Los demonios según los libros que en la tierra fueron encontrados, son seres malignos, seres que son esclavos de el señor de las tinieblas, el mismísimo diablo.
En la tierra se le dio varios nombres al ser maligno, conocido más como Diablo; algunos de los nombres son: Lucifer, Satanás, Belial, Samael «antigua serpiente», «gran dragón», «Jaldabaoth», «el dios negro», «el dios de este siglo» y «el padre de la mentira»
Los demonios le dan su gratitud, su lealtad a este ser de la oscuridad.
Pero hay muchas personas en la tierra, en esta dimensión espiritual, que juegan con eso, ya que debemos tomar en cuenta que todo ser humano no creo en algo hasta que lo ve o aún más peor lo vive.
En un lugar de la tierra, hay una niña, nacida con el destino de morir al nacer, pero fue la madre que lucho por ella, así logro que su hija que, aunque con dificultades logro sobrevivir, aunque esto le jugara una mala pasada en un futuro, como todo ser humano tiene un nombre, ella se llamaba Vevesi; un nombre realmente extraño, pero a la madre le pareció hermoso ya que era su bebe, el padre no objeto pues veía en el rostro de la madre felicidad, así que no objeto.
Pasando los años ella fue mejorando que, aunque había nacido con complicaciones, la niña fue creciendo de manera normal, tuvo dos hermanos al a edad de cinco años, aunque en el fondo ella quería una hermana para poder jugar con ella, ella quería mucho a sus hermanos, sus gemelos ella le decía. Pero no fue en apenas un año le duro la felicidad, sus hermanos habían fallecido con una rara enfermedad, pues eso le dieron a ella, pensaron que ella era muy pequeña para entender, ni le llevaron al entierro porque era algo fuerte para una niña de seis años, ella no lloro en el funeral, más se puse un poco feliz cuando se enteró del fallecimiento de sus hermanos, pues ella veía y con algo inexplicable podía sentir el sufrimiento de ellos en su propio ser, al sentir eso ella se ponía muy mal, lloro varias noches al sentir esa sensación que la malcomía por dentro, en el funeral fue la primera vez que la habían juzgado, pues ella no lloro absolutamente nada, solo se sentaba junto a los ataúd con una calma increíble, todos sus familiares susurraban eso, aunque ella sabía lo que estaban hablando no se sintió herida, más sintió un enojo contra ellos por llorar a unos seres que algunos ni siquiera los conocían, ahí empezó a entender que eso del funeral no era para los difuntos sino para los vivos, para sentir la sensación de culpa por no ayudar, por no estar ahí cuando se los necesitaba, para poder sentirse bien y no sentir la culpa.
Ese día fue la primera vez que la venda de la inocencia de una niña del tema de la muerte se cayó.
Y empezó a odiar a la gente y también su egoísmo.