Quiéreme

Capítulo 17

 

Logan traspasó el límite que separaba ambos territorios, el arroyo ancho que corría con un suave murmullo había aumentado su caudal debido a la crecida, pero no le importó mojar sus zapatillas y andar con pesadez, estaba contento en parte por regresar a todo lo que era conocido para él. Casa. Lobos. Atrás quedaban los gatos desconfiados y algún par que lo trató con un poco de respeto. Atrás quedó la mujer de aroma dulce que era tenaz, dominante y obstinada.

Poco a poco, los aromas familiares llegaron a él para golpearle de lleno en el alma social del lobo. Aulló, el sonido largo y un poco agudo se esparció por el bosque, pronto otros le acompañaron.

—Los lobos y sus manías —refunfuñó alguien frente a él.

Su pelaje se erizó al sentir el poder emanando de alguien que se veía tan joven. Ojos azul claro, piel pálida, cabello negro, mirada distante, al suelo. Reconoció ese andar felino tan suelto y despreocupado, como adueñándose de la tierra que pisaba.

—Hola, Evan.

El chico pasó por su lado sin prestarle atención, esa actitud indiferente no le agradaba, ya se podía imaginar a lo que sus compañeros tuvieron que enfrentarse.

—Espero que no hayas arruinado mi casa —dijo a lo lejos.

Logan se detuvo para mirar sobre su hombro.

—Espero que mi nido haya resultado acogedor.

Evan elevó el dedo medio en el aire y continuó caminando.

Logan siguió, el bosque se abría paso en guaridas y nidos, saludó con alegría a cada lobo con el que se cruzó, algunos le correspondieron el gesto, otros le miraron como a un bicho raro, el resto... Tuvo que olfatear varias veces para comprobar que de verdad era uno del clan.

Tenía el olor tenue de los Ice Daggers en su piel, no importaba cuantas veces se sumergía en agua y jabón, quedaba esa esencia a hielo y tierra, una esencia sutil que permanecía en cada uno en ellos, incluso en él.

No se molestó en dar explicaciones, solo en asegurar que seguía siendo un lobo, un Moon Fighter.

Nunca pensó poder extrañar tanto esto, la gente con la que se veía a diario, sus compañeros guardianes y amigos, nunca pensó sentirse tan a gusto regresando a casa.

—Hey, Logan.

Se dio vuelta para ver a Seth acercándose al trote, sonriente y con ese brillo divertido en sus ojos azules.

—Volviste... —Seth palmeó su hombro, su sonrisa se ensanchó, ah... Le había hecho falta su simpatía— ¿Te echaron? ¿Renunciaste? ¿Vas a desertar?

Ante la rápida avalancha de preguntas Logan negó.

—Ninguna de las tres, tengo permiso de regreso por un día, estoy de paso aquí, solo entregaré mi reporte a Derek, veré a los demás y me iré de nuevo con los gatos por la noche.

Seth movió su cabeza comprendiendo, Logan vio sus pupilas dilatadas y su cuerpo tenso. No tardó mucho en sacar una conclusión, esperaba que no fuera nada grave, aunque pensándolo bien... Tendría que ponerse al día con todo aquello importante que sucedió en su ausencia.

— ¿Algo interesante en el trabajo?

—Ni te lo imaginas, desde muy temprano he rastreado el aroma de lobos errantes, cerca de las tierras baldías de los gatos.

Logan continuó caminando, Seth le siguió.

— ¿Tienes idea de cuantos son?

—No estoy seguro, los rastros son tan débiles que no puedo diferenciar números, tal vez dos o tres, lo que sí noté y es algo importante, el rastro pertenece a machos.

El lobo se removió en su mente, tenso, interesado en una cacería de intrusos.

Su instinto territorial seguía vivo.

—Quizá están inspeccionando esa zona.

—Tal vez, no hay nada seguro, he alertado a los demás rastreadores pero como las tierras ya no son nuestras, no podemos hacer mucho. —Seth revolvió su cabello castaño, luego cambió de tema, desatando su curiosidad— ¿Cómo te han tratado los gatos?

«Oh viejo amigo, si supieras...»

Para el odio que nos tienen por ser lobos, se mostraron bastante educados.

— ¿En serio?

—Guardaron garras y dientes, eso ya es un buen logro.

—Ah, entonces ya confían en ti.

Logan miró a su amigo a los ojos, sacudió su cabeza.

—Todavía falta para eso.

Y no estaba seguro si, al finalizar las cuatro semanas, podría cumplir con el objetivo propuesto. Ya ni siquiera tenía fija la verdadera razón por la que lo hacía, no creía que de esto saliera una alianza, quizá Derek estaba demasiado desesperado y por eso apuraba las cosas.

Pero si lo pensaba bien, él y Sean Wells no llegaron a ser casi amigos hasta después de que el lobo alfa cumplió dos años en el puesto. Por supuesto, la situación era diferente, ambos clanes se unieron para evitar que una facción de militares humanos extremistas los expulsara de las tierras, conocía bien la historia, en diez años la herida todavía no cerraba, la guerra se cobró muchas vidas cambiantes, de ambos lados, el alfa y padre de Sean fue uno. El puma tuvo que encargarse de su clan con apenas dieciocho años, cuando en realidad tendría que haber ascendido el lugarteniente. El punto era, que después de ganar el derecho a quedarse en sus tierras, la tregua se convirtió en tratado, y dos años después, se selló una alianza.




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