Quiérete y luego quiéreme, si quieres.

CAPÍTULO 56.

Había pasado veinte minutos mirando una caja de latón y un papel sobre mi mesilla.

Notas diferentes, personas diferentes. Y los dos me gustaban muchísimo.

Sentía que esto era una elección entre el pasado y el futuro, y no sabía cuál de los dos me asustaba más. No quería equivocarme, y por supuesto no quería lastimarles, pero tenía la sensación de que hiciera lo que hiciera, heriría a uno de ellos. No estaba preparada para ello, igual que tampoco había intentado ser sincera conmigo misma. Me aterraba descubrir el final del camino.

Leí de nuevo la nota de papel entre mis manos.

PLANTA 2, PUERTA 211. CUANDO QUIERAS, TE ESTARÉ ESPERANDO.

Después de cuatro años, sabía cuál era la habitación de Colin. La última vez se negó a decírmela, me enfadé por ello. Esta vez me sorprendí con la nota al regresar de clase.

Lo estaba intentando.

Lo medité un momento, pero mis opciones eran seguir clavada en la silla tratando de estudiar mientras mi mente se disociaba cada vez más o pasar un momento agradable como el del otro día junto a Colin. Revisé mi teléfono, los mensajes. No tenía nada.

Me levanté de la silla y salí de mi cuarto.

Descendí por las escaleras hasta llegar a su planta, debajo de la mía. Me tomé un minuto para descubrir qué sentía, y lo primero que noté fue que no me temblaban las piernas, no estaba nerviosa ni el estómago parecía querer darse la vuelta. Estaba tranquila, como si...

Me choqué con una chica en el rellano. Al recomponerme me di cuenta que la conocía, aunque nunca hubiese hablado con ella. Presentí que eso iba a cambiar por la rabia con la que me miraba.

-Así que es por ti- habló, una risa amarga. -No puedo creérmelo. Mírate y mírame, ¡no tiene sentido!

Con un movimiento de mano lanzó su melena oscura hacia atrás, sus ojos se volvieron afilados. Eso solo significaba problemas, era mejor salir de aquí cuanto antes. Me apresuré a pasar por su lado y hacer como si esto no hubiera sucedido. Aún así, ella siguió hablando.

-No puede preferirte a ti por encima de mí- dijo a mis espaldas. -Soy mil veces mejor que tú-. Traté de seguir avanzando haciendo oídos sordos. -¡Tú no vales nada! ¡Eres una bola de grasa!

Me detuve. La chica me estaba atacando, y un día me prometí que no permitiría a nadie volver a pisotearme. Giré sobre mis talones lentamente, me acerqué a ella. Cargaba con una bolsa de papel por la que sobresalía una botella de vozka y una caja de bombones roja. Me fijé en su voluminoso pecho, su estrecha cintura, el vientre plano, unas caderas exuberantes y las piernas más largas que haya podido ver. Era una chica preciosa la verdad, pero yo también.

-Supongo que estás hablando de Colin, ¿cierto?- me atreví a deducir.

Ella pasó el peso de una pierna a otra, puso un brazo sobre su diminuta cintura.

-Él era mío- argumentó.

-Él no es de nadie.

-Tú sí que no eres nadie- espetó.

Estaba empezando a enfadarme, mucho. Di un paso al frente, entrecerré los ojos.

-¿Qué te cabrea más? ¿Qué haya pasado de ti siendo una chica claramente estereotípica o que lo haya hecho por una gorda?

Casi pude ver que le temblaba el párpado inferior por la ira. Intenté con todas mis fuerzas no dibujar una sonrisa en mi rostro, sin éxito al ver la tensión de su mandíbula.

-Ojalá Colin recapacite y vea el terrible error que está cometiendo contigo. Va a querer morirse.

-Sí, sí, pero mientras tanto me llevo esto.

Atrapé la caja de bombones y di media vuelta.

-¡Eso, atibórrate a chocolate y engorda más! ¡Vaca! ¡Foca!- gritó mientras me alejaba.

-¿No tienes nada mejor en tu repertorio?

-¡No te soporto!

-Cuando me importe tu opinión te lo haré saber, si es que recuerdo tu cara.

Escuché que soltaba una retahíla de improperios más que me dieron bastante igual. Caminé hasta la puerta 211 y llamé mientras abría la caja, tenía forma de corazón. Colin me abrió al segundo, su flamante sonrisa a modo de saludo. Flaqueó al ver la caja que llevaba entre mis manos.

-¿Por qué tienes esos bombones?

-Porque soy una gorda y mi trabajo es comer.

Frunció el ceño sin comprender nada. Mordí la chocolatina en mi boca sintiendo un líquido emanando de ella, tan agrio que arrugué la cara.

-Qué asco, son de licor- dije esforzándome mucho por tragarlo. -¿Quién compra bombones de licor?-. Revisé la caja.

-Es una ruleta rusa, por mucho que mires no vas a encontrar los sabores.

-Estupendo, creo que he perdido.

Colin rió mientras me dejaba pasar a su cuarto. Lo primero que busqué fue una papelera.

-¿Tienes agua? Necesito quitarme este sabor de la boca.

-Tengo vozka.

Le miré dejando caer los párpados.

-Voy a beber del grifo del baño.

Fui hasta allí con su risa de fondo. Me tomé todo el tiempo del mundo hasta que mi lengua dejó de notar ese sabor. Volví a salir, y esta vez me detuve en cada detalle de su cuarto. Los muebles eran exactamente iguales a los míos salvo por la colocación, era como mirar mi habitación en un espejo. En cuanto a la decoración, advertí varios pósteres de jugadores de baloncesto, un cono de tráfico en una esquina y un par de torres de carpetas que eran tan altas como el escritorio. Sobre éste, un ordenador con un videojuego y el mando de la PlayStation conectado.

-¿Tú nunca estudias?- quise saber. Estábamos a pocos días de comenzar los exámenes y no tenía constancia de que hubiera ido a la biblioteca.

-No lo necesito- respondió encogiéndose de hombros.

Me miraba desde la silla frente a la mesa, los brazos cruzados.

-Creído.

-Más bien inteligente.

-Lo que tú digas. ¿Por qué querías que viniera?

-Quería pasar tiempo contigo, y se me acaba de ocurrir que podríamos jugar a un juego.

-Si es el de la botella o el yo nunca, no me interesa.

-¿Tan básico crees que soy? Anda, siéntate.

Me dejé caer al final de la cama. Él movió la silla hasta quedar frente a mí, manteniendo una distancia que me encontré agradeciendo. Me fijé en su sonrisa, se había evaporado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.