¿quieres ser mi ex?

Yo confieso

Después de un año y algunos meses el día más esperado por unos novios había llegado.

No era fácil dirigir por ninguno de los dos.

El astral intentaba no pensar en ello y la dama estaba tan alterada que masticaba sus uñas.

La bella señorita miraba a través del espejo un anillo que brilló entre sus dedos.

Ese deslumbramiento descontroló a su dueña porque no recordaba la fecha de la petición.

El grito que emitió alarmó a su pareja.

Un adulto joven estaba desesperado por saber qué le había ocurrido a su novia.

Al entrar a la habitación vio a una chica en crisis.

Ella pensaba en el gran compromiso al cual se había comprometido por amor y no pensaba renunciar.

—¿Qué pasa, cariño? Te ves aterrada.

—Estoy nerviosa, no creí que me comprometería a algo tan grande como el matrimonio.

Él respondió con un suspiro: —También siento nervios, sin embargo, sé que estoy haciendo lo correcto… Para mí es complicado de asimilar.

—Para los dos, Laloot —comentó Marly con sus manos entrelazadas—. Para mí significa demasiado, ha generado sentimientos que no había sentido antes.

—Estoy dispuesto a aceptarlos para ponerle fin a tu desconfianza. Tírame tu sinceridad y déjate ayudar.

Ella se acercó para abrazarlo mientras le decía que estaba contenta de estar con él, que el tiempo no decidía la fidelidad ni la intensidad del amor.

Ellos se apartaron para que él pudiera laborar unas horas en lo que llegaba la celebración matrimonial.

Ella debía preparase, y confiar en que su novio llegaría para el evento.

El silencio se interrumpió porque ella había escuchado la voz de alguien hablándole.

—¿Has pensado decirle cómo estás? —preguntó una voz—. Lo que sientes son nervios por…

—Calla —debatió ella—. No es momento para sincerarme con él respecto a mi estado de salud, así que déjame en paz. No me sirves.

—¿Cuánto más podrás resistir? —ella notó que estaba hablando consigo misma—. No se puede disimular que… Bueno tú lo sabes, ¡¿para qué decírtelo?!

La voz se fue sin despedirse.

Marlene sacó el sobre amarillo que contenía la información a la cual hacía referencia su consciencia.

Ella lo leyó detenidamente.

El miedo le recorrió su cuerpo porque pensaba que al ser sincera con Laloot él se pondría triste, pues su pareja no podía crear vida, solo podría darle felicidad.

¿Por qué un simple resultado la lastimó?

Al joven Krüstien le importaba más su bienestar, no la reproducción y eso él ya se lo había dicho.

Debido al estado en el cual estaba decidió llamar a quienes sabía que podrían ayudarla: Jorge y Bella.

Al llegar la pareja Marly corrió para abrazar a la hermana de Hitro y a su novio.

Tras revisar las hojas Bella dijo: —Laloot no te va dejar de amar por esto. Sabes perfectamente que ante todo está tu salud psicológica.

—Aparte pueden adoptar —adhirió Jorge—, aunque es difícil, pero no imposible. Recuerda que lo primero en una relación es la confianza, Marly.

—Lo sé. Todo lo que dicen es cierto, es que ahora siento ansiedad. ¿Qué tal si no debo casarme con él?

—¿Quién más en este planeta podría amarte como él? Nadie —debatió Céli—. Nadie más puede llenarte de tanta felicidad como Laloot. Yo soy ejemplo.

—Cierto, cierto… Solo él puede sacarme una sonrisa de la forma más extraña que conozco: durmiendo boca abajo y hablando entre sueños.

—¿En serio hace eso? —quiso saber Bella—. Perdón, me desvié del tema… Mira, Marlene. Probablemente estés nerviosa por el futuro, pero confía.

Marlene creía que lo hacía era ciegamente y que por ello sería herida con mucha frecuencia.

Confiar era una tortura más que una demostración de afecto hacia su novio, puesto que le daba la posibilidad de herirla incontables veces.

Quienes estaban con ella se quedaron observándola hasta que ella regresó de su proceso de reflexión para comentar lo feliz y segura que se encontraba.

Bella salió de la casa.

Jorge se quedó con Marlene.

Él quería expresar su opinión sobre el amor.

Él tragó saliva y habló: —Marly, recuerda mis palabras. A veces hay que perder para apreciar.

 »Sino lo hacemos, no seríamos quienes somos en la actualidad.

 »De los errores aprendemos.

Marlene se quedó sola, recordando esas palabras: «A veces hay que perder para apreciar». 

«Sino lo hacemos de vez en cuando no seríamos quienes somos en la actualidad».

«De los errores aprendemos».

«A veces hay que perder para apreciar». 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.