¿quieres ser mi ex?

Vino de nuevo

Vino ese pensamiento, esa idea, aquel concepto, un constructo que la ponía nerviosa: «decisión».

Esa pequeña palabra aturdió a Marlene porque la estaba haciendo reflexionar sobre su vida.

¿Había tomado la mejor decisión al aceptar un compromiso tan grande como el matrimonio?

¿Era correcto seguir con la planeación del evento, faltando pocos días y habiendo convencido a su pareja para que adelantaran la fecha?

«¿Me estaré equivocando?», pensó.

«¿Es prudente continuar con la boda? ¿Qué me hace replantearme todo?... ¿Será algo del presente?»

Entonces, ella recordó que hacía poco Laloot le había comentado: «Sufro porque no has tenido tu cierre con Jorge… tanto que, me arde el corazón».

La culpa estaba diciéndole lo que debía hacer, pero realmente ¿era prudente?

¿Era prudente decirle a Céli algo que había quedado claro desde hacía mucho?

«¿Debería hacerlo? ¿Debería ir al cuartel para hablar acerca de esto que está lastimando a Krussy y a mí?», analizó Marly por unos segundos.

—¡Mi amor, voy a salir! Puede que llegue un poco tarde para mi clase de dibujo, pero prometo recompensarte con una cena exquisita.

—No te preocupes, Marly —sonrió Laloot—. La clase puede esperar y la cena, ser cocinada por mí. Es mejor que salgas a terminar con tu dolor.

Santiago sabía que su novio conocía el motivo de aquella salida.

—¿Y ese anillo que usas y combina con el mío? No lo había visto, así que intuyo que recién lo compraste.

—Para que sepan de nuestro compromiso. ¿No te gusta? Lo compré ayer para sentirme más conectado con la boda. Se ve precioso en mi dedo.

La joven alzó las cejas.

—¡Me encanta! Más tarde, quisiera examinarlo para ir a comprar tu anillo pues sé que tienes el mío.

—De acuerdo. Y sí, el tuyo está en mi habitación. Me costó encontrarlo debido al tamaño… Al final lo conseguí, pero no sabes lo difícil que fue.

Marlene le dio un beso en la mejilla a su pareja antes de salir de casa para acabar con el sentimiento negativo que tenía consigo.

En lo que caminaba ella observaba cómo la examinaban por quienes estaban en la calle.

Muchos sonreían y otros estaban serios, aunque, eran más los juzgones.

Había gente que la miraba porque logró lo que pocos conseguían a lo largo de sus vidas: una bella relación romántica en la cual ambas partes aportaban.

Ignoró a todos ya que no le servía concentrarse en ello; era preferible mantener la mente hacia su destino, así como dejar que la paz dominara sus pensamientos.

Fue complicado llegar al cuartel.

El camino cambió completamente y no estaba segura de porqué si no había otro modo de llegar.

Cuando llegó a su paradero, se dio cuenta de que el sendero era el mismo, lo diferente era su emoción.

Al entrar al lugar lo notó extraño, no era el típico sitio que había conocido.

El aroma era más dulce, todo estaba limpio.

El ambiente laboral cambió, pero ¿por qué?

¿Qué pasó para que aplicaran esos cambios?

Después de admirar el panorama, un chico de cabellera rubia apareció delante de ella y le sonrió.

Al acercarse la saludó previo a preguntarle sobre su llegada (no esperaba su presencia).

Marly no titubeó.

—Vine a hacer lo que nos falta… Vine para terminar con esto. Ya no quiero replantearme todo lo que hago, esto me consume como el fuego siendo humo.

—¿A qué te refieres? —preguntó él—. Estoy confundido con tus palabras.

—Jorge, hace mucho que debimos hacer esto, pero se nos dificultó con nuestros propios pensamientos.

—Creo que ya sé qué me vas a decir… Marly, está bien. No tienes que decirlo. Ambos sabemos que lo nuestro terminó. Tranquila, todo bien.

—Lo sabemos, pero seguimos sin aceptarlo y no había comprendido cuál era la falla… Nos referimos al otro como nuestra antigua pareja y, eso nos afectó.

—Comprendo. Seguimos atados al pasado de cierto modo… Sigue explicándome, aunque sé con qué terminarás de hablar. Continúa, Marly.

Santiago sonrió levemente.

—Tanto Bella como Laloot nos lo recalcaron bastante. Sino cambiamos el prefijo, no podremos avanzar en el amor en cualquiera de sus bellas expresiones.

—Dilo, Marlene. Dilo. Sé que quieres hacerlo. Solo hazlo. No te reprimas solo para que yo no reaccione.

Ella tenía lágrimas cayendo por sus mejillas.

—Jorge Célefes. Hemos pasado por tantos momentos buenos y malos, tuvimos muchas emociones, convivimos bastante tiempo, y ahora seguimos aquí…

»Con todo lo mencionado te pregunto y mucha seguridad, te pregunto: ¿quieres ser mi exnovio?




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