recordaba con precisión la última vez que estuvo de ese modo, quizás era porque todo fluyó como agua de rosas desde que ascendió como alfa del clan y ahora se aproximaba una cruel tormenta, y él no se sentía listo, no lo estaba. Liam sentía miedo, en lo profundo de su corazón, oculto en la parte más recóndita, y ni siquiera el vínculo que lo unía a su compañera humana podía alcanzar a aliviarlo.

Aria no le prestó atención a su vaivén nervioso, donde Liam era tensión, ella era calma.

Estaba ahí porque según ella, los tres tenían algo muy urgente que discutir, solo que..., faltaba aquel tercio restante, Emmy. Pero desde que abandonó la cabaña de Aria al mediodía, la mujer no dio señales de vida y eso comenzó a preocuparle.

Sí, había estado molesto con ella por desobedecer sus órdenes, e incluso cuando los demás le advirtieron de que ella necesitaba verlo, Liam la esquivó. Ahora se sentía como un idiota y Aria fue precisa en repetirlo una y otra vez, después de decirle que todo el tiempo fueron manipulados por alguien más. Las pruebas de Emmy eran contundentes, y lo único que la refutaba era el testimonio de los leopardos que estaban recuperándose de sus heridas en la zona de enfermería.

Liam cayó en la trampa, así como también lo hizo Derek Miller.

Manipulados como un par de títeres, de solo pensarlo sonaba absurdo.

—Ya basta Liam —ordenó Aria—. Tranquilo, Emmy se fue con Evan a buscarte, de seguro se les averió la camioneta.

Sonaba lógico, pero el leopardo sentía algo malo rodearlo, y pedía descubrir qué rayos era.

—Ya pasaron cinco horas, ¿no debería preocuparme?

—Ella es fuerte y tenaz, Evan también lo es, Lake Saint Jerome es una ciudad segura.

Woodstone City también era una ciudad segura cuando te secuestraron a ti y a Sean.

Aria gruñó bajo, sus ojos de hielo se clavaron en él destilando enojo. Liam inclinó la cabeza hacia un costado. Como alfa del clan no debía hacerlo, ella ya no estaba al mando, pero en el interior de su guarida él no era el depredador dominante, Aria lo era, Liam jamás podría doblegarla porque ella tenía sus instintos de alfa activos, además de que era su mejor amiga y consejera, la mujer a la que acudía cuando necesitaba una guía. De quererlo, Aria lo despedazaría en cuestión de segundos.

—Lo..., lo siento, no fue mi intención..., disculpa.

Aria se plantó frente a él y con su mano movió su rostro, obligándole a mirarla, dos témpanos de hielo se cruzaron, el leopardo nervioso retrocedió.

—Mente fría —repitió—. No conseguirás nada en la desesperación, no cometas los mismos errores que yo.

Rendido, Liam suspiró y se obligó a calmarse. Esquivó la mirada de su amiga y fue a sentarse en un sillón.

— ¿Cómo están las cosas en el clan de los pumas?

—No registraron ningún herido, por suerte.

— ¿Y cuál es la posición de Sean? Oí que hubo rastro de los lobos en el área.

—Derek y Sean han sido aliados desde mucho antes que llegáramos aquí, no lo cree capaz de herir a los niños, después de todo el lobo alfa también tiene escuelas a las que asisten muchos menores, cambiantes y humanos por igual.

Liam pensó en la última vez que vio a Derek Miller, un solitario encuentro en la frontera mucho antes de que todos estos problemas arrasaran con el intento de confianza, el lobo de pelaje negro como la noche había mantenido su guardia a lo lejos, con sus ojos ambarinos fijos en Liam, analizando, hurgando en lo profundo, como si quisiera alcanzar sus pensamientos. Dos alfas enfrentados a través de la distancia.

Liam no podía comprender los motivos del lobo, las acciones que tomaba. No entendía por qué insistió tanto en esa estúpida alianza, aunque, la protección que le podían ofrecer los Moon Fighters era tentadora.

— ¿En qué piensas Liam?

Aria caminó desde la ventana al sillón grande.

—En las intenciones de Derek Miller.

Ella se dejó caer.

—Es un personaje confuso, pero hábil y protector como cualquier alfa, eso sí, es un lobo solitario.

Liam no se esperaba eso, los lobos alfa tendían a vincularse y emparejarse con mayor rapidez que cualquier otro cambiante, algunos lo lograban antes de cumplir los veinticinco. Un lobo alfa sin pareja y de edad avanzada era considerado débil entre los suyos.

— ¿Cómo se ha mantenido en el puesto por tanto tiempo?

Aria esbozó media sonrisa.

—Eso no lo sé, debe ser uno de sus trucos.

Liam estuvo a punto de debatir, pero alguien quiso derribar la puerta con golpes desesperados.




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