¿quieres ser mi ex?

Quiet, quiet

Solo había una oportunidad para confesarse con aquella belleza, así que no podía arruinarla. Exactamente, por ese pensamiento sentía tensión.

El joven astral estaba lejano a su cita porque “necesitaba ir al baño”, aunque esa era una vieja excusa para no decir que iría a otro lado para pensar con seriedad acerca de si realmente quería estar allí.

Fue curioso que la dama no sospechara nada sobre por qué el chico no regresaba del baño si fue a orinar.

Aun así, era evidente que estaba preocupada cuando lo vio volver.

Al notar que él estaba incómodo, la impaciencia de Bella regresó para ser reemplazada por preocupación.

Jorge que se veía avergonzado.

La hermana de Collin dijo: —Jorge, ¿te encuentras bien? Pareces estar disperso. No quiero pensar que soy la razón de que tengas incomodidad.

Él no respondió hasta que supo qué decir.

—Esto es nuevo para mí. Hace años que no tengo una cita con una chica… que no sea Marlene.

—Te entiendo, tranquilo —contestó ella, tomándole la mano—. Sé lo que pasa entre la ruptura, el vacío, la reconstrucción y el inicio de algo mejor… Aunque no lo creas, Collin estuvo en una posición similar a la tuya.

Jorge la miró.

—Hay segundos en los que ella sigue en mi mente. Pero, al pensar en el amor solo te veo a ti ella se convierte en humo. No tengo idea de qué significa, mas estoy consciente de que es una señal.

—Humo debe ser —concluyó ella, incómodamente—. Si no es así, entonces tú y yo no podremos avanzar. Ustedes deben tener un cierre.

Célefes sabía que era necesario, sin embargo, por más que intentaba no conseguía dar el paso.

De hecho, no estaría mal que la señorita quisiera hacer el final de la relación.

Al ver al amigo de su hermano analizar su situación amorosa, Bella le confesó que se iría a casa para no preocupar a sus padres (por llegar tarde).

Jorge salió del restaurante en busca de su cita ya que esta se estaba yendo sin haber sido despedida.

La joven Hitro escuchó al Catastrófico pedirle que no se fuera ella volteó.

—Es tarde, no resisto tanta inseguridad de tu parte. No es justo para mí, Jorge.

Él se disculpó.

Hablaría con Marly acerca del cierre.

Pero ese era el problema central, con tan pocas palabras estaba diciendo demasiado.

Él dijo: «Haré lo posible», cuando debió decirle: «Lo haré de forma inmediata».

En una había seguridad y en la otra no, así que debía entender la diferencia…

Bella no estaba jugando a enamorarse.

Jorge se quedó inmóvil porque estaba analizando en qué debía decir para hacer sentir mejor a Hitro. Empero, entre lo que lo hacía, ella ya estaba camino a casa.

De nuevo, el Catastrófico había perdido la oportunidad de confesar cuánto lamentaba no ser honesto sobre lo que sentía hacia ella, acerca de que la amaba.

—¡Bella! —soltó él—. ¡Quiero que mis manos se incomoden con tu presencia! ¡No sabes cuánto te amo!

—Ahora lo sé. Ahora sé que mis sentimientos son correspondidos, así como mutuos. Eso me calma.

—Pensé que te fuiste. Le presté atención a todos los pasos que diste… Lamento haber tardado con nuestra confesión, tuve miedo.

—Ya lo hiciste —dijo ella, acercándose para verlo con mayor atención.

Bella quería besarlo.

Los dos se miraron como si supieran que algo mágico estaba a punto de ocurrir.

Unos segundos más tarde, la futura pareja sentimental se besó a la luz de la luna mientras que la gente que pasaba por allí se asombraba al verlos.

Estaban tan envueltos en su momento que ignoraban el murmullo de quienes los admiraban.

Ellos siguieron su declaración amorosa hasta que decidieron separarse para mirarse tiernamente.

Tras quedarse en silencio sin mencionar una sola palabra ellos entrelazaron sus manos.

Al instante, percibieron que todo saldría bien con un esfuerzo mutuo.

El amigo de Collin estaba tan contento por los avances que estaba teniendo que, hizo bailar a Bella como si estuvieran en una pista de baile.

«Lo logré. Lo logré», se enorgulleció él consigo mismo, «…Después de tanto tiempo, lo conseguí. Estoy con la chica de mis sueños más preciados».

Justo cuando terminó de pensar la joven de cabello rubio pasó su mano por encima de la cara de ojos castaños e imitó el gesto dos veces más.

Al sacar a su futuro novio de su trance, él la miró con felicidad antes de comentarle que amaba su vestuario.

¡La ropa la hacía brillar!

—Es muy tarde. Ve a casa y yo iré con mis padres, no quiero preocuparlos de más.

—¿Por qué no pasas la noche en mi casa? Como tú dices, es tarde… Será muy peligroso si vas sola.




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