SKYLAR BANNERMAN.
El barrio donde vivo siempre ha sido tranquilo, los vecinos no son chismosos ni problemáticos — excepto por la vecina de cincuenta años que vive a lado de nuestra casa — a nadie más que ella le interesa saber lo qué pasa alrededor.
Tarareo una canción en la mente y sigo caminando por la orilla de la calle.
¿Nunca te han tocado días donde no tienes nada que hacer, aunque tengas ganas y energías de hacer algo productivo pero no cosas que hacer? Hoy es un día de esos. No tengo tareas pendientes, limpie mi habitación hasta dejarla reluciente e impecable y también la casa. Papá como siempre, estaba metido en su despacho firmando unos papeles. Solamente quedábamos mi bebé y yo, solitarios en casa sin que hacer y con mucho aburrimiento.
Agarro con más fuerza la correa azul de mi labrador al ver que quiere echarse a correr libremente por la calle.
En mi cumpleaños número dieciséis papá me regaló un pequeñito cachorro. Yo en ese entonces estaba en la época donde no tenía muchos amigos ni con quien pasar el rato. Y fue el mejor regalo que me pudo haber dado. Aun recuerdo cuándo tomé su pequeño cuerpo entre mis manos y lo acurruque contra mi pecho.
Su nombre es Beni y fue de mucha ayuda. El siempre quiere andar jugando detrás de mí y sobretodo, es un labrador hermoso. Padece de heterocromía: el ojo derecho lo tiene completamente de color gris, mientras que el izquierdo es marrón. Simplemente se ve maravillosamente hermoso.
Apenas esta comenzando a anochecer, aquí el clima por las noches cambia. En el día puede haber un extremo calor y en las noches refresca. La brisa de aire fresco revolotea mis cabellos, haciéndolo fastidioso tener que dejarlos en su lugar. Daniel me avisó qué estaría en el parque cercano de su casa, me faltan dos cuadras para poder llegar.
Beni luce contento de que lo haya sacado a pasear un rato fuera de casa.
«Ingrata.»
Ubico mi cabello detrás de mi oreja para que no me tape la vista. Visualizo a Daniel a unos metros de distancia, él está de pie frente una banca de concreto. Su cabello rubio cae por su frente y tiene la cabeza hacia atrás. Él voltea a mi dirección y sonríe. Creo que le dice a la persona que se encuentra sentado en la banca de concreto algo que lo hace voltear a mí.
Raúl. Es Raúl.
Beni intenta de correr a con Daniel haciendo que dé un traspié bruscamente en la banqueta. Gruño y ejerzo fuerza en su correa azul para que no se vaya a zafar.
A metros de distancia Daniel se acuclilla en el suelo mirando a Beni tratando de zafarse y huir de su dueña.—¡Suéltalo!
Lo pienso bien y termino por soltar la correa de Beni. Mi perro no pierde más tiempo para arrancarse a correr a Daniel. Mi amigo lo espera aún acuclillado con las manos en el aire.
Río entre dientes cuando Beni se le echa encima a Daniel y caen al suelo. Beni lo lame del rostro moviendo su cola de un lado a otro.
—Perrito bonito — Daniel lo acaricia mientras le habla con voz aguda. —Hermoso, chiquito.
Las personas que caminan por el parque miran la escena divertidos y con ternura.
Saludo a Raúl y me siento en la banca de concreto.
Estiro mis piernas mirando a Daniel jugar con Beni cómo un niño pequeño. Le interesa más mi perro que yo, ni siquiera se ha tomado la molestia de saludarme.
Ingrato.
—¿Qué hay, Skylar?
Me encojo de hombros.—¿Por qué no fuiste hoy a la prepa?
—Se me hizo tarde — Responde sin vergüenza. Ruedo los ojos, apoyo mis codos en mis muslos y chasqueo la lengua.
Para molestar chasqueo mis dedos queriendo llamar la atención de Beni, igual no me hace caso.—Beni, Beni, Beni. Ven, ven bonito.
Daniel carcajea y me mira con burla.—No te quiere Skylar, vive harto de tí.
Suelto un jadeo incrédula. ¿Ahora mi perro también me va a ignorar? — Sí me quiere, hasta me ama. Sólo que está contigo por qué tiene rato que no te veía.
Se levanta de él suelo sacudiendo su pantalón. Beni se le para de patas intentando seguir jugando. —Ni tu propio perro te quiere — Se sienta a mi lado sin dejar de reír. Beni queda en el suelo sentado, recibiendo feliz las caricias qué le proporcionan en su lomo.
—Pobre de mi bebé. No lo había podido sacar a pasear — Frunzo mis labios —. Apenas ayer tuve tiempo de bañarlo.
—¿Pulgas? ¿garrapatas? ¿chinches?
— Escuchar eso hace que le dé un emoujón molesta. ¡Mi perro está limpio!
—Beni no sale a la calle — Abogo —. No tiene pulgas, ni garrapatas y mucho menos chinches.
Daniel y Raúl se ríen. —Estaba bromeando. Mi Beni es limpio.
Arqueo las cejas.—Mi. Beni.
—Lo que es tuyo es mío.
—Pero más mío que tuyo.
Raúl acaricia la cabeza de Beni sonriendo.—¿Lo peinas?
Asiento con la cabeza dándole entender que mi perro tiene los mejores cuidados. Un celular suena entre nosotros tres y frunzo el ceño al saber que no es el mío.
—¡Es a mí! — Informa Daniel y saca su celular del bolsillo trasero de su pantalón, desliza su dedo por la pantalla y lleva el aparato hacia su oreja.
—Estoy en el parque — Hace una mueca escuchando con atención la persona detrás de la línea. Lo ignoro y me enfoco en Beni.
—Qusiera tener así los ojos — Raúl me mira —. ¿Cómo se llama lo qué dijiste que tiene?
—Heterocromía. Y yo también quisiera tenerlos así.
—Tú ya los tienes de color.
—No es lo mismo tener uno verde y otro de diferente color.
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Editado: 29.05.2023