Quiéreme

Capítulo 1

 

Agachado al pie de un árbol, Logan intentó comprender las acciones de su grupo de lobeznos a cargo. No podía quejarse, ni debía, pero por dentro contaba los minutos para terminar de una vez.

Y no era que esos seis pre-adolescentes no le agradaran, el problema era que como cualquier cambiante lobo a esa edad, no obedecían bien las órdenes, su posición dentro del clan les importaba la mitad de una mierda y la jerarquía no estaba en su lista de prioridades.

Pero los jóvenes necesitaban control, disciplina y un lobo dispuesto a poner las cosas en orden. Para su desgracia, desde hacía tres meses, Logan tuvo que ser “Ese” lobo.

—No mires así Logan, Claude fue el que empezó.

Oh no, ahí otra vez la misma excusa de siempre.

—Miente, Chris está celoso porque yo soy quien siempre está a cargo.

Su mirada pasó desde el pequeño Claude al hijo de Clara y Lucas, era un verdadero dolor de muelas el noventa por ciento del tiempo, el diez restante era una cuestión incesante de alardeos que estresaban al grupo entero y echaban por la borda cualquier intento de trabajo en equipo.

—No me importa quien empieza y quien termina la cosa —Trató de no pasarse con el tono de voz, pero había acumulado suficiente frustración en el día y esos chiquillos lo estaban llevando al borde—. Lo que me interesa es que por una vez, una sola maldita vez, realicen los ejercicios de rastreos.

Pasaron dos horas y el grupo todavía no encontraba el rastro del señuelo, llamado Ryon.

Obtuvo como respuesta seis miradas serias, bien, el grupo era bueno para ponerse en su contra la mayoría del tiempo, un punto de unidad a favor.

— ¿Por qué hacemos esto Logan? —Claude cuestionó, enderezando su postura y manteniendo su mirada fija.

Logan ya lo veía de adulto como un jodido lobo dominante, probablemente un beta o gamma, uno muy fuerte y arrogante si no lo corregían desde ahora.

—Derek dice que todavía no estamos listos para integrarnos a la jerarquía.

Chris era un año mayor que Claude, pero en estatura era más pequeño, de ahí las constantes peleas de ego.

—Sí, la escuela es obligación suficiente —añadió Erin, una de las jóvenes que se encaminaba a ser igual de dulce y feroz como los demás omegas.

Logan resopló y se levantó con pesadez, revolvió su cabello y miró a los seis niños-no-tan-niños a los ojos.

Un lobo delta como él no tendría que hacer el trabajo de los Gamma, instruir a la nueva generación requería de cierto tacto y paciencia, dones que Logan carecía. Más que un trabajo, era un castigo por haber ayudado a Caleb a liberar una prisionera del clan, y aunque defendió muy bien las razones por las que lo hizo, no estuvo exento de castigo, y el alfa dio justo en su punto débil, su total ignorancia acerca de los niños.

Pero Derek tenía un arma de doble filo, pues en su ineptitud para enseñar Logan podría dejar aprendizajes erróneos que le costarían al clan en el futuro. Lástima que tuviera escrúpulos, y algo de decencia, por más frustrado que se sintiera, no iba a corromper a esos jóvenes revoltosos. Así que, la segunda opción era hacer que, al menos en su último día cumpliendo su castigo, las cosas en ese grupo funcionen.

  1.  

— ¿Sí, Logan?

Tenía que admitir que adoraba el brillo de sus ojos oscuros, de todos, ella era la única ansiosa por aprender y prestar atención, si tan solo los demás aprendieran de ella...

—Inhala por la nariz y baja la lengua al suelo de tu boca, dime ¿qué hueles?

La joven olfateó con sus ojos cerrados, Lily era su alumna distinguida.

—Conejo, y... Cuervos... Ryon.

Bien, el grupo ya tenía un rastro.

—Erin, ¿hacia dónde sopla el viento?

—A favor.

—Beck a la izquierda, Paul a la derecha, Lily sigue el rastro, Claude y Chris atentos a las huellas, Erin mantendrá el grupo alerta por si los demás los encuentran primero ¡Andando! ¡No quiero retrasos ni peleas esta vez!

Los seis lobeznos marcharon con sigilo siendo guiados por su cachorra favorita, sin romper formación y en completo silencio, Logan sonrió complacido y esperó de pie junto al árbol, varios minutos, hasta que un aullido de victoria resonó a la distancia.

El ejercicio terminó, y por primera vez en tres largos meses, su equipo se llevaba los puntos.

—Bien hecho —les dijo, los seis regresaron con Ryon, el miembro restante del equipo— ¿Ven que no es tan difícil sacrificar el ego por el bien de todos?

Extendió los brazos con una gran sonrisa, pero ninguno de ellos movió un solo músculo por él.

Bien, podía con eso, ellos no le agradaban y él no le agradaba a ellos, no era un gamma instructor.

—Terminamos, como último ejercicio, deberán encontrar el camino al Centro.

Los niños lo dejaron con una última imagen, sus rostros llenos de entusiasmo por la idea de un trago de independencia.

—Por fin, ya me estaba cansando de aplastar tu cola peluda.




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