Ella tenía un fuerte presentimiento de que conocía al joven al cual acompañaba.
No sabía dónde se lo pudo haber encontrado así que solo se limitaba a observarlo para buscar respuestas.
Si la chica hallaba entre sus memorias a su compañero de viaje lo que sucedería sería que el destino les estaba mandando un mensaje.
¿Por qué?
¿Por qué la vida esperó tanto para juntarlos de nuevo?
Debía tener cuidado con los comentarios que haría pues si no, terminaría incomodándolo.
También cabría la posibilidad de que a él no le fastidiase las preguntas de la astral debido a la fuerte atracción que tenía hacia ella e intentaba disimular.
Unas calles después, ella dejó de caminar.
A él se le hizo muy extraño.
De acuerdo con las indicaciones presentadas por la Captadora, aún quedaba bastante camino por recorrer.
¿Por qué paró?
—Me presento, soy Marlene Santiago. Mi oficio es ser Captadora. ¿Cómo te llamas, desconocido? No fue casualidad habernos encontrado.
«¿Qué acabo de decir?», pensó ella sin notar que sus mejillas se estaban enrojeciendo, «…Literalmente le afirmé que nos encontramos porque estaba planeado y no es así. Esto es casualidad, nada más».
Pero el Catastrófico no encontró nada malo en las oraciones de su amiga así que respondió.
—Hola, Marlene. Mucho gusto, soy Jorge Célefes y mi oficio es ser Catastrófico junto a otros astrales.
—Encantada, Jorge. Creo que ahora así podemos tener más conversaciones de camino a la tienda… Puedes preguntarme lo que quieras de cualquier tema.
«No fue casualidad habernos encontrado», recordó ella, «¿a qué te referías con eso, Marlene? ¿por qué lo dijiste así?»
Jorge se quedó unos segundos analizando lo que ella dijo hasta que se acordó de que su nueva amiga estaba esperándolo en la conversación.
—¿A qué te referías con que no fue casualidad habernos encontrado? ¿Crees que esto fue planificado por el destino? Me tienes confundido, Marly.
—¿Por qué me has llamado así? El único astral que me llamaba de esa forma era… No es posible. ¿Cómo es que ese apodo se te vino a la mente?
El muchacho sintió mucha incomodidad y se disculpó con ella.
—Lo lamento. Creí que estaba bien llamarte de esa forma. A mis amigas les acorto el nombre con una “y”. Pensé que tenía tu permiso.
—No, no, no. No te preocupes, está bien. Es solo que recordé varias situaciones de cuando era más pequeña.
«Ay, no. He quedado en vergüenza con este chico».
Ella sintió que el rubor natural de sus mejillas aumentaba paulatinamente.
«Ahora pensará que me recuerda a mi antiguo novio… qué pena la mía».
—¿Te encuentras bien? Te ves avergonzada.
Ella no quería responder.
—Físicamente estoy bien. Emocionalmente, no sé qué sentir… Jorge, debo serte sincera… Me recuerdas a él.
—¿A quién?
—A mi antiguo novio. Actúas como solía hacerlo él conmigo… No puedo seguir acompañándote, lo siento.
Él no tuvo tiempo para contestar debido a que ella había apresurado el paso para irse a casa.
¿Qué había pasado?
En un solo día conoció a una hermosa astral, conversó con ella y luego la joven decidió retirarse porque los flashbacks le llegaron.
«No fue casualidad habernos encontrado».
«Me recuerdas a él».
«Actúas como solía hacerlo él conmigo».
Evidentemente esas pequeñas oraciones consiguieron que él no se concentrase en nada aparte de ellas.
El problema de ello era que no estaba viendo por dónde caminaba y corría el riesgo de lastimarse.
Quizás debía volver a casa porque no estaba seguro de si estaba tomando el camino adecuado.
Quizás sí debía continuar su travesía hacia aquella tienda porque le había hecho una promesa telepática a su gato, pero no sería lo mismo sin su compañera de viaje que le recordaba a alguien especial en su vida.
Jorge prefirió retirarse de la zona porque no la conocía por completo.
Además, estaba el hecho de que la experiencia había cambiado tras aquel acontecimiento.
¡Seguía teniendo tiempo libre!
¡¿Qué haría?!
Tenía muchas opciones para escoger y podría resultar difícil decidir (lo hizo inconscientemente).
«No fue casualidad habernos encontrado».
«Me recuerdas a él».
«Actúas como solía hacerlo él conmigo».
Las frases de Marlene regresaron.
Él sabía lo que haría: ir a buscarla.