Quiéreme

Capítulo 10

 

Emmy se dejó caer en su sillón favorito, era de noche y una hora atrás había abandonado a Logan en su cabaña. Medio enfadado medio cansado, el lobo estuvo silencioso al final, pero no desistió en dejar ese estúpido sobrenombre.

«Ya deja de pensar en él» se dijo, presionando sus manos contra la piel de su rostro.

—Ya deja de hacer eso —Yulian se quejó desde la cocina—. Terminarás arrancando el pellejo, y eso da miedo.

—Dime la razón por la que permito que te quedes en mi casa.

—Bien, Conrad está muy loco y agresivo por su vínculo con Amara, Talia no quiere saber nada con compartir su casa con otro hombre que no sea su compañero, y yo estoy temiendo por mi vida, con una gata demasiado terca que quiere mi pelaje para decorar su habitación, y con mi animal luchando contra la necesidad de caer en sus garras.

Emmy dejó caer los brazos al suelo, miró por un momento el techo con la lámpara rodeada por un cobertor hecho de varillas de madera y papel reciclado, luego apareció el cuerpo de su amigo con esa mirada suplicante en sus ojos azules.

—Te advertí...

—Sí, ya sé, el amor es una mierda según tú, pero no es tan sencillo no sentir nada por nadie.

Con frustración en su rostro, Yulian rodeó el sillón para acomodarse en otro individual.

— ¿Qué quieres? —Cuestionó—. ¿Quedarte con Dyra o huir de ella?

Mentalmente su puso un freno, no tenía tacto ni la sensibilidad suficiente para hablar de temas tan... Delicados. Ella era directa, iba al punto para resolver de inmediato el problema, pero no en todos podía aplicar su método, y el debate amoroso de su mejor amigo no era la excepción a ese punto.

Con los párpados a medio cerrar, Emmy esperó la respuesta, mientras observaba a Yulian pensar con esa seriedad que siempre demostraba ante los problemas, su mirada distante, perdida, ella no comprendía por qué se ponía de esa forma solo por una chica, parecía más un adolescente abatido que un hombre adulto.

El amor hacía cosas muy absurdas en las personas... Le hacía desear jamás caer en eso.

—Quiero un vínculo —fue su respuesta, tiempo después, tanto que no dudaría si se hubiese dormido y sus palabras fueron su botón para despertar—. Pero ella no.

Pocas veces lo veía tan derrumbado, Yulian era astuto, orgulloso y fuerte, un poderoso cambiante que daba todo de sí mismo sin pedir nada a cambio, era leal. Verlo con la emoción del vacío ocupar su mirada le afectó, y puede que se mostrara serio y reflexivo por fuera, pero Emmy sabía que sufría, muy en el interior.

Deseaba darle una visita a la mujer que lo puso así. Sería un grave error que terminaría con el leopardo furioso de Yulian molesto con ella por lastimar a su pareja, y Emmy tenía prudencia en sus venas, no quería enfrentar su furia, la bestia de su amigo era enorme.

— ¿Ella te rechazó?

—No... Ella... No lo sé... Siempre dice que no está lista.

Un poco de aflicción tiñó su voz, Emmy consideró sus opciones.

—Es una maldita hija de...

—No te atrevas.

Gruñó molesta, era verdad, esa mujer controlaba su vida, lo tenía colgando de sus dedos, casi le obligaba a ocultarle su identidad a sus amigos y por si fuera poco le dejaba subir sus esperanzas y luego lo dejaba caer al vacío, haciéndole sentir inseguro y menos por ser incapaz de lograr el afecto suficiente en ella como para vincularse.

—No pueden seguir así.

Yulian chasqueó la lengua, Emmy rodó los ojos, no necesitaba un leopardo molesto y gruñón a esas horas de la noche.

—Tú no sabes nada —refunfuñó—. Jamás has sentido lo que yo siento.

—Pero sé lo que es el instinto —replicó—. También soy un cambiante y he tenido la necesidad de buscar pareja.

—No es lo mismo.

No había forma de ganar con su terquedad, o quizá sus temperamentos eran tan parecidos que en una discusión ninguno ganaría por el afán de ambos de obtener la razón.

Emmy terminó por rendirse.

— ¿Por qué quieres vincularte? —Preguntó, cambiando un poco el enfoque.

Por primera vez desde que llegó, Yulian la miró a los ojos.

—Porque la quiero —contestó, encogiéndose de hombros.

Emmy se incorporó en el sillón, incapaz de darle un sentido a lo que para ella sonaba como una total estupidez.

— ¿Y no puedes seguir queriéndola sin tener que atarte a ella?

Otro gruñido, Yulian rompió el contacto visual, movió sus dedos sobre el apoya brazos del sillón con nerviosismo.

—No lo entenderías.

—Lo haría si me explicaras lo que te pasa, tú no eres así. Eres fuerte, dominante, orgulloso, no te sometes con facilidad, y ahora que una falda anda alrededor te comportas como un inocente sumiso, no puedo comprender eso.

Yulian se inclinó hacia adelante, estaba molesto.

—Cuando sientas que esto —apoyó una mano en el centro de su pecho—. Se oprime, duele y solo puede ser consolado por la existencia de un otro, ahí sabrás lo que me pasa. Yo la quiero, no puedo explicarlo más fácil, la veo y me pierdo en ella, quiero que sea mía. Pero de vínculos y afectos... Tú no sabes nada, Emmy, si no crees en el amor no podrás entender por qué quiero vincularme con ella.




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