¿quieres ser mi ex?

Other like you

—“Cuando todo se está consumiendo solo queda reírnos, mi amor” —dijo la madre al niño que estaba volando un papalote—. “Así que, si ves obscuridad, vuélvete la luz de tu propio camino”.

El astral pequeño se acercó a su madre para decirle lo que pensaba acerca de la recitación.

—Aun no entiendo cómo mi padre no se cansa de tanta poesía en casa. ¡A mí me hartaría!

La joven adulta se rio de su hijo.

Ella sabía que, en algún momento, su retoño encontraría a una chica y no debatiría acerca de la poesía.

—Tu madre no lo hace todo el tiempo —aclaró el señor Célefes al escuchar a su hijo—. Por eso, me gusta que lo haga. Amo los factores sorpresa.

—Entonces, te enamoraste más de ella cuando te dijo que estaba embarazada de mí… Me alegra haber llegado a este mundo para enseñarles. Lo adoro.

—Así es, cariño —admitió su madre—. Tu padre y yo nos enamoramos más cuando supimos de ti y ni te imaginas cómo estuvimos al tenerte entre nuestros brazos… Creo que allí fue que descubrimos el amor.

El descendiente encendió un poco sus mejillas antes de decirles que estaba agradecido por tenerlos como padres pues, eran perfectos para él.

La astral de cabello oscuro se enterneció con esa respuesta y se acercó para abrazarlo.

El chico huyó debido a que el afecto era mejor de otros, no de su propia madre.

Después, el padre le preguntó a su hijo por qué rechazaba las muestras de cariño de su madre.

El hijo se aproximó a su progenitor para comentarle que preferiría recibirlo de quien fuera su estrella.

—Bueno —suspiró el Célefes mayor—. Tú eres nuestra estrella así que, tu madre quiere abrazarte por eso, Jor. Desea tenerte entre sus brazos.

—Creía que eran estrellas mutuas. ¿Por qué cambió todo? ¿ya no se aman? No entiendo sus motivos para cambiar de joya… Esto es confuso.

—Y llegaste tú —exhaló la astral—. Antes de tu llegada, nos pusimos de acuerdo para que seas nuestra perla… Jamás dejarás de serlo, aunque te cueste aceptarlo. Tienes mucho valor para nosotros.

El adolescente dio media vuelta para volver a volar su papalote. Con esa acción su padre interpretó que su hijo estaba siendo grosero con su madre.

La ascendiente entendió que el niño necesitaba pensar porque estaba nervioso.

Como la dama vio la intención de su esposo, ella se puso delante de él para afirmarle que era preferible preguntarle a Céli si estaba pensando.

—Jor, ¿estás pensativo? —quiso saber Matías.

—Demasiado como para expresarlo con tan pocas palabras. Espero no molestarlos.

—Al contrario —admitió ojos cafés—, nos alegra saber que estás bien y que necesitas un tiempo para pensar… Gracias por informarnos.

—Gracias a ustedes, por preguntar. No quisieron quedarse con interpretaciones erróneas y eso me gusta mucho. Otros padres se hubieran alterado.

La pequeña familia se quedó cerca mientras veían cómo el juguete planeaba sobre el cielo como si no tuviera algo mejor qué hacer (no tenía).

Tras ese acontecimiento, todos estaban esperando a que algo sucediera porque se habían cansado de estar mirando hacia la nada.

Uno de los miembros de esa organización propuso entrar a casa para comer.

El hambre le había entrado y no quería que su estómago comenzara una revolución.

En lo que eso sucedía, la mamá se había puesto a cantar una de sus canciones favoritas.

Su pareja, al escucharla, se pegó más a ella para abrazarla por detrás.

Inmediatamente, el hijo carraspeó para que su papá recordara que él estaba presente.

El adulto rio apenado por haberse dejado llevar por el canto de su sirena.

—No hay otro como tú —carcajeó el adulto—. Por eso mismo es que eres nuestra estrella, Jorge. ¿Quién como tú podría hacernos más felices de lo que somos?

—Solo espero que no se aferren a eso. Llegará un día en el que yo me vaya de casa para tener mi propia vida… No quiero que eso les duela.

—Es inevitable —se apresuró la mamá—. Nos va a doler de cualquier forma. Mientras tú seas feliz con lo que decidas, nosotros también lo estaremos, cariño. Será maravilloso verte triunfar.

El silencio dominó el momento porque se estaba pensando en un suceso futuro.

Ellos no estaban enfocados en el presente.

El silencio, los incomodó.

Ellos no sabían cómo iniciar un nuevo tema de conversación así que el silencio reinó hasta el punto en que el almuerzo se pospuso diez minutos.

Céli estaba comiendo en lo que analizaba en qué pasaría si él se fuera de casa para buscar su propio sendero.

Varias lágrimas salieron de sus ojos y mojaron sus mejillas. Él estaba triste.

Unos cuantos sonidos salieron con su llanto.

«¿Qué será de ellos cuando me vaya?».

Pero, ninguna de esas señales hacía que el astral dejara de comer y ser consolado por sus padres.

Que él fuera vulnerable solo compartía emociones encontradas con sus padres, lo hacía ser tan buen chico que repitió plato por ser honesto.

Por eso el silencio fue importante, era necesario no comentar nada acerca de cualquier cosa.

Sin ese vacío sonoro ninguno podría haber reflexionado acerca de qué tan apegado estaba con los demás, ni haber notado cuánto amaba.

 

 

Pasaron dos semanas tras el incidente con Harriet.

Jorge solo pensaba era en el recuerdo del papalote con el cual descubrió lo frágil que podría ser su corazón al hablar de sus sentimientos.

Al recordarlo nuevamente, al estar mirando el mueble locker, escuchó cómo una voz femenina estaba gritando su nombre. Pero ese coro provenía de adentro del cuartel, de la entrada.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.