Quiéreme

Capítulo 9

 

Logan se encontró rodeado por siete leopardos de las nieves que le llegaban a la mitad de las piernas, estaban en la base de una laguna sobre la que descendía el agua de la cascada con un fuerte sonido. La belleza del paisaje quedó relegada cuando esos siete bajaron apenas lo vieron llegar junto a Emmy, se acercaron con las orejas gachas y miradas asesinas, comenzaron a acecharlo con gruñidos y siseos.

Paralizado ante aquellos, que por su tamaño debían ser adolescentes, buscó la ayuda de Emmy pero la mujer ya estaba subiéndose a una piedra del otro lado.

¿Iba a dejar que ellos lo devoraran?

No era justo, eran mayoría y jóvenes, de otro clan y para colmo estaban furiosos como animales salvajes. Logan no podía tocarlos, ni siquiera gruñirles, porque de hacerlo estaría amenazando a los jóvenes y entonces tendría a medio clan adulto queriendo beber su sangre.

—Emmy... —pidió a través del nudo en su garganta.

Ella echó una queja al aire, inclinó su cabeza hacia atrás dejando caer su cabello. Era una magnífica vista por la que habría matado antes, pero ahora no podía contemplar su belleza teniendo a esos gatitos con hambre alrededor.

—Oigan pequeños demonios —Emmy habló fuerte, los siete elevaron sus cabezas—. Ya dejen al lobo en paz, Liam no quiere que nadie lo toque.

Uno a uno, los jóvenes se alejaron con recelo y fueron a saludarla. Bien, ahora no podía acercarse a ella como tanto quería porque estaba rodeada de adolescentes que le daban miradas que decían “Mataremos por ella” en parte era algo tierno, y también aterrador.

— ¿Cuántos años tienen? —preguntó mientras se sentaba a la orilla de la laguna.

—Entre catorce y diecisiete años.

Eran cachorros, pero actuaban casi como adultos.

—Querían matarme, así no se supone que son los cachorros.

Gruñidos, de nuevo, Logan rodó los ojos.

—Maduran más rápido que los lobos.

De reojo, se veía mejor, rodeada de los cachorros, mirando desde la altura con arrogancia felina, sintiéndose dueños de todo. Emmy permanecía mirando la cubierta de árboles bañados por el sol, mientras la cascada ponía el sonido de fondo, Logan se preguntó en qué estaría pensando. El lobo quería acercarse aún con el riesgo de ser desarmado en trozos por los cachorros que parecían adultos, el hombre, prefería la tortuosa distancia, estaba fascinado por ella pero no era idiota como para hacer una tontería.

— ¿No deberían ir a la escuela? —le escuchó hablarles.

Uno de ellos se quejó con un gruñido bajo.

—Tienen que ir, es por su bien —Emmy se oyó dulce, casi tanto como su aroma que lo envolvía, desatando su impaciencia—. Ahora, vayan.

Los siete obedecieron a regañadientes, bajaron mirando a Logan como si fuera una presa a la cual cazar y luego se perdieron en el interior del bosque.

Viéndose a solas, se puso de pie sacudiendo sus manos llenas de tierra húmeda, procurando no hacer gestos y movimientos bruscos, se acercó hasta el pie de la roca donde ella estaba sentada, tenía la atención completa, sus ojos verdes sobre él, entre cerrados, su cuerpo al borde de la tensión, listo para lanzarse.

—Tienes buen tacto con los jóvenes —dijo, reclinando su espalda sobre la superficie dura y fría.

—Sólo con los adolescentes —respondió, restándole importancia—. Los más pequeños no me hacen caso.

—No eres una persona familiar.

Emmy esbozó media sonrisa, el peligro latente en un gesto que provocó al lobo.

—No sabes nada sobre mí, lobo.

Incapaz de soportar la distancia, Logan necesitaba más, aunque no podía tener lo que quería de ella. Subió por la roca consciente del riesgo que suponía, el siseo de advertencia no le detuvo, pero no pasó más de eso. Sonrió para sus adentros, Emmy aceptaba su avance. Al llegar a la cima, por poco se resbala en la superficie mojada, pero luego de mantener su equilibrio, logró colocarse junto a ella.

Había una delgada brecha entre ambos, de apenas centímetros.

— ¿Qué haces Logan? —ella cuestionó, su voz suave, ahogada por el sonido del agua al caer.

—Aprendiendo ¿no se supone que es lo que debo hacer aquí?

Su perfil besado por los rayos del sol le hizo tan tentadora que tuvo que dirigir su mirada a la cascada, un movimiento podría acercarlo más... O derribarlo al suelo.

—No sé lo que debes aprender aquí, ningún leopardo morirá por un lobo, jamás, hay una herida en el clan tan profunda que no es capaz de sanar, hecha por los colmillos y las garras de los lobos. Tú eres un pobre enviado con la misión de hacer que confiemos en los tuyos, soy escéptica Logan, no creo que eso sea posible.

Pensó en cada palabra, envuelta en un matiz oscuro, dicha con una honestidad fría. La intriga creció en su interior, pero era la determinación la que le hizo volver a mirarla.

—Entonces, olvidemos la alianza, pero permíteme demostrarte lo que soy, lo que puedo hacer. —Hizo una pausa, sus ojos se detuvieron en sus labios pequeños, impuso su esfuerzo en mantener un tono de voz firme a pesar del fuego que se expandía en su interior—. Quiero saber sobre ustedes, ese es mi trabajo aquí. Aprender.




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