Quiero amarte

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SKYLAR BANNERMAN

Al pasar los segundos, el insistente sonido de la alarma de mi celular se filtra en mis oídos, y en respuesta, en lugar de levantarme e ir a apagarlo; me remuevo en la cama, y con una almohada cubro mi cabeza para no seguirlo escuchando, sin embargo, es en vano, tengo la alarma puesta aleatoriamente y cada tres minutos suena, escuchándose más, y más escandalosa.

Con lentitud abro los ojos, y de inmediato los vuelvo a cerrar por la iluminación, que es poca, pero de igual manera logra encandilarme; mi ceño se frunce casi por voluntad propia y trago saliva, sintiendo mi garganta picar, se siente rasposa y con mucha sequedad.

Rasco la piel de mi cuello y, a través de las paredes de la casa, — desde el piso de abajo —, escucho un grito amortiguado por parte de papá: diciéndome que ya me levante de la cama porque después se me hará tarde para la preparatoria. Gruño y no respondo a su grito, sólo me quedo inmóvil, soñolienta y en silencio, mirando el techo de mi habitación.

Poco a poco, luego de unos cortos minutos, me voy incorporando en el colchón, sentándome en la orilla; mi cabeza palpita como si diez martillos se hubieran incrustado en mi frente, y mi espalda duele como si una multitud de cuerpos me estuviera aplastando, no recuerdo haberme caído ayer, no entiendo la razón de el porqué tengo dolor de espalda.

Para intentar calmar el dolor de cabeza, sobo mis sienes y tallo mis ojos, deshaciéndome de todo rastro de lagañas y máscara de pestañas, no obstante, el dolor  parece intensificarse más.

Tallo todo mi rostro con mis manos y rasco mi cabeza, estoy consciente de que no me encuentro en las mejores condiciones para asistir a la preparatoria, pese que dormí más de nueve horas sigo teniendo bastante sueño. Por un breve instante, pienso mentirle a papá, diciéndole que el estómago me duele, y de inmediato lo descarto, papá vio mi estado de borrachera ayer que llegué a casa, y , que no dejará que falte a clases por puro gusto, así como también sé que una buena regañada me está esperando desde la cocina.

Ignorando mi cabeza palpitante, y la alarma que aún sigue sonando, examino las paredes de mi habitación, pero mi mente no se encuentra aquí, mi mente comienza a trabajar rápido y se queda reproduciendo los sucesos más importantes del ayer.

Me gustaría decir que no recuerdo absolutamente nada, que lo sucedido de ayer sólo fue producto de mi imaginación por el alcohol, y que todo se trató de una terrible pesadilla... no obstante, lo recuerdo todo, cada palabra, cada gesto...recuerdo hasta el detalle más mínimo e insignificante. Todo pasó y sucedió, todo fue... real.

Mi pecho se oprime, y mi estómago se retuerce al recodar las palabras de Alex. Sus palabras se repiten en mi cabeza como si de un disco rayado se tratara, recuerdo claramente toda palabra que salió disparada de su boca, cada palabra que él pronunció, despedazó más mi corazón.

«Con la única que quiero estar es contigo... a la única que quiero es a ti, tú eres la única mujer que me gusta, nadie más; siempre te voy a elegir a ti por sobre todas las personas.»

Y sí, eso era lo único que yo deseaba escuchar de su boca, pero no en esas circunstancias, no cuando la delicada capa de cristal que protegía mi corazón se había hecho pedazos, no cuando ya había descargado mis frustraciones hacia él..., no deseaba escucharlo decirme que me quiere, cuando segundos atrás, estaba con Carrie. ¿Por qué estaba con ella, y después vino conmigo para decirme cosas bonitas? ¿por qué lo dijo? ¿él en realidad sentirá algo por mí, o solamente mintió para que no lo dejará solo? Miles de preguntas se estancan en mi cabeza, y por más que intente darles una clara respuesta a todas, no es posible, porque ni yo misma sé lo que pretende Alex y sus confesiones.

Un suspiro de cansancio brota de mi garganta, él está jugando conmigo, con mi mente, con mis sentimientos; me está confundiendo e ilusionando adrede, de un momento a otro me hace sentir como una estúpida, y me hace dudar.

Porque aunque no quiero dudar y desconfiar de sus palabras, lo hago. Gran parte de mí y de mi corazón cree que lo dijo por compromiso, por lástima hacia mí, para que no me sintiera rechazada. A la parte fracturada de mi corazón le es difícil confiar en su palabra sabiendo que sigue cayendo por Carrie, es como si dentro de mi pecho está un interruptor, y mi corazón lo apagó, para así ya no creerle con tanta facilidad.

Mis ojos empiezan a escocer, y aprieto la mandíbula, intentando que el dolor se vaya, pero en cambio, una marea de tristeza me invade al darme cuenta que he caído tan a fondo, e inconscientemente era lo que más me daba miedo, junto con el rechazo.

Me hubiera gustado haberle confesado a Alex mis sentimientos sin estar borracha, me hubiera gustado haber cogido la suficiente valentía para admitirlo sobria, pero el temor al rechazo me lo impidió, porque no le tengo miedo al amor; sino al sufrimiento, a la mentira, tenía miedo de decirle que me gusta, y que él me dijera que la atracción no es mutua. Era una cobarde por el miedo.

Suelto una risa amarga entre dientes, es tan irónico. Me llenaba  la boca diciendo que el amor era ridículo y cursi en todas las circunstancias, hablaba de cosas que nunca haría por nadie, pero, ¿saben? Es tan diferente cuando alguien es capaz de hacerte sentir, todo cambia cuando sientes las cosas con intensidad, te conviertes en otra persona, cambia tus maneras de ver al mundo, haces hasta lo imposible por esa persona especial, por tenerla a tu lado. Uno se aferra a la más pequeña ilusión, teniendo esperanzas.

Nunca había querido a alguien tan profunda e intensamente.  Nunca me había sentido tan enamorada, y loca como ahora.
Si me preguntaran qué es el amor, tal vez tiempo atrás hubiera dicho que es una simple bobada, y ahora; me doy cuenta que el amor no es ninguna bobada, es bonito, pero sólo causa desastres caóticos, te hace loco. Loco por esa persona.




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