Armando nota que el llavero de Antonia esta en el suelo se agacha para recogerlo; Antonia no le quita los ojos de encima. Él se pone de pie sacude el pequeño muñeco y se lo da a la joven, la mirada de ella se desvía hacia el pequeño muñeco rosado, lo toma entre sus manos y lo aprieta contra su pecho.
— ¿Qué haces aquí? — pregunta con el corazón tan agitado que piensa que saldrá de su cuerpo.
— Necesito hablar contigo. — Dice el hombre mirándola.
— No tengo nada que hablar contigo. — Antonia sigue adelante y sube dos peldaños Armando la agarra del brazo para detenerla.
— Armando suéltame por favor. — Dice Antonia sin mirarlo.
— Quiero hablar contigo por favor escúchame. — Antonia niega con la cabeza, se suelta del agarre y se voltea.
— Ya no hay nada de qué hablar, entre tú y yo no hay nada. — Dice molesta.
— He dejado a Silvia. — Dice Armando, Antonia no reacciona.
— ¿Quieres una felicitación o una estatua? — Pregunta la chica cruzándose de brazos. — Armando niega con la cabeza.
— Sé que me porte muy mal y lo reconozco. — Antonia desvía la mirada de la de Armando.
— ¿Quieres mi perdón para sentirte mejor? — Pregunta más molesta.
— Sí, quiero tu perdón, pero no para sentirme mejor conmigo. — Armando trata de agarrar la mano de Antonia, pero esta se aparta.
— De acuerdo te perdono ¿Contento? — Niega el hombre con la cabeza.
— ¿Armando que es lo que quieres para que me dejes en paz? —Antonia agarra su cabeza molesta.
— Quiero que volvamos a estar juntos. — Ella niega rotundamente.
— Armando lo siento ya esta tarde y lo que había entre tú y yo termino así de simple. — Concluye la chica con un nudo en la garganta.
— Antonia por favor déjame aclararte las cosas. — La chica agacha la cabeza.
— ¿Para qué? — contesta solloza.
— ¿Para qué me vuelvas a lastimar? — Levanta la cabeza y unas lágrimas corren por sus mejillas, ella las limpia con su mano. — Me hiciste mucho daño Armando, no sabes lo que sentí cuando escuché a tu madre insultándome por atender mesas, eso no tiene absolutamente nada de malo ese trabajo lo hice con integridad. — Armando paso las manos por su cabello.
— Si lo sé fui un idiota al no defenderte, eres una mujer increíble y en lo que te dediques no me importara porque un trabajo no te hace quien eres. — Armando trata de nuevo de agárrala.
— Pero lo que más me dolió fue que regrésate con tu ex novia. — Armando niega con la cabeza mirando a Antonia.
— ¿Soy una mentirosa ahora? — Sigue negando.
— Algo dentro de mí llego a creer que ella era la mujer perfecta para mí, pero estoy seguro que no era así. — Armando mira a Antonia agitado.
— Tú eres una de las mejores cosas que me ha pasado en la vida. — Antonia niega con la cabeza.
— ¡Cállate! —grita la chica con sus ojos llenos de lágrimas. — No quiero que me expliques nada. —
Se limpia las lágrimas que caen por sus mejillas. — Me hiciste mucho daño y eso no es algo que se arregle solo con un perdón Armando. — contesta agitada.
— Lo sé, lo sé, un simple lo siento no arreglara nada, pero quiero que sepas que estoy arrepentido, cometí un terrible y gran error. — Los dos se quedaron un momento callados, causando un silencio incómodo.
— Quiero descansar. — dice Antonia rompiendo el gélido silencio creado por los dos.
— ¡No espera! — Armando logra tomar su mano.
— No te vayas por favor. — Armando abraza contra su cuerpo a Antonia, ella cierra los ojos para sentir el perfume de Armando, había olvidado a que olía, ese olor le trae muchos recuerdos. — Siento con todo mi corazón todo lo que paso no quiero imaginarme como la pasaste tu soy un completo idiota. — Antonia no dice nada.
— Quiero que sepas que te Amo —Armando sigue hablando y Antonia no puede convencerse de lo que está hablando, una parte de ella quería que todo volviera hacer como antes, pero Armando la había lastimado de una manera horrenda.
— No quiero que me vuelvas hacer más daño. — coloca las manos en el pecho de Armando para apartarse.
— No quiero hacerlo. — la vuelve a abrazar, pero se suelta de su agarre.
— No más. — Las lágrimas caen solas por las mejillas de Antonia. — Lo nuestro está en el pasado. — Toma aire para poder seguir hablando.
— Busca a otra chica que cumpla con las expectativas de tu madre. — Sube los peldaños que faltan, Armando la abraza por la espalda.
— No quiero a otra chica te quiero a ti, me importa un pepino lo que diga mi madre. — Antonia niega soltándose del nuevo agarre de Armando.
—Esto no tiene una solución, esto se acabó. — Antonia agarra sus llaves, abre la puerta entra con prisa y cierra. Se apoya contra ella y las lágrimas comienzan a caer con más velocidad de sus ojos. Armando sube los pocos peldaños y se acerca a la puerta