Quiéreme

Escena final

 

 

 

Elliot

Su presencia me impacientaba de formas que no podía explicar, quería correr, quería gritar ¿Por qué estaba él encerrado con ellas? ¿Qué hablaban? ¿Por qué tenía yo el paso prohibido a mi propia casa? ¡¿A mi maldito propio despacho?! Las ansias me mataban, y sobre todo quería golpear al inútil de William, quien estaba demasiado calmado como si supiera cosas que yo no sé—dímelo todo ahora—le espeté tomándolo del cuello de la camisa.

—No tengo nada que decirte—me dijo con su seriedad inhumana, lo solté, no podía perder tiempo con él, solo quería saber que ella estaba bien y por supuesto de que hablaban allí durante tanto tiempo ¿la estarían insultando? ¿Acusando de oportunistas? En ese caso no deberían puesto que ¿para qué? Si no tenían necesidad alguna, tal vez él solo no lo sabía.

Entré desesperado, no podía más ¿Por qué tenía que ser excluido? Era su propio hijo, y aunque lo detestara como padre, sabía que él aún me guardaba cierto aprecio. Las vi allí sentadas en las butacas frente al escritorio sometiéndose ante ese personaje que se hacía llamar mi padre, no lo había visto llegar a la casa, solo supe que las busco directamente y se encerró con ellas y esta vez no dejaría que hiciera lo que le dé la gana. Will entró detrás de mí para sacarme de allí—sal, menso—me dijo William tirándome del hombro a regañadientes.

—No—dijo con su gutural voz y Will me soltó retirándose—ambos—añadió y él regresó con la mandíbula apretada, él más que yo no le gustaba pisar su mismo piso—creo que es un buen momento para presentarles a Gabrielle Alexandra Sking y a Lileam María Kendrick—yo y Will nos miramos y las miramos a ellas quien no tenían cara para vernos a los ojos—esta señorita es la única heredera del grupo Kendrick y esta otra es su cuidadora oficial.

 

 

William

— ¿qué pasa con eso? —pregunto Elliot caminando junto a Lileam quien avergonzada no se atrevía a mirarlo—eso yo lo sé—la tomó por la cabeza y le plantó un beso en la frente delante de su papa, ella arrugó el rostro ante su respuesta sin poder creer aquello, Gabrielle en cambio mordió sus labios, pues ella si sabía que nosotros lo sabíamos todo y que solo Charles creía que nos decía algo que no supiéramos de ante mano y era lógico yo no dejaría a nadie desconocido viviendo en la casa, y era obvio que hacía mucho que ya sabíamos todo de ellas. Las cosas se tornaron más relajadas a partir de allí siendo Lileam la única que no sabía aquello.

*****

—Tenemos que hablar—me dijo ella aun con una seriedad ajena a ella.

— ¿Qué pasa? —la acerqué a mi pegándola a mi pecho.

—esto va contra todo lo que he jurado, pero a esta altura del juego creo que tengo que ser honesta contigo—ella temblaba suavemente, lo que me dieron ganas de apretar el agarre como ya de hecho lo estaba haciendo, pues sabía exactamente de qué me hablaría. Antes no había tenido ningún apuro en enfrentarlas, sabía que no figuraría ningún daño si podía anticiparme a todo sus pasos, ya habían estado el tiempo prudente en esta casa para saber que sus intenciones no eran hacerle daño a Elliot, y al contrario, él era quien figuraba un peligro para ellas—no somos quien ustedes creen—las palabras apenas se escuchaban y la dejé tranquila—la verdad es que los papas de Lileam murieron, y ella se quedó al cuidado de unas malas personas que solo querían hacerle daño—parecía una niña admitiendo que había roto algo de la casa, lo que sería peor—así que ella solo huyó y mi deber era cuidarla, y solo terminamos aquí, pero no era nuestra intención y la verdad es que no somos del todo desamparadas sin familia y que, y que—le besé la cabeza y la abracé.

—Lo sé—fue todo lo que le dije.

*****

Lileam nos miraba a todos pérdida, entendiendo por nuestras miradas que solo ella creía en el misterio, pero que supiéramos todo no liberaba la tensión del despacho puesto que charles seguía allí y con solo su presencia el ambiente era pesado. Él era un viejo sombrío de cabellera aún muy rubia como la de Elliot, que solo sabía ser simpático con quien le daba la gana y al parecer Lileam era una de esas personas.

—Me tengo que ir—dijo Lileam mirando a Elliot quien con poca cosa se le pudo ver destrozado.




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