Quiéreme

Capítulo 18

 

Emmy se detuvo frente a la cuadrilla de vigilantes que Liam le puso bajo su mando, la noche anterior Yamil y Aiden encontraron huellas de lobos en las nuevas tierras agregadas, de nuevo. Era frustrante no poder identificarlos, tampoco saber si eran o no parte del clan Moon Fighters. Los extraños tenían un rastro sensorial demasiado débil para el olfato de un leopardo, por esa razón todavía no eran capaces de identificarlos.

Liam comenzó a barajar la idea de que los intrusos podrían ser cambiantes guepardos, eso explicaría la falta de aromas, pero la debilidad de su hipótesis recaía en el hecho de que ellos no formaban clanes de ningún tipo. Eran solitarios arraigados. Además, las huellas no concordaban con ningún felino, eran de lobos, nadie lo negaba.

Así que, el objetivo de la cuadrilla era seguir las huellas y establecer un límite territorial firme hasta donde se terminaban. Encontrarlos y hacerles saber que había todo un clan dispuesto a enfrentarles en cualquier momento.

A mitad de mañana, Emmy dirigió el camino hacia las tierras nuevas, había elegido a cuatro de los mejores rastreadores para que le ayudaran a seguir el rastro, junto dos Centinelas y Vigilantes, como refuerzo.

Alerta, atenta y lista para todo, ella se mantuvo firme en su paso mientras por dentro se hallaba inquieta, no sabía con qué podría encontrarse, existía la posibilidad de que los intrusos fueran mayoría y ellos terminarían en una lucha sangrienta... No, eso no sucedería, Emmy los haría pedazos.

—Encontré algo.

Se detuvo y dio cinco minutos de descanso, dejando su mochila en el suelo, corrió para alcanzar a Conrad que iba más adelantado. Estaba en cuclillas observando algo con mucha atención.

— ¿Qué es?

El hombre se giró y en su mano le mostró un dije hecho en metal pulido, atado con un hilo negro cortado en un extremo.

—Alguien se lo quitó a la fuerza —Conrad lo movió entre sus dedos, sus ojos grises habían cambiado a un celeste intenso—. Es la insignia de los Moon Fighters.

Los murmullos se escucharon detrás, Emmy ya preveía que los muchachos podrían irse en búsqueda de lobos vigilantes para cazar.

Ella debía poner orden.

Trató de recordar las palabras de Logan acerca de los objetos con los que los lobos se identificaban en sus funciones, cada “casta jerárquica” poseía uno y dependía del dije y la posición dentro de la estructura social, el trabajo que se les asignaba.

Logan era un lobo delta, guardián.

La insignia del clan es la luna creciente...”

Esa era una notable diferencia.

—No, no lo es.

— ¿Por qué estás tan segura?

—Logan me dijo que la insignia de su clan es la luna creciente y aquí hay una media luna con garras, es diferente.

Conrad dudó, volvió a girar el dije entre sus dedos y lo acercó hacia su nariz para detectar algún rastro.

—Pero, todos los dijes que utilizan son distintos, ¿no es así?

—Sí, pero conservan un detalle en común y es la luna creciente. —Emmy se puso de pie y observó alrededor— ¿Tiene algún rastro?

—No he podido detectar nada.

Entonces, el objeto era inservible.

—Que los rastreadores lo analicen, tiene que haber algún aroma impreso en eso.

Acomodando los mechones rojizos de su cabello, Conrad asintió y de inmediato fue con los rastreadores para darles el dije, Emmy se aseguró de que todos estuvieran en la misma ubicación para sentarse a descansar unos minutos. Podía caminar y correr largos tramos sin bajar sus energías, pero el calor sofocante era el enemigo mortal de un cambiante leopardo de las nieves, eran los únicos de su raza que tenían una debilidad climática y no todos los demás lo sabían. No es como si les fueran a revelar eso, en tanto menos sepan los demás más seguros estaban. Pero debían ser cuidadosos en esa época del año, no exponerse demasiado al calor y no exceder sus energías, Liam no los habría enviado de no ser necesario, pero dos reportes de intrusos en menos de cuarenta y ocho horas era algo por lo que preocuparse, y antes de que el inestable alfa se exponga a tensiones y al agobiante clima, ella prefería derretirse en esa misión.

— ¿Estás bien? ¿Necesitas hielo? —Yulian se acercó preocupado—. El río no está muy lejos.

Emmy miró a los ojos azules del vigilante, gotas de sudor caían por su sien y humedecían su cabello, el resto se veía en iguales condiciones.

—Estoy bien, de verdad, entrega el hielo a los demás.

Yulian bufó.

—Ya lo hice —le extendió un paquete relleno con cubos—. Es tu parte.

Recibió con gran alivio el frío que emanaba el plástico y comenzó a frotarlo contra su piel, el felino irritado se estiró en su mente complacida por el descenso, casi efímera, de su temperatura. Emmy anhelaba el invierno.

—Oí que el lobo regresó muy temprano y en mal estado, ayer.

De solo pensarlo el impulso volvió con fuerza, Logan regresó apenas cuatro horas después de haberse ido a su día libre, con su lobo inestable y un humor terrible. Cuando ella lo vio a metros de la cabaña pensó que se trataba de una rabieta común con alguno de sus compañeros de clan, pero al ver el dolor en sus ojos, el lobo le dijo sin palabras algo que le oprimió el corazón “He perdido algo importante” era un mensaje invisible, pero que rodeaba al lobo en su seriedad, ni siquiera le dedicó una sonrisa como era habitual todos los días, simplemente se quedó quieto sentado al pie de un árbol, mirando la distancia, y Emmy creyó prudente dejarlo solo.




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