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Capitulo 16

El viaje de Gregorio y Armando se prolonga toda la semana, los materiales que creían los ingenieros que habían sido robados fueron cambiados de lugar por los obreros. Ya que los dos arquitectos encargados del proyecto se encontraban en Málaga se vieron en la tarea de revisar las estructuras de las casas que están terminas y revisar cada una de ellas. Armando está muy enojado por lo que tuvieron que quedarse.

— ¡Toda la semana! ¿Toda la semana? — Mira a Gregorio molesto cuando salen del aeropuerto.

— ¿Cómo iba a saberlo? — Pregunta.

— Pensé que solo serían unos días. — Se defendió.

— Si lo sé, pero quería regresar antes. — Armando mira su reloj más tranquilo.

— Son las ocho de la mañana. — Gregorio lo mira extrañado.

— Gracias hora exacta si no me dices me iba a enloquecer. — Armando mira muy mal a Gregorio.

— Lo dijo es porque Antonia ya debe estar trabajando. — Gregorio Asiente. — Era para eso. — afirma su amigo.

— Pero primero debemos ir a la oficina para hablar con los abogado e ingenieros, asistimos a la junta que tenemos con los practicantes de arquitectura a las once y cuando salgamos vamos almorzar donde trabaja Anto y hablas con ella ¿Te parece? — Gregorio abrazo a Armando por el hombro.

— No, pero creo que el deber me llama y no puedo escaparme esta vez — Contesta resignado. Durante el camino a la oficina Armando se encuentra muy intranquilo, Gregorio lo mira sin decir una sola palabra. — Armando deja quieta la pierna o te la voy a cortar. — Armando reta a Gregorio con la mirada y continua con su movimiento.

— ¡Joder contigo! — Gregorio pellizca la pierna de su amigo. — Oye eso me dolió. — Armando se soba.

— Te lo dije agradece que no tengo una sierra. — Armando mira asustado a Gregorio que se ríe por el gesto de su amigo.

Llegan a la oficina, Gregorio se queda hablando con Patricia su secretaria y Armando saluda a Alicia que le da los mensajes acumulados de toda la semana. — Señor Maldonado los rosados son los urgentes, los verdes prioridad menor y los amarillos son de su familia. — Se siente molesto al ver la cantidad de Post-it. Revisa nuevamente la hora son las nueve de la mañana tiene dos horas para revisar los mensajes. Revisa todos uno por uno esperando ansioso que alguno fuera de Antonia, se desilusiona al ver que de tanto papelito no había ninguno de ella. Enciende su computadora y revisa algunos detalles sobre el proyecto de las casas de verano. Armando revisa su e-mail algo desesperado de la cantidad.

— ¿Las personas no tienen nada que hacer? — Dice frustrado cerrando las ventanas.

— Mando vamos la junta será en cinco minutos la adelantaron una hora. — Mira a Gregorio algo molesto. — Está bien. — Se levanta de su escritorio y sale de su oficina. — ¿Estás bien? — pregunta su amigo. — No, quiero ver a Antonia, no escuchar a los practicantes — Contesta apoyándose en la pared mientras esperan el ascensor.

— ¿No te contesta ni un solo mensaje? — Pregunta Gregorio entrando junto a Armando.

— De los cuarenta que le envié no. — Concluye Armando. — ¿Cuarenta? Creo que te urge verte con ella. — Suelta Gregorio una pequeña risa.

Gregorio y Armando llegan al décimo piso, camina por el gran pasillo.

— ¿En cuál es? — pregunta Armando apuntando a todas las salas. — En la principal. — Dice Gregorio.

— ¿Cuántos son? — pregunta Armando preocupado.

— Son cinco mujeres y cinco hombres. — contesta Gregorio. — ¿Por qué son tantos? — Pregunta.

— Tú fuiste el que dio la orden de que deberíamos aceptar a diez practicantes. — Se sentó en una de las sillas negras mientras llegan los chicos. — Yo nunca estoy pendiente de eso, los practicantes siempre están con Ana María y Julio. — Dice mirando a Gregorio algo molesto.

— Joder Armando ¿Qué te pasa? Concéntrate. — Gregorio masajeo sus sienes. — Nosotros dos les damos la nota y somos los que aceptamos rechazamos sus proyectos, si aceptamos alguno recuerda que tratamos de realízalo. — Armando Asiente.

— Si lo sé ¿No te quieres quedar tu solo? — susurro. — ¡No! — chillo Gregorio. Los estudiantes entran y al ver a Gregorio y Armando se siente intimidados por los dos hombres.

— ¿Por qué nos miran con terror? — Pregunta Armando susurrando en el odio de Gregorio. — Porque tenemos fama de ser muy estrictos y exigentes. — Asiente Armando. — Aparte desde que comenzamos con lo de los practicantes solo hemos aprobado un proyecto el cual nunca hicimos. — Dice Gregorio mirando a los estudiantes.

— ¿Por qué? — Pregunta de nuevo Armando. — ¿Dónde carajos tienes la cabeza? Era un plagio y no lo hicimos. — Armando afirma al recordar ese año.

— ¿Quién comenzare primero? — Pregunta Gregorio a los practicantes quienes se señalan entre ellos. — Esto va a ser muy largo. — Armando se apoya en la mesa. Una chica es la primera en pasar a exponer, Armando no le coloca mucha atención.




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