¿quieres un café?

Capitulo 6

La bocina de un camión causo que Antonia se despertara de un salto , sus ojos se abrieron por el fuerte ruido y se sienta asustada, frota sus ojos para comenzar con el día, toma su celular que se encuentra sobre la mesita de noche.

— ¿Las diez? Mierda me quede dormida. —sale corriendo al baño para arreglarse.

« Gracias a cielo escogí la ropa anoche» piensa mientras tomaba una ducha rápida, al salir no para de correr por todo el departamento; pasado veinte minutos esta vestida y lista; recoge lo que más necesitaba y sale de su apartamento para encontrarse con Armando, está segura que llegaría tarde sino se daba prisa.

Por otra parte Armando había madrugado se levanto dos horas antes de que la alarma sonara lo cual le pareció algo inusual, tomo una ducha de una hora para relajarse.

No está muy seguro en que usar ese día Antonia siempre lo había veía con trajes y para ser la primera vez que salían ir en corbata no era una buena idea, opta por unos vaqueros, una camisa polo azul clara, una chaqueta y unas botas; esta desayunando cuando mira su reloj de muñeca, pronto serian las once; termina de desayunar para poder lavar sus dientes.

El reloj de su celular marcaba las once y media y Antonia no se encontraba ni a medio camino de llegar aunque vivía cerca de su trabajo parecía que ese día todo le estaba saliendo al revés. Armando está esperando que Antonia llegara, vivir tan cerca de su trabajo fue de muy buena suerte, no sabía donde vivía Antonia pero esperaba que no viviera tan lejos.

Pasado un rato Armando revisa constantemente su reloj, cuando este maca las doce, mira para ambos lados de la calle esperando ver a una chica de cabello castaño acercándose no se siente muy contento al ver que no hay rastro de Antonia por ninguna parte, medía hora después Armando se está impacientando

« Creo que no vendrá» piensa volviendo a revisar su reloj, desilusionado esta por marcharse cuando a lo lejos ve a una chica corriendo hacia donde él se encuentra parado, no puede creer lo que sus ojos ven.

— Lo siento. — Dice Antonia agitada. — ¿Te peleaste con un árbol? — pregunta sin poder resistir la risa.

— ¿Qué? — inquiere Antonia a la pregunta de Armando; el lleva sus mano sobre la cabeza de ella cuando le quita unas hojas y ramas.

— ¡Rayos! Fue cuando me caí sobre un arbusto. — Armando no puede contener la risa la cual es seguida por una fuerte carcajada de Antonia.

— ¿Cómo te paso eso? — Pregunta preocupado. — Iba corriendo tropecé con algo creo que fue una piedra la verdad no regrese a ver que era y me fui de bruces contra un arbusto al principio no pude salir hasta que un señor me ayudo, creo que si no hubiera sido por el aun estaría atorada en el arbusto, me limpie un poco pero creo que olvide mí cabeza — Antonia se queda un momento callada.

— ¿Qué súdese? ¿Estás bien? ¿Quieres ir a un hospital? — pregunto Armando más preocupado.

—No, estoy bien lo que pasa es que muchas personas no me quitaba la mirada de encima cuando venía corriendo para acá.

— ¿Pero segura estas bien? — volvió a preguntar el hombre preocupado.

— Si en serio. — Antonia le dedica una sonrisa; entre ellos se comienza a generar un silencio algo incomodo, ninguno de los dos sabe que decir hasta que el estomago de Antonia produce un sonido muy fuerte e incapaz de controlar.

— Lo siento, lo siento. — la chica se ruboriza por lo que acaba de pasar.

— Creo que tienes hambre ¿A dónde quieres ir? — Pregunta el hombre con una suave sonrisa en su rostro, Antonia sigue muy roja.

— lo siento. — repitió. —No tienes que decir siempre "lo siento" —dice Armando para que no se sienta avergonzada.

— Lo siento— los dos comienzan a reírse. — Hay un restaurante de comida italiana dos calles al norte ¿Te gusta la comida italiana? — Pregunta preocupada la joven mirando a Armando a los ojos.

— Si me gusta mucho creo que podría decirte que es mi favorita. — Antonia sonríe.

— Igual la mía. — Dice muy contenta. — Entonces ¿Qué estamos esperando? Debemos ir—

Armando mira a Antonia que parece contenta, mientras se dirigen al restaurante se quedan callados, ninguno de los dos sabe de qué hablar. Antonia se detiene frente a un local con dos banderas pequeñas ondeándose Armando mira el letrero del restaurante, sigue a Antonia al interior; se encuentran con diez personas sentadas en el restaurante, Armando se siente aliviado de que no esté muy lleno.

— Mira hay una mesa por allá. — dice la joven rompiendo por fin el silencio. Los dos caminan y se acomodan enfrentados.

— Buenas tardes — dice un joven que se para al lado de la mesa que Armando y Antonia están ocupando. Armando mira preocupado a Antonia tiene unos pequeños raspones en el rostro, ella abre el menú y se esconde en él, sus mejillas están muy rojas. Armando observa detenida mente sus manos y las tienes rasguñadas

— Creo que regresare en un momento mientras los señores deciden. — el muchacho los deja solos de nuevo. Pasan unos segundos y los dos se miran a la cara dejando los menús sobre la mesa.




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