Con un pañuelo negro bordeado por hilos blancos formando extraños dibujos celtas, Seth se detuvo a las orillas del río Everside, el nivel del agua estaba en su punto culminante, pero ni eso podía hacerle desistir en su misión.
Adoraba cuando tenía objetivos difíciles, pero el que Logan le había dado se pasaba de la raya, no solo porque el rastro era tan difuso que apenas podía identificarlo en el aire, sino que, se trataba de rastrear un fantasma. Precisamente a Conrad Burton, antiguo Centinela del clan Ice Daggers, un tipo al que creían muerto hace mucho.
Pero ni Emmy ni Logan perdían las esperanzas, tampoco Liam Gallagher quien afirmaba que todavía sentía el vínculo de sangre que lo unía con el Centinela. Las probabilidades de encontrarlo no eran muy favorables, pero Seth iba a intentarlo por su amigo y su pareja que olía a caramelos. Tampoco tenía mucho que hacer ahora que la paz estaba retornando a ambos clanes, no tenía obligaciones más allá de sus turnos de detección alrededor del territorio, no había pareja que compartiera su corazón ni cachorros a los que dedicar tiempo.
Seth estaba solo, y aburrido.
A paso firme se internó en las tibias aguas que fluían con mayor velocidad que en sus tierras, se llevó el pañuelo a la nariz y luego inspiró profundo al llegar al otro lado. En efecto, había algo que llamaba a sus sentidos, su lobo estaba ansioso por seguir ese rastro, pero Seth no estaba muy seguro de si era del Centinela o de otra cosa. Nada perdía con probar.
Se internó en el bosque, agazapado, sigiloso, pensando un plan por si la suerte le sonreía y encontraba a Conrad en un estado semi salvaje. No confiaría en él, eso era obvio, no solo porque era un extraño, sino que también era un cambiante lobo y si se encontraba con el felino... Volarían garras y pelaje. Debía regresarlo con vida, si es que lo encontraba. Y eso era otro aditivo que complicaba más su trabajo. El Centinela, al ser un leopardo de las nieves era inmune a las drogas, de cualquier tipo, así que los sedantes no era opción, Seth tendría que pelear para dejarlo fuera de combate.
«Luchar contra un gatito rabioso. Sí, pan comido»
El sonido de una rama al quebrarse reclamó su atención, Seth se enderezó, su lobo alerta, y de nuevo ese rastro difuso le llamó a seguirlo. La noche estaba cerrada, sin luna, y el bosque sospechosamente quieto. Eso no era normal en esta estación del año. El rastro lo condujo hacia un claro, había matorrales de arbustos espinosos y secos, por todos lados excepto en el centro, definitivamente eso no era natural, sintió el peligro acechar pero no podía verlo, estaba solo en medio de la nada, alrededor tenía más y más bosque, naturaleza salvaje.
Un gruñido se alzó en medio del silencio, Seth sonrió, tenía compañía. Pero no era un felino, eso le decepcionó, había un lobo rondando por ahí, quizá era uno salvaje y lo podría intimidar con un par de gruñidos.
Sin embargo, eso no funcionó. El lobo se movió a lo lejos, del otro lado del espacio vacío en el centro del claro, el lobo en su interior gruñía en un intento por acercarse al enemigo, una pelea le sentaría bien para levantar sus ánimos.
El suelo debajo de sus pies se abrió, Seth cayó en la oscuridad emitiendo un grito, se golpeó varias veces a medida que se arrastraba por un túnel de tierra. Fue a parar a una superficie lisa y fría, entró en pánico, el lugar cerrado, oscuro, desató la furia del lobo, apenas se acomodó en esa superficie, su sentido del olfato capturó una esencia química, sintética, y al momento en que se metió en su sistema, todos sus sentidos comenzaron a debilitarse, olfato, gusto, vista, todo se fue, dejándole en un estado muy vulnerable.
Algo lo elevó, la tibieza del aire le dijo que estaba en la superficie, quiso levantarse pero chocó contra algo duro, asustado y rabioso, Seth se impulsó adelante solo para golpearse contra unos barrotes.
¡Estaba encerrado en una jaula!
Gruñó, con garras en sus manos se aferró a los barrotes e intentó forzarlos, eran duros, a pesar de ser un cambiante no podía contra el hierro. Sintió miedo, aterrador y profundo miedo, esa esencia volvió a impactarle con un cambio sutil, reconoció un calmante añadido al químico, Seth sintió las garras del cansancio arrastrar su cuerpo a la base de la jaula, quería resistirse, continuar luchando contra lo que fuera esto, necesitaba salir de ahí para partirle la cara a quien sea que lo quería capturar.
—Es otro beta —murmuró una voz ronca, masculina—. ¿Sirve?
—Por supuesto que sí —habló otro—. Es un lobo Moon Fighter, justo lo que necesitamos.
—Entonces lo llevaremos con ella.
Seth se lamentó cuando se sintió levitar en el aire, y dejó salir un gruñido de impotencia cuando la poca luz que tenía se acabó, acompañada de un sonido metálico, como las puertas de un vehículo al cerrarse.
¿A dónde nos llevan? Se preguntó, antes de caer rendido.
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Editado: 24.01.2019