Quiero amarte

I 24 I

C A P Í T U L O 2 4

ALEX BRUCE

Tener el corazón roto, es tener la sensación de como si una persona se subiera arriba de ti, y presionara con sus pies tu pecho, con demasiada fuerza, sin contemplaciones; dejándote sin aire para respirar.

Se siente como si tuvieras el hueso de las costillas quebradas, y que, cada vez que coges aire para llenar tus pulmones, el insoportable dolor se intensificará, debilitándote por completo.

Agonizante, indescriptible, y devastador. El dolor se siente tan intenso e increíblemente real, aunque — de manera literal — sólo sea mental.
Quema, desgarra, la herida sangra en silencio, arde, y te falta el aire; como si te hubieran arrancado un pulmón al rojo vivo.

Tener la sensación de un corazón herido, se ha vuelto familiar para mí.

Es una mierda irónica. Primero Carrie, luego con quién menos lo pensé: Skylar.

El arrepentimiento, y la incertidumbre, se abren de nuevo paso en mi pecho.

Ya he tratado de hablar con Skylar, y explicarle civilizadamente lo pasado, y lo que siento en el presente, sin embargo, ella no quiso, no me dejó. Me arrepiento mucho de no habérselo dicho antes, en un momento tranquilo, donde ella no estuviera borracha, y donde yo no me hubiera dejado llevar por Carrie, pero por más que intentaba pensar con claridad respecto a ella, no podía; los nervios y la ansiedad me ganaban. Me bloqueaba.

Y ahora, me encuentro pagando el precio de ser un grandísimo idiota tardado, que estaba perdido, y confundido.

Ahogo un suspiro lleno de frustración, y exasperación, meneando la cabeza con frenesí.

Desde un principio lo sabía, y lo deduje, sabía que sería difícil tratar de recuperar su confianza, Skylar es dificultosa y especial, su temperamento algunas veces no es fácil; es bastante complicada en ciertos puntos, y tal vez, sólo tal vez, es lo que me gusta de ella: su carácter.

Me atrae lo complicado.

Me atrae ella.

Ella completamente, de pies a cabeza.

Por más que le doy vueltas al tema, no sé qué diablos hacer para volver a tener su confianza. Para volver a tenerla a ella.

Mi mente crea un revoltijo de pensamientos tormentosos, y feos, haciendo que me ahogue en recuerdos sin saber nadar.

Me paso las manos por el cabello con desesperación, y miro la entrada de la preparatoria. No falta mucho para que el timbre de salida suene, y se supone que Daniel debería estar aquí conmigo antes de que eso suceda, pero, como costumbre de él, se está tardando demasiado, logrando que la ansiedad me esté matando.

Palpo con nerviosismo los bolsillos de mi pantalón, buscando en cuál fue que guardé el rollo de marihuana que le pedí a Raúl que me comprara, luego de unos segundos lo encuentro, y recargo mi espalda en la puerta de mi auto.

Con impaciencia, checo la hora en el reloj de mi muñeca, y flexiono mi cuello, haciendo que los huesos crujan. No estaba de humor para entrar a la última clase, no estaba de humor para ver a Skylar sentada cerca de mí, y que me ignorara, así que lo mejor de todo, para pensar, y saber cuál será mi siguiente plan; decidí no entrar, y saltarme Literatura. Y heme aquí, estacionado frente al edificio de la prepa en la que estudio, esperando ver algo... o más bien esperando ver salir a Skylar.

Observo a los cantarines pájaros volar de un árbol a otro, mientras que el cálido viento mece con ligereza algunas hojas de los mismos. El aire se siente limpio, y loa rayos del sol son agradables.

Enciendo el rollo de marihuana sin preámbulos, y le doy la primera calada. Fumar marihuana, o meterme drogas no es algo que haga seguido, de hecho, son contadas las veces que lo he hecho, no me gusta hacerlo. Pero hablando del tabaco, fumarlo se me está haciendo vicio. Desde que terminé mi relación con Carrie empecé a recurrir al cigarro y al alcohol más de lo que puedo permitirme, y aunque ya me lo he prohibido por mi condición física, es siquiera imposible poder dejarlo en momentos como éste. Mi condición física se puede ir al carajo ahora mismo.

Echo mi cabeza hacia atrás, y expulso el humo por la nariz, relajando mis hombros. Arrugo la nariz por el olor que desprende el rollo, y lamo mis labios, sintiendo sequedad. Estoy seguro que los ojos ya se me han empezado a tornar aún más rojos, cuando me drogo mis ojos me delatan con facilidad, y ahora más; por mi noche de insomnio, e igual, no me importa.

Estoy inquieto, irritado, cansado, y con un humor de perros, la sangre me hierve al saber que en cuanto el timbre anuncie salida, Skylar saldrá con Dante.

Maldita sea. ¿Por qué tan pronto?

Dante no es de mi total interés, él para mí no es ninguna competencia, pero no llegué a creer que se atrevería a invitar a salir a Skylar, no después de que una semana antes, estuvimos conversando, y le dijera que la había besado.

Sí, le mentí, le eché mentiras, sin embargo, fue algo inevitable de hacer.
Cuando lo escuché contarme con confianza que Skylar le gusta de verdad, y que por ella dejaría todo atrás, la bestia dentro de mí se formó, hecho una total furia, dispuesto a herir, dispuesto a matar. Entonces, con todas las emociones mezcladas en mi interior, proseguí a decirle que Skylar y yo ya nos habíamos besado, y que incluso, nosotros estableceríamos una relación pronto.

Fueron grandes mentiras, que, hasta la fecha de hoy, no me arrepiento de haberle dicho. Preferí herir, y mentir, a que él la alejara de mí.

Le doy la segunda calada al rollo de marihuana, y mis oídos captan el sonido del timbre sonar.

Todos mis sentidos se ponen alerta.

Enderezo mi espalda, sintiendo entumecido y frío el cuerpo, con un amargo sabor degustando en la lengua de mi boca. Trago saliva, y al segundo un tumulto de personas se amontonan en la entrada para poder salir del interior de la preparatoria.




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