Quiéreme

Capítulo 39

 

Emmy tomó asiento al lado de la camilla de su alfa, verlo tan vulnerable le desgarró por dentro, alimentando un dolor atroz, ni siquiera había podido cambiar, estaba echado sobre el mullido colchón individual, con dos cables conectados a intravenosas en una de sus patas, una de alguna especie de suero y otra de sangre. Su espeso pelaje gris oscuro plagado de manchas negras no estaba en la mitad de su cuerpo, Talia y Riley tuvieron que rasurarlo para cerrar sus heridas.

Las lágrimas se acumularon en sus ojos, y ella sintió tanta pena e impotencia consigo misma, por no estar con el clan cuando la necesitaron, de haber estado en el frente Emmy jamás habría permitido que ningún lobo alcanzara a su alfa. Sin embargo, ya era tarde, y ella y Evan llegaron cuando lo peor había pasado, pero ¿qué era peor que esto? El líder estaba malherido e inconsciente, Shelly había sucumbido al coma producto del drenaje de energía que la estaba consumiendo, Liam estaba tomando la energía de su compañera para sanar sus heridas, de forma inconsciente, por instinto nato. Pero Shelly no era cambiante, su sangre humana imponía límites, y si ambos seguían así, terminarían por consumirse. La mujer no podía reponer su energía por cuenta propia, así que Riley ya estaba averiguando cómo hacerlo.

—Yo me veía exactamente igual cuando esos lobos casi me matan. —Alexei apareció en la entrada del cuarto, estaban en la enfermería y no daban abasto con todos los heridos, en su mayoría lobos Moon Fighters—. Sin pelo y con esos horribles puntos tirando de mi piel.

El cocinero se acercó hasta estar detrás de Emmy, apretó su hombro en un intento por aliviarla.

—Pero se pondrá bien, confía en él, es fuerte como una roca.

Las lágrimas salieron, incontenibles y silenciosas. Emmy lloró en silencio, pero el dolor marcado en su pecho no cedió, en frente estaba el hombre que la salvó, y cuidó, que creyó en ella cada vez que se saboteaba a sí misma pensando que era débil e inútil, una causa perdida, Liam fue como su padre, pero uno verdadero, el que le dio un nuevo objetivo a su vida y le dijo que ella valía mucho.

La última vez que lo vio, Emmy le desafió protegiendo a los dos lobos que creía traidores, y el alfa se enojó con ella..., Liam estaba furioso con ella..., eso dolió más.

—Ya, Emmy, hay que ser fuerte, por él, por Shelly, por todo el caos que reina en el clan. Te necesitan estable.

—Nadie me necesita Alexei.

—Oh, vamos, no digas eso, nadie impone el orden tan bien como tú, excepto Liam, Hunter y Aria. Ahora hay que darle espacio al alfa para que cure sus heridas, y entonces volverá.

Emmy no creía, la anemia en cambiantes era un problema severo, en especial si se era un leopardo de las nieves, sin sangre para activar la termorregulación, Liam terminaría por sofocarse a sí mismo, fundiendo su cerebro bajo el calor, era por eso que estaba rodeado por bolsas de hielo.

A regañadientes, Emmy tuvo que acompañar a Alexei al exterior, había luces colgadas en cuatro puntos diferentes, pero todavía no se encendían. Un gruñido preocupado llamó su atención, entre los lobos heridos, Derek Miller se encontraba furioso.

—Alfa, ¿qué sucede? —oyó preguntar a Seth.

—Estamos bajo ataque en Paradise City, una brigada de cien enemigos se desplaza por el sur de la ciudad, rumbo al bosque. —Derek se llevó las manos a la cabeza, rastrillando su cabello castaño claro—. Fuimos manipulados, de nuevo, ¿cómo pudimos ser tan...?

Lanzó un gruñido de pura rabia al aire.

— ¿Te arrepientes de habernos ayudado? —Preguntó Hunter.

—Por supuesto que no, es solo que..., debería haberlo previsto, debí..., debí poner más seguridad alrededor del núcleo de mi clan.

—Podemos ayudar —sugirió Alexei—. ¿Cómo se distribuye tu clan?

Derek vaciló por un momento, luego dirigió esos ojos ambarinos hacia el cocinero.

—Ahora ciento cincuenta viven en la zona segura del territorio forestal, a las afueras de la ciudad, parejas vinculadas, algunas decenas de solteros y familias completas, junto a la mayoría de ancianos y sumisos. Los doscientos restantes viven en Paradise City, el problema es que son jóvenes recién independizados y adultos inexpertos en frenar avance enemigo.

—Podemos ayudar en la protección de los más vulnerables —sugirió Aria—. Evacua a un lugar seguro y formaremos un perímetro alrededor.

Derek sacudió la cabeza, negando.

—No arriesgaré a la compañera del alfa puma.

Aria gruñó molesta.

—Además, ustedes están debilitados y heridos, con la pareja líder vulnerable. No puedo.

—Vida por vida. Sangre por sangre. —Kevin salió de entre unos arbustos—. Los Centinelas estamos ilesos, podemos pelear y defender a los tuyos. El resto de los Vigilantes ya arribaron y pueden encargarse de la defensa aquí.

—He dicho que no.

Kevin se cruzó de brazos.

—No nos das órdenes, ¿qué dices Hunter, podemos devolverle el favor?




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