¿Uno podría imaginarse teniendo una alianza con su mayor enemigo?
Eso dependía de cuál fuera el objetivo, así como las razones para hacerlo.
Mucho que estaría en juego si se aceptaba al rival.
Se debía formar un plan con Laloot debido a que aquel amigo de Marly regresaría a su vida sin saber cuánto cambió todo desde la adolescencia.
Seguramente, este chico estaría en búsqueda de lo que perdió en su juventud.
¿Qué no veía que el paso de los años hizo cambios?
Su momento no volvería a pesar de los intentos.
Las preocupaciones de Jorge eran mínimas al finalizar su jornada.
Le faltaba comer y regresar a casa.
Sin embargo, el destino le tenía otros planes.
Justo cuando se retiraba, un astral se apareció en su camino, con la intención de conversar con él.
El Catastrófico lo vio de reojo antes de ignorarlo.
El intruso quería conversar así que insistió constantemente hasta conseguir que el rubio le prestara atención pese a que no estuviera interesado.
—Ha pasado mucho tiempo —dijo el extraño.
Célefes lo interrumpió.
—Mucho tiempo de haber guardado tu pequeño secreto… Harriet, dime. ¿Por qué me querías fuera de la vida de Marlene? Solo debiste ser honesto.
—Céli, no sé de qué me estás hablando —el joven astral que abrió la plática se puso nervioso—. Todo lo que hice era para interactuar con ambos.
Quien trabajaba en el cuartel lo hizo a un lado para continuar con su camino. Sin embargo, el antiguo amigo no quería rendirse e insistió nuevamente.
El chico de ojos castaños estaba enfureciendo por la insistencia del otro y terminó gritándole que quería que se largara lejos de su vista.
—¡Jorge! ¿Qué te sucede? —le preguntaron al astral.
El joven contestó: —¿No ves cuánto daño has generado con el paso de los años, así como en el presente? Marly está rota y tú tienes que ver con eso.
—Yo no fui quien le ocultó información acerca de dónde estaba aquella noche —soltó el otro, agresivamente—. No, ese fuiste tú, idiota.
Como era de esperarse, el examigo quedó mal tras las palabras del astral alto: —Sí, no se lo dije porque fui a una joyería para comprar un anillo de compromiso.
Harry calló porque entendió sus comentarios.
Él había juzgado mal a alguien bueno y eso no era algo para perdonar con facilidad.
La charla se estancó dado que el encuestado se retiró de su trabajo para ejecutar el plan que tenía en mente.
Para evitar problemas con la pareja, decidió contactarlos para contarles su pena.
Entonces, la muchacha con voz armónica le respondió: —Céli. ¿Qué pasa?
—Volvió, Marlene. Él volvió —comentó él—. De hecho, fue al cuartel para hablar conmigo… Me reclamó por el hecho del secreto que ya sabes.
Laloot contestó: —Odio esto. Ven a nuestra casa. Debemos armar un plan para averiguar qué es lo quiere ese jovencito misterioso.
—Ja —se burló la dama—. ¿Ahora sí lo quieres? ¡Qué conveniente, don arromántico!
—Eres mi hembra alfa. Debo asegurar que eso se mantenga así y sé que Céli está conmigo, ¿no?
—Tal vez —se befó Célefes de su amigo—. No es cierto. Apoyo tu pensamiento, solo que ahora debemos concentrarnos en dos cosas —se detuvo—. En primera, ¿qué tienen para comer? En segunda, ¿cómo le sacaremos la verdad a ese tipo?
Los novios se rieron con el comentario de la antigua pareja y después se despidieron de él sin decir nada más que les acababa de sacar la risa del día.
Jorge continuó caminando hasta que recibió una llamada de Collin así que tuvo que tomarla.
No había comido, por lo que ello afectaría en la forma en que respondería a lo que dijeran.
—Hola. ¿Cómo estás, compadre?
—¿Qué quieres?
Hitro se asustó y lo evidenció: —Ah, ¿qué pasa? Solo quiero saber cómo te encuentras, amigo.
—No he comido. Además, ¿por qué me hablarías solo para eso? No eres así de formal. Hay alguien más.
Pese a que negaron aquella afirmación, Harriet Ku atendió la charla, mas no le funcionó.
Le colgaron dos minutos después de que se presentó.
«Ya no atenderé llamadas», se afirmó Céli.
«Mejor apresuro el paso para llegar a tiempo con Laloot y Marlene que me están esperando en su casa… ahí hay comida para saciar mi hambruna.»
De ese modo, se motivó a llegar donde estaba siendo esperado. Mientras lo hacía recordaba qué tan cercano era con Ku y cómo se volvió un allegado suyo.
Sentía mucho dolor porque uno de los astrales que consideraba como amigo, estaba fingiendo algo que no era… ¿o no era mentira?
Las acciones no concordaban con las palabras, por lo que era comprensible por qué los afectados estaban actuando de cierto modo con respecto al intruso.