— ¿No deberías estar pendiente del lobo de juguete?
Yulian evadió su mirada otra vez, desde que supo la verdad sobre su pareja lo venía haciendo muy seguido, de hecho le evadía cada vez que Emmy se acercaba a él con intenciones de hablar. Si Yulian afirmaba no ser un traidor ni guardar secretos importantes... Esa actitud no le hacía muy creíble.
—Logan puede cuidarse solo, ahora, tú y yo tenemos algo que terminar.
—No.
—Claro que sí.
Yulian le cerró la puerta en la cara.
—Yulian...
Del otro lado se escuchó un siseo molesto, Emmy rodó los ojos, preparándose para intentar de nuevo. Pero su amigo le conocía bien, sabía que cuando algo se le metía en la cabeza ella siempre intentaba hasta tenerlo, de la misma forma, sabía cómo hacer para detenerla y solo Yulian le hacía obedecer.
—Por favor, Emmy, ahora no.
Ese tono, dolido y apenas audible, calaba profundo en su sangre, sintió pena, estaba mal, y no quería ayuda. No le quería cerca. Angustiada, Emmy quiso replicar, intentar de nuevo, pero el felino insistió en que no era lo correcto, el leopardo de Yulian estaba cerca y alterado, no sería bueno presionarlo más.
—No te alejes —murmuró, apoyó su frente sobre la puerta—. Puedo ayudarte.
Su respuesta fue un silencio largo, no iba a ceder, Yulian no quería hablar con ella.
Tragando el nudo en su garganta, Emmy se fue. Su humor no era muy bueno, de hecho, desde que supo lo que ocultaba Yulian no había parado de sentir nervios y ansiedad, le preocupaba, y mientras los demás estaban alegres por la llegada del pequeño Eamonn, ella se mantenía distante. No era que no le importase, al contrario, ella se sentía feliz por Liam y Shelly, incluso había pasado un par de horas con el niño, pero su mente daba vueltas con todas las cosas que llamaban la preocupación, los lobos intrusos que vio en el río, la pareja de Yulian y su increíble disposición a contarle asuntos privados del clan, la actitud distante y triste de Logan...
Quizá eso le dejaba más preocupada que todo lo demás, desde que regresó de su territorio había cambiado, ya no se veía pasear por el bosque o hablar con los demás, ahora que todos le veían como un héroe por salvarle la vida a Shelly y a si cachorro, sus compañeros de clan estaban contemplando la idea de aceptarlo. Logan debería estar contento, no triste. Algo sucedía, de eso estaba segura.
Sus pasos le guiaron hacia él, casualidad o necesidad, ella no protestó por eso. Tal vez, distraerse le vendría bien para dejar las preocupaciones atrás.
El aire olía a tristeza, era como un abrigo que le envolvía de a poco a medida que avanzaba. Salió al descubierto y lo encontró de espaldas, apoyado contra la valla del porche, su tristeza era más profunda, casi podía oír el lamento del lobo en el aire.
Se detuvo, indecisa, quizá Logan quería estar solo igual que Yulian, los hombres como él estaban solos cuando se sentían tristes, ellos eran fuertes y aunque sonara absurdo, abrazaban la tristeza en silencio. Pero lo que le hizo reaccionar fue un pequeño sollozo apenas audible, y eso fue todo lo que necesitó para acercarse.
— ¿Qué pasa Logan? ¿Estás bien?
No hubo respuesta, pero el sonido se detuvo, él le escuchaba. Emmy subió los tres escalones, por primera vez desde que lo conoció, el lobo no le miraba de frente con sus ojos dorados, ni siquiera con el café del humano, se mantenía fuera de enfoque, sus piernas dobladas contra su pecho, rodeadas por sus firmes brazos. Sus ojos, así como su nariz, estaban enrojecidos, signo de llanto, y eso hizo que su corazón se oprimiera por una necesidad tan brutal... Emmy quería aliviar lo que sea que estuviera sintiendo y no sabía cómo, ni por qué, solamente lo sentía, el dolor tan profundo enredándose como zarcillos en la brisa calurosa, la tristeza en un rostro que siempre había sido sereno... Y de pronto extrañó que le dedicara una de sus sonrisas arrogantes...
« ¿Pero qué rayos me está pasando?»
Se arrodilló en la madera, a una distancia prudente, lejos de su aroma terrenal, masculino, del que hacía crecer el impulso felino de acariciarlo.
— ¿Logan?
—Sugar... Estoy bien —giró para mirarla, el marrón de sus ojos carecía de brillo y fuerza dominante—. Es solo que... No lo entenderías.
Ella quiso gruñirle, pero se contuvo, hizo oídos sordos y se ubicó más cerca, frustrada ¿por qué todo el mundo decía que no entendía las cosas? Emmy no era ninguna tonta.
Suspiró, tampoco podía obligar a los demás a contarles sus asuntos, tenían el derecho a la privacidad.
—Está bien si no quieres hablar, pero... No me gusta tu tristeza.
Logan le ofreció media sonrisa, un gesto demoledor que hizo su propia angustia crecer, ¿qué le había sucedido al lobo para estar así?
—No te preocupes —dijo, llevó su cabeza hacia atrás dejando su cuello expuesto—. Quizá estoy así por una sobrecarga emocional, ya sabes, los lobos sentimos lo que los demás sienten y reaccionamos a eso, quizá esa es la razón por la que estoy sensible, o... No sé... Tal vez la pérdida de mi madre sigue doliendo.
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Editado: 24.01.2019