Jane
Ya han pasado varios días desde que tuve la primera cita con Liam, las cosas han ido muy bien desde entonces, pero hay algo en mí, una voz interior, que me aconseja mantener la calma. Es complicado aguantar las ganas de besarlo cada vez que me mira en clase, es una sensación que jamás había experimentado, cuando lo veo, lo único que mi cuerpo desearía es besar esos profundos, suaves y finos labios que me hacen suspirar.
Estaba tumbada en mi cama mientras estudiaba un poco, mientras tanto Emma, que sabía todo, doblaba su ropa. Era viernes y dentro de dos horas tenía que regresar a casa.
- En serio, Jane, te entiendo perfectamente, lo que me preocupa es verte tan enamorada, no ves que las cosas están ocurriendo a tu alrededor ni te das tiempo a que reaccionar- me dijo Emma, yo la escuchaba sin mirarla porque estaba haciendo apuntes. Emma en un principio lo había entendido y me apoyaba, pero cada vez que podía me aconsejaba lo mismo. Yo también sentía que las cosas estaban avanzando muy rápidamente, pero al contrario que Emma yo lo veía como algo positivo. Durante estos días Liam y yo mantuvimos varias conversaciones en las que nos conocimos más, aunque sentía que no estábamos siendo totalmente sinceros.
- Emma, por favor, ahora no quiero que me des la chapa- le advertí con una media sonrisa, no podía enfadarme con ella.-, además tenemos que darnos prisa, mis padres me estan esperando para cenar juntos y ya es un poco tarde.- Solté a modo de comentario que al momento supe que había recordado a Jackson.
- A Jack le encantaba la cena, siempre me decía que eran los momentos más divertidos en tu casa.- me recordó con una triste mirada.
- La verdad es que sí, Lexie nos contaba todo lo que había hecho durante el día y Jackson contaba chistes malos acerca de la comida de mamá, mientras papá y yo nos limitábamos a reír.- lo recordé con una sensación de pinchazo en mi corazón. Desde la muerte de Jackie las cenas se habían vuelto algo poco usual, cada uno cenaba lo que quería o ni siquiera cenaba.
Mis padres habían estado toda la semana insistiéndome para que fuera a casa durante el finde, me decían que tenían algo para mí. Desde que me fui de casa solo hablaba con mis padres por las noches o cuando me daba tiempo.
Cuando Liam me propuso ir a la casa de sus padres no me pareció una mala idea pero justo me iba esos días por lo que postergamos esa invitación.
Una hora después, Emma y yo estábamos en el coche de camino a casa, al salir del campus de la residencia nos encontramos con Amy y Vanessa a las que saludamos de paso, unos minutos después al pararme en un stop Andrew apareció y se acercó a mi ventanilla, no quise hablar con él por lo que no baje la ventana, y según lo que pudimos entender Emma y yo, me estaba intentando pedir perdón pero las formas me parecieron muy bruscas. No pude quedarme parada y continué conduciendo, no estaba preparada aún para hablar con él. Media hora después llegabamos a la casa de Emma, después de saludar a su madre y a sus hermanos pequeños la invité a cenar con su familia y ella aceptó, iría dentro de algunas horas. Seis minutos después estaba aparcando mi coche frente a mi casa, de la cual salieron mis padres y mi hermana para saludarme.
Ya había entrado a mi casa y dejado mi mochila en mi cuarto cuando al regresar al salón pasé por la que fue la habitación más alegre de la casa en su tiempo. Pensar que la que era mi casa había tenido vida hace unos meses me partía el alma y tras pensármelo me decidí a entrar. La habitación era muy moderna y organizada, adjetivos que describían a mi hermano a la perfección. Jackie amaba el beísbol y el baloncesto, eran sus grandes pasiones, tenía una estantería completa de balones de beísbol firmados por grandes estrellas de la historia, la pelota que se encontraba frente a mí era especial porque se la regaló mi abuelo y para él significaba guardar la memoria de una de las leyendas más grandes de la historia, cuantas veces me peleé con Jackson para que me la regalara. Junto a esos tesoros de mi abuelo estaban todos los trofeos que ganó con su equipo de baloncesto en la liga más importante de Los Ángeles. Para mí ,la habitación de mi hermano siempre fue una especie de museo en la que se encontraban todas las reliquias que mi padre y mi abuelo consiguieron del beísbol. Cuando cogí esa pelota en mis manos un cumulo de recuerdos me recorrió el cuerpo, las veces que me había ayudado con la tarea, las noches de cine junto a Lexie, las escapadas que se daba con mi ayuda para ver a Emma cuando lo castigaban, todos esos lindos momentos que nunca más se repetirían hicieron que por primera vez me fallaran las fuerzas y sentada en su cama con la pelota que tanto amaba lloré, me desahogué como pude, no había llorado en estas semanas y el único que podía consolarme nunca volvería a sonreír.
Mamá entró justo en ese momento a la habitación.
- No sabes la de veces que me he refugiado en esta habitación para llorar hasta no tener más lágrimas- dijo mi madre sentándose junto a mí en la cama.
- Mamá, no puedo controlar el dolor que tengo en el alma, lo he intentando, pero no puedo- le expliqué con las últimas lágrimas que había derramado.
- No debes, la tristeza es algo incontrolable,- me respondió mientras me abrazaba.- Esa es la parte más difícil de amar, no saber el dolor que tendrás en tu corazón cuando esa persona ya no esté.
Durante un largo tiempo estuve en esa habitación con mi madre, las dos habíamos guardado muchos sentimientos que dejamos salir en esos momentos. Cuando se acercó la hora de cenar empezamos a preparar el comedor con mi hermana y después de recibir a Emma y su familia, que era prácticamente nuestra familia, compartimos un rato en el que supimos apreciar la compañía del otro.
Liam
Jane y yo no pudimos hablar mucho, después de clases me dijo que se iría a su casa por lo que decidí darle su espacio aunque me hubiera encantado que concociera a mis padres.
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Editado: 16.05.2023