Quiérete y luego quiéreme, si quieres.

CAPÍTULO 41.

Me desperté jadeando, las gotas de sudor en mi frente. Solo fue una pesadilla, pero aún así pareció tan real que me llevó unos instantes orientarme. Estaba en mi cuarto, en la residencia. Mis ojos se acostumbraron poco a poco a la oscuridad, viendo formas a mi alrededor.

Me desplomé sobre la cama una vez conseguí estabilizarme, aunque supe que dormir no sería fácil. Mi cabeza daba vueltas a esa pesadilla donde por egoísta todos me abandonaban y me quedaba sola. Traté de convencerme de que no sería así, pero mis esfuerzos parecieron ser en vano. Así que abrí los ojos y miré el techo en la negrura.

El silencio duró poco cuando unas voces demasiado altas para estas horas de la madrugada resonaron por el pasillo. La luz se filtraba por la rendija de mi puerta, aunque no era suficientemente fuerte. Me giré, dando la espalda al gentío. Llegué a advertir una risa aguda, propia de una chica, y unas pisadas corriendo escaleras arriba. Acto seguido otras llegaron hasta el piso, y lo siguiente que escuché fue el intercambio de saliva propio de un beso. Arrugué la nariz, me resultaba asqueroso percibir con exactitud el movimientos de dos lenguas. Más pisadas llegaron, otras personas se unieron a los besucones del pasillo.

-Aquí no, par de guarros- susurró no demasiado bajo alguien con mofa.

-Tú vas a hacer lo mismo, así que cállate- le contestó una chica, probablemente la que estaba besándose.

-Al menos tengo un poco más de vergüenza.

-Ni siquiera sabes lo que significa esa palabra.

Abrí los ojos de golpe, reconocí esa voz.

Colin Green.

-¿Y tú sí? Estás sereno porque has vomitado hasta el desayuno- habló un chico.

-¿Eso que escucho es envidia de mi resistencia?

-Más quisieras, chaval.

Escuché sus risas y un par de palmadas.

-Vámonos a dormir antes de que estos dos empiecen a desnudarse delante de nosotros- propuso otra persona, una mujer.

Sentí las pisadas alejarse por las escaleras. Después, volvió a reinar el silencio.

Durante siete días Colin no me había dejado ni una sola nota. Pensé que era porque estaba agobiado, como él mismo dijo, pero parecía que hoy había encontrado tiempo para salir de fiesta con sus amigos y regresar a las tantas de la madrugada, acompañado.

No quise pensarlo demasiado.

Había transcurrido una semana más y seguía sin tener noticias de Colin. Aunque cada mañana me lanzaba una mirada y una sutil sonrisa, no había dejado ninguna nota bajo mi puerta. Mis nervios comenzaron a crisparse, incluso hubo un día que pagué esa frustración con Erika, quien con razones de peso me paró los pies. Descubrí que me afectaba más de lo que debería, así que decidí tomármelo con filosofía. Traté de ignorarlo, de no mirar cada dos por tres a la puerta, de pasar las tardes fuera de mi cuarto y mantener la mente ocupada, pero por más esfuerzos que puse, al final del día, seguía durmiéndome con la decepción como única compañera.

Hoy llevaba toda la tarde en la biblioteca. Tenía un trabajo para dentro de dos meses que había decidido comenzar en este mismo momento en otro intento desesperado por no pensar demasiado en lo que realmente debería estar reflexionando. A mi alrededor solo estaban los trabajadores del lugar y un par de personas en uno de los arcaicos ordenadores del centro. Decidí apagar el teléfono para evitar distracciones y conecté los auriculares al ordenador. Después de cuatro horas, terminé el trabajo. No tenía nada más que hacer y debía volver a mi cuarto. Sentí los nervios en el estómago. Intenté convencerme de que no habría un papel allí, porque si mantenía la esperanza después el golpe me dolería más.

Prefería una grata sorpresa a otra triste desilusión.

Volví a la residencia bajo el frío manto del Invierno, encendí el teléfono viendo dos llamadas de mi padre. Se me paró el corazón. Rápidamente busqué su contacto y me llevé el aparato a la oreja.

-Cógelo.

Pero no contestó. Volví a la agenda y encontré el número de María.

-¡Hola Alaia!- saludó desde el otro lado.

-¿Qué le ha pasado a mi padre?

-Nada, ¿por qué?

-Tengo dos llamadas suyas y ahora no me ha contestado. No me mientas María, por favor.

Hubo un segundo de silencio en el que me temí lo peor.

-¡Hola hija!- saludó, enérgico.

-¿Qué ha pasado? ¿Por qué me has llamado? ¿Por qué no me contestas el teléfono?

-Tranquila, todo está bien. Tengo el móvil cargando y no me he dado cuenta.

Cerré los ojos, expulsé el aire que retenía.

-¡No me des esos sustos!- le regañé.

-Lo siento.

-¿Por qué querías hablar conmigo?

-Hemos ido al hospital, tenía revisión- comenzó a decir. -¡He conseguido adelgazar todo lo que pidieron! Así que ya tengo cita para la operación de balón gástrico.

-¿De verdad? ¡Es estupendo! ¿Cuándo es?

-El mes que viene.

-Genial, allí estaré.

-¿Segura? No quiero que interrumpas tus clases.

-No te preocupes por eso, lo más importante siempre es tu salud.

No le vi, pero supe que había sonreído.

-Está bien hija, entonces aquí te espero.

-Recuerda seguir la dieta, sigue siendo primordial.

-María aún mantiene ese maldito candado en el armario.

-¡Porque hace una semana te pillé tratando de romperlo con una cizalla!- escuché a la mujer gritar de fondo.

-¿De dónde has sacado esa herramienta?- quise saber.

-Salí a pasear, como estoy obligado a hacer, así que me dije que podía ir a una ferretería y comprar una. Solo estaba haciendo ejercicio, ¡tardé treinta minutos más de lo habitual!

-Qué morro tienes- reí. -Nos vemos en un mes.

-De acuerdo hija, un beso.

-Os quiero.

Colgué el teléfono tremendamente feliz por esa noticia. Aún me parecía increíble que mi padre hubiera superado esa situación crítica que casi le cuesta la vida. Agradecí a quien fuera que escuchara por darme más tiempo con él.

Abrí los mensajes, tenía algunos de Erika preguntándome qué me parecían sus nuevas obras. Me había mandado un par de imágenes, lo cierto es que eran preciosas. Pero lo que me llamó la atención fue el chat de Ryu. Me había escrito. Entré a la conversación con el corazón en un puño, recordando la última vez que nos vimos, lo devastador que fue.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.