El día siguiente lo tenía todo para ser un buen día.
Me puse mi sudadera lila favorita y unos vaqueros anchos. Metí todas las cosas en el bolso y salí del cuarto poniéndome un gorro, sosteniendo el abrigo y la bufanda de la mano.
Llegué a la cafetería y no había cola, así que obtuve rápido el Iced Americano y un muffin de arándanos y yogurt. Estaba absolutamente delicioso, esponjoso y sabroso. A las 08:45 Colin Green apareció por la puerta con su amigo, ambos riendo y bostezando. El chico rubio, ya sin rastro de tinte verde en su cabello, tiritaba con fuerza y daba pequeños saltitos para mantener el calor. Me dedicó su característico guiño, a lo que respondí con una sonrisa rápida. Cuando comenzó a caminar hacia su Facultad, yo hice lo mismo.
Llegué puntual, Erika apareció al cabo de un minuto, sentándose a mi lado. Las clases fueron amenas, rápidas y esa mañana recibimos dos calificaciones, ambas superadas. No con la nota que me hubiera gustado pero sí la suficiente como para sentirme orgullosa. Dimos por finalizada la mañana y fuimos a la cafetería. Encontramos una mesa nada más entrar, algo que no ocurría casi nunca. Recibimos una tercera nota mientras charlábamos, aprobada también.
Y aunque todo parecía ir bien, aunque todo apuntase a que era un gran día, yo no me sentía completamente feliz.
-¿Qué te pasa?- preguntó Erika recostada sobre la silla, dándole vueltas a la cucharilla de su té.
-Nada.
-Otra oportunidad.
Suspiré, apoyando la cabeza sobre mi mano, mirando los hielos bailar en el líquido oscuro.
-No lo sé, es como si a pesar de que esta mañana todo ha salido bien no pudiera disfrutarlo a tope, ¿me explico?
-Te explicas-. Mi amiga meditó sobre ello. -¿Has dormido mal?
-No.
-¿Te encuentras cansada?
-No más de lo habitual.
-¿Pasó algo ayer que te tenga así hoy?
Colin Green. Ayer regresé, creo, a mi relación privada con él.
Miré a mi amiga y dudé en contárselo. Primero porque quería evitar una discusión que seguramente tendríamos, y segundo porque no me apetecía decirlo. Y fue extraño, porque antes hubiera proclamado a los cuatro vientos que estábamos juntos, creo, pero en esta ocasión preferí el anonimato.
-Nada a destacar- contesté al fin.
-¿Estás segura?
Acababa de mentir a mi mejor amiga. Joder, era una mierda de persona. Bajé la cabeza, incapaz de seguir mirándola.
-Muy bien, entonces tendrás solo un mal día y mañana se te pasará- concluyó.
-Espero.
Erika comenzó a contarme lo bien que le iba en sus clases de pintura y lo motivada que se encontraba para realizar nuevos lienzos. La escuché con atención, aunque mi pensamiento se disociaba con rapidez. Traté de enfocarme en lo que me decía, no perder ningún detalle, pero se me hizo realmente difícil. ¿Qué me estaba pasando?
A media tarde cada una se retiró a su residencia.
Al llegar a mi cuarto descubrí un trozo de papel.
A LAS 0:00H EN LA AZOTEA, NO FALTES.
Colin Green me citaba de nuevo. Miré la nota y la guardé con el resto en una caja de latón. Debería estar pletórica por verle, ansiosa, pero lo cierto es que prefería mil veces más quedarme en mi cuarto, calentita y con una serie. Pero me obligué a hacerlo, porque él quería verme y porque necesitaba sentir esa felicidad plena que se me había estado escapando durante todo el día.
Así que me preparé y subí hasta la fría y despejada noche. Miré la hora en mi teléfono, eran las 0:15. Había llegado tarde, pero no importaba porque él aún no había aparecido. Me refugié del viento tras una columna de ladrillo, sentándome en ese pequeño tejado y abrazando mis piernas. Mientras esperaba me dediqué a buscar una razón para mi estado de ánimo, sin éxito.
Colin apareció a las 0:45h. Supo donde me encontraba sin necesidad de buscarme. Para entonces, no sentía los dedos de los pies y las manos comenzaban a congelarse poco a poco.
-Hola guapa- saludó, dándome un fugaz beso y sentándose frente a mí.
-Llegas tarde.
-Tenía un trabajo que hacer.
Miré mis rodillas, su mano sobre ellas.
-¿Por qué querías verme?
-¿Acaso no puedo citar a mi chica favorita cuando me apetezca?
Levanté la vista, ligeramente molesta.
-¿Y si quiero ser yo la que te cite?- pregunté. -¿Podemos vernos cuando yo quiera?
-Claro.
-Entonces dime cuál es tu habitación, así podré dejarte notas igual que lo haces tú.
Colin parpadeó, tardó unos segundo en volver a hablar.
-No creo que eso sea necesario.
-¿Por qué no?
-Me gusta ser yo quien te deje los papeles, así cuando creas que no te tengo en cuenta podrás verlos y cambiar de opinión- sonrió.
Fruncí el ceño, algo no estaba bien.
-¿Por qué no quieres que sepa cuál es tu cuarto?- insistí.
-No se trata de eso.
-¿Seguro? Porque parece exactamente de lo que se trata.
Me moví, haciendo que dejase de tocarme. Colgué las piernas de ese tejado tocando el suelo con las puntas de los pies y metí las manos en los bolsillos del abrigo. No soportaba más este frío.
-¿Qué me ocultas Colin?
-Nada.
-¡Entonces dime cuál es tu cuarto!- grité sin pretenderlo.
El chico me miró sorprendido, y no era para menos. Ni siquiera yo misma entendía este arrebato. De pronto me sentí engañada, insegura, desconfiada. Me levanté buscando algo del aire que notaba que me faltaba.
-Lo siento, estoy teniendo un día raro- me disculpé.
-No te preocupes.
El escalofrío me zarandeó entera. Me descubrí rodeada por sus brazos, queriendo darme un calor que no llegaba a sentir.
-¿Qué te parece si mañana me paso por tu habitación?- propuso. -Está comenzando a hacer mucho frío y aquí es muy difícil hacer cierto tipo de cosas- ronroneó, descendiendo las manos por mi pecho, mucho más abajo hasta llegar a mi entrepierna. Di un respingo.
-También podríamos hacer algo diferente.
Editado: 05.08.2025