Quiérete y luego quiéreme, si quieres.

CAPÍTULO 25

Octubre se acababa. ¿Cómo era posible que el tiempo pasase tan rápido?

Me encantaría decir que las cosas han ido mejorando, pero lo cierto es que aún siento esa pequeña presión en el pecho, ese sabor agridulce en casi todo lo que hago. Digamos que nunca termino de ser feliz del todo. Aunque hay momentos que se le acercan.

Por ejemplo, cuando Erika y yo nos pasamos el día en esa cafetería tan bonita con la mejor tarta de limón del mundo y hablamos durante horas. A veces vamos de compras (en realidad va ella y yo miro) y otras entramos al cine y vemos alguna película que nos haya llamado la atención. Cuando esto ocurre consigo distraerme y no pensar en esa mancha negra que no me permite disfrutar los momentos en su totalidad. Esa que cuando estoy sola o de noche tumbada en mi cama suele hacerse la protagonista. No es algo en concreto, es solo la constante sensación de que hay algo que no marcha como debería, de que hay algo que no termina de encajar del todo. Cavilo durante horas y horas para tratar de encontrarlo, y al final del día ese algo sigue siendo un gran y molesto interrogante que no consigo resolver.

También aparece ese algo cuando más feliz debería estar, es decir, cuando paso momentos a solas con Colin Green. No han sido muchos, pero no puedo quejarme. Él mismo me explicó que está teniendo un mes muy difícil, lleno de trabajos que se le amontonan. Estudia Medicina, no lo cuestiono, esa carrera tiene fama de ser agobiante y dura. Así que me conformo con ese día a la semana en que un trozo de papel se cuela por debajo de mi puerta, citándome en la azotea a una hora concreta. Al principio nos veíamos a las doce de la noche, ahora solemos encontrarnos a las dos o tres de la madrugada. Y aunque el frío comienza a ser insoportable, no me quejo.

Había vuelto a ser el chico encantador del que me había enamorado. Me abrazaba cuando el viento soplaba fuerte, me acariciaba las mejillas mientras me miraba con ternura y me daba los besos más pasionales y ardientes que jamás hubiera imaginado. Un día incluso llegamos más allá, cuando su fría mano se coló por dentro de mi pantalón y mi ropa interior. Experimenté un orgasmo rápido y placentero que me dejó la sensación de estar flotando en medio de la nada. Fue mágico, y también la primera vez que otra persona que no fuera yo tocaba mi sexo. A partir de ese día me he depilado cada vez que esa nota se deslizaba por mi puerta, no porque quisiera especialmente, pero comentó que le resultaba desagradable encontrarse mi parte íntima descuidada, dijo que tenía que mantenerlo bonito, que de esa forma resultaba más atractivo. Así que eso hacía cada vez que nos veíamos.

A pesar de que Colin Green me daba mi lugar, todavía había veces en las que pensaba que yo no era la única. Llegué a creer que estaba paranoica y que malinterpretaba las cosas que veía, como a diversas chicas subir con él en el ascensor por las noches, ambos riéndose y demostrando una gran complicidad, o las marcas de su cuello, un pequeño círculo de un tono rojo oscuro, como el color del vino. Me obligué a pensar con claridad, a creer que todas esas chicas podían ser amigas suyas y que esas marcas podían deberse a algún golpe o a un vaso sanguíneo que ha explotado.

Obviando esos pequeños detalles y ese algo que no me dejaba disfrutar en paz, no estaba nada mal el tiempo que pasaba con él.

Por otro lado estaba Ryu.

Después de lo que pasó en mi habitación, de las cosas que dijo, quería hablar con él, pero estuvo evitándome una semana. Cuando nos veíamos en la cafetería, salía corriendo. Las veces que nos encontramos en la puerta de la biblioteca, me miraba y se daba la vuelta, escondiéndose en ese recinto enorme lleno de estanterías y salas. Incluso fui a su piso y pasé allí gran parte de la tarde y un poco de la noche, pero Lucas me llevó a mi residencia y Ryu no apareció por allí.

Por eso, cuando una mañana estaba plantada como una estatua a las 08.45 en la puerta de la residencia muerta de frío, escondida tras una bufanda y un gorro, me sorprendió ver a Ryu aparecer por allí.

-¿Qué haces aquí?- le pregunté.

Él también llevaba un gorro y una bufanda color crema al cuello. La punta de su nariz estaba enrrojecida y tenía el pelo tan lago y ondulado como siempre.

-¿Puedo acompañarte a clase? Me gustaría hablar contigo.

-¿Vas a ponerme alguna excusa como que has tenido una semana muy ajetreada y por eso no hemos podido cruzar ni una palabra?

-No, vengo a decirte que te he estado rehuyendo.

Su sinceridad me tomó por sorpresa. Me tendió un vaso transparente, un Iced Americano. Se lo agradecí con una sonrisa y di un sorbo al café mientras le observaba, pensando de nuevo en lo guapo que era.

-¿Por qué lo has hecho?- quise saber, aunque podía imaginarme la respuesta.

-Me avergonzaba lo que te dije en tu habitación.

-¿Sobre Colin Green?

-No, en eso me mantengo firme, pero es cierto que podía haberlo dicho con otras palabras, quizá ser más suave-. Hizo una breve pausa. -Te he estado rehuyendo porque me avergonzaba lo que te dije después. Creo que me excedí y quería pedirte perdón, por mis palabras pero sobre todo por mi actitud esta semana, no sabía cómo afrontar las consecuencias. Lo siento.

Y si no queda nada yo te ayudaré a buscarlo, y si no puedes lo buscaré por ti. Haré cualquier cosa para no dejar que te pierdas, me obligaré a perderme a mí mismo para encontrarte, pero no permitiré que desaparezcas, que te hagan desaparecer.

Lo recordaba perfectamente.

Noté un escalofrío.

-Entonces, ¿te arrepientes de haberlo dicho?- me descubrí preguntando con miedo.

-No, por supuesto que no, pero tú no estabas preparada para escucharlo.

-¿Por qué?

En ese instante Colin Green atravesó la puerta de la residencia. Toda mi atención voló hasta él. Se había abrigado mucho y tenía unas ojeras muy marcadas, como si esa noche hubiese descansado poco. Hablaba con su amigo, pero denotaba una clara falta de energía. La Universidad le estaba pasando factura.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.