El mes de trabajo de Nicolás termina, Armando y Gregorio logran que el menor de los Maldonado aprenda, todo lo que era necesario, durante su estadía Nicolás y Antonia se conocen más y se llevan muy bien, Nicolás nota que su hermano está feliz está enamorado. El sábado en la mañana Nicolás tomara el tren para regresar a casa.
— ¿Tienes todo listo? — Pregunta Armando por séptima vez.
— Si mamá. — contesta con ironía el joven. — No quiero que me llames diciendo que se te quedo algo y luego tenga que mandártelo. — Contesta Armando retando a su hermano con la mirada.
— Anto dile que no me moleste. — Armando abre la boca formando una o.
— Oye. — Armando contesta indignado. — Tengo mis técnicas aprendí de mi hermano mayor. — saca su lengua y Armando se ríe.
— Déjalo cariño, si algo se te queda Nico te lo enviaremos. — La chica le dedica una sonrisa a su cuñado. — Ya son las once debes abordar el tren. — el chico abraza a su hermano y luego abraza a Antonia.
— Gracias por cuidar de mi hermano. — Antonia sonríe. — Pero lo más importante gracias por hacerlo feliz. — Concluye el chico, besa la mejilla de Antonia y se marcha, la pareja mira cómo se aleja Nicolás y se entrelazan sus dedos, para marcharse. — Nicolás te adora. — Armando dice mirando a Antonia. — Me alegra, espero que puedas algún día conocer a mis padres. — el hombre sonrío muy contento. — Eso sería estupendo, en vacaciones de verano podríamos ir, claro si te parece. — Antonia afirmo contenta.
— Y luego podría conocer a los tuyos. — Armando asiente no muy seguro, le rogo a su hermano que no le fuera a contar a su madre de Antonia que tratara de mantener ese tema al ras, mientras Antonia inicia sus prácticas. Nicolás se lo prometió sin ninguna condición.
— ¿Qué quieres hacer hoy cariño? — Armando abraza por la espalda a su novia. — No sé, podemos ir al cine. — Armando asiente.
— Me parece una buena idea. — El celular de Armando suena y suelta a Antonia; lo saco del interior del bolsillo de su vaquero. — Es Greg. — Dice contestando.
— ¿Qué? — él pregunta asustado. — ¡¿Pero ¡¿cómo paso?! — grito Armando, Antonia lo mira preocupado. — Está bien, está bien — se aprieta el puente de la nariz enojado. — Llegaremos en dos horas. — Antonia mira extrañada a Armando mientras este colgaba.
— ¿Llegaremos? — pregunta Antonia. — Si vamos a Málaga. — Antonia abrió los ojos.
— ¿Qué? — inquiere. — Una casa se desplomo y tengo que ir a ver qué fue lo que sucedió, ¿No quieres venir? — Pregunta Armando.
— De querer quiero, pero tengo que trabajar el lunes. — Armando había olvidado el pequeño detalle. — ¿hasta cuándo te debes quedar? — Pregunta Antonia.
— Hasta el martes en la noche ¿Por qué? — Antonia niega mientras piensa.
— Espera un momento cariño. — la chica saca su celular, busca con rapidez un número y llama a alguien, Armando no le quita un segundo el ojo de encima.
— Clara necesito que me hagas un favor. — Dice Antonia sonriendo, mientras habla Armando llama para reserva una habitación en un hotel. A los pocos minutos Antonia ha colgado. — Clara me cubrirá, pero tengo que trabajar miércoles, jueves y viernes hasta muy tarde — frunce el ceño.
—¿Quién es Clara? — pregunta Armando. — Es una compañera que hace el turno de la noche entonces la debo cubrir esos tres días. — Contesta la joven
— Pero lo mejor es que podemos estar juntos hasta el martes. — Antonia mira a Armando y este la besa como solo él sabía hacerlo con cariño y amor.
El viaje a Málaga fue como unas mini vacaciones para Antonia; Armando trabajo todo el fin de semana descubriendo que la casa que se había desplomado no tenía las vigas necesarias, un ingeniero había cometido un gravísimo error; cuando el asunto de la casa fue solucionado y mandado a un abogado, Armando y Antonia disfrutaron de dos días perfectos en la playa.
Los tres días siguientes, Armando trabaja hasta altas horas de la noche al igual que Antonia al cubrir a su compañera. Armando siempre esperaba a Antonia para acompañarla a casa y que no le pasara nada, el viernes Armando está esperando que su novia saliera, sale realmente agotada, quería llegar a casa a dormir, sus ojos están cansados por todo el ajetreo del día.
— Hola cariño — dice la chica al acercarse a saludar a Armando.
— Te ves agotada. — Mira Armando preocupado a su novia.
— Lo estoy quiero llegar a casa. — los ojos de Antonia buscan los de Armando.
— ¿Quieres ir a tu casa o a la mía? — pregunta Armando agarrando la mano de Antonia. — A la tuya — sonríe con picardía la chica.
Caminan tomados de las manos sin hablar mucho ya que Antonia parece no entender una sola palabra. Al llegar al departamento de Armando el sueño había desparecido de su cuerpo.