No debemos

Marlene estaba dando vueltas en su lugar al mismo tiempo que tenía un mal presentimiento de lo que le había sucedido a su querido desconocido.

No quería sentirse tan preocupada.

Ello era problemático.

Ella generó una conexión profunda con él.

Miró hacia ambos lados.

Intentó relajarse.

Quiso acabar con su tic nervioso.

Escuchó a alguien decir que el joven adulto que recién ingresó parecía no tener probabilidad de despertar.

Un enfermero la encontró en la sala de espera del hospital y le habló: —Señorita Santiago, mejorará.

—Entonces, ¿cree que Jorge Célefes mejore?

Él no respondió y preguntó de nuevo.

—Jorge Célefes, ¿mejorará?

El joven adulto con el cual estaba no respondió.

Él dio media vuelta y se marchó hacia otra parte.

¿Por qué había sido tan grosero con ella?

¿Cuánto le costaba decirle si saldría de su trance?

¿Podría ser que el muchacho pasó a otra vida?

«¿Por qué no me dijo nada? ¿acaso falleció?», mal pensó ella, «…Pese a que no sienta amor romántico hacia él, sí tengo sentimientos afectivos para él».

«No quiero que se vaya tan rápido».

ella deseaba verlo con vida durante la cantidad de años que fuesen posibles.

¿Su opinión cambiaría si se enterara de que él se aferraba al pasado?

¿Podría lidiar con ello o lo dejaría solo?

Solo Marlene sabría si estaría con Jorge para ayudarlo o perjudicarlo en el sentido emocional.

Lo mejor para ella podría no serlo para él.

En esos momentos, ¿qué estaba bien?

¿Dejarlo descansar y visitarlo más tarde o seguir insistiendo hasta recibir información?

Ella debía mantener una sana distancia.

«¿Debería quedarme?», analizó.

 «No es que me moleste esperar aquí ni que tenga algo mejor qué hacer, pero es mejor que esté alejada».

Ella siguió reflexionando sobre su pensamiento.

Una idea concreta le llegó.

Lo entendió.

No cualquier astral era capaz de soltar cuando las leves señales del caos aparecían sin previo aviso.

Marlene se quedó sentada en soledad, meditando acerca de si debía irse o esperaba unos minutos más.

¿Por qué estaba tan indecisa?

Si quería retirarse ya lo hubiera hecho.

Justo en el instante en el que se paró para regresar a casa el señor Frúk apareció delante de ella.

Él le preguntó sobre cómo se hallaba Célefes.

Ella que no sabía con franqueza.

El señor asintió.

El mayor no quería aceptarlo, lo logró porque veía a la astral tener mucha angustia.

Le hizo un comentario para tranquilizarla.

—Va a estar bien. Tu novio sanará.

—No es mi pareja sentimental. Lo conocí hace poco… Me agrada como un amigo, no de otro modo.

Frúk estaba confundido.

—¿En serio? Entonces, ¿por qué mi hijo se esforzó para impresionarte con su vestimenta? Si solo fueran amigos no sentiría presión.

—No tengo idea por qué. Me he portado con respeto y con afecto que le dedico a mis amigos. Como si eso no fuera suficiente, tengo novio.

El adulto que estaba con ella alzó los ojos.

¿Tenía novio?

¿Por qué no había dicho nada con respecto a ello?

¿Cuál era el motivo para ocultarlo?

Dichas preguntas eran las que rondaban en la cabeza de quien era jefe del Catastrófico.

No se quería quedar con las dudas y se lo expresó.

—¿Jorge lo sabe?

—¿Por qué tendría que decírselo? Apenas nos conocemos. No le doy esa información a cualquier astral que vea en la calle.

«¿A quién quieres engañar? Todos en el cuartel saben del romance juvenil que tuvo mi pequeño hace muchos años», se molestó el sujeto, «y puede que él no lo recuerde pero estoy seguro de que tú fuiste su novia».

Él no dijo nada, se mantuvo callado hasta que la vio salirse del hospital.

Después de ello buscó quien pudiera decirle cómo estaba Célefes.

Creía que la chica no regresaría.

Marlene volvió con comida y agua para mantenerse con energías.

Al intercambiar miradas ella volteó los ojos hacia un lado porque no deseaba hablar con él.

—Sí. Salí con él durante cuatro años. Terminamos. ¿Ya está feliz con eso? …Iré a preguntar dónde está.