Quiero amarte

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SKYLAR BANNERMAN

Mi mente traicionera, contradictoria, e inestable me obliga a aterrizar los pies en la tierra, y me ordena llegar al punto donde tengo que salir de la fantasiosa burbuja en la que vivo, y encerrarme en la cruda realidad. Y entonces, cuando lo hago; recapacito.

Pienso las cosas, y me doy cuenta que yo no soy una de las prioridades de Alex, no lo soy hoy, y no lo seré mañana. Caigo en el abismo de la realidad con un golpe duro, y llego al tormentoso punto donde pienso qué hubiera ocurrido si a Alex jamás lo hubiesen engañado. Ato cabos, y descubro que si nunca habríamos asistido a aquel club; la relación que llevaban Alex y Carrie seguiría intacta, y no destruida como ahora. Ellos seguirían juntos, amándose; siendo la perfecta pareja de la preparatoria.
Mientras que yo seguiría en la misma posición, o quizás no. Si las cosas habrían seguido igual como meses atrás, entonces ya me habría olvidado de él, y tal vez, hasta tendría un nuevo novio. Sin embargo, las cosas no sucedieron así, y dándole vueltas al tema, llego a tal grado, donde quisiera odiar al tiempo, por hacernos esto. Y quiero odiar a Alex por hacerme esto. Quiero odiarlo, más que nada porque me he dado cuenta que siempre he sido su segunda estúpida opción.

Pero también quiero entenderlo, y quisiera ponerme en su lugar.
Las personas merecen una segunda oportunidad, y él la merece, porque no ha hecho nada incorrecto. Alex sigue amando a Carrie por sobre todas las cosas, y lo entiendo, él estuvo con ella por casi setenta y dos semanas. ¿Cómo no la va a seguir queriendo, a pesar de que lo traicionó? Una persona que marca tu vida no se olvida con facilidad, eso debo de comprenderlo.

Ambos estamos haciendo las cosas mal; yo estoy actuando de manera irracional porque también soy egoísta. Porque yo sólo lo quiero para mí, no quiero su amor a medias. Y está mal, no puedo obligarlo a que deje de querer a Carrie para que esté conmigo. Así las cosas no funcionan.

No tiene caso que trate de olvidarlo, e intente alejarlo de mí, porque más me estoy aferrando. Y sí, le daré una segunda oportunidad, me planteo darle otra oportunidad; pero no hoy. Será cuando me encuentre preparada física, y psicológicamente. Creo que darnos un tiempo lo encuentro justo y necesario.

—Skylar — La mano de Dante se mueve delante de mi rostro, sacándome de la nube de pensamiento insoportables. Parpadeo seguido, y dirijo mis ojos a los de él —. ¿Todavía te duele mucho la cabeza?

Le ofrezco una sonrisa de boca cerrada, y me enderezo en el asiento de su auto. No estaba consiente de que ya hemos llegado al restaurante que está frente la plaza principal.

—Creo que se me quitará una vez que ingiera comida.

Dante asiente, y lo miro sacar las llaves del contacto.

Él es bastante atento conmigo, y eso hace que me cohíba un poco.

Ofreciéndole una pequeña sonrisa bajo de su auto, y acomodo mi cabello suelto por detrás de mis orejas. Aspiro hondo, y con los dientes superiores pesco la carne de mi labio inferior; mirando a Dante rodear el auto gris cromado y sonreírme genuino.

Él me hace una seña, indicando que comencemos a caminar y lo obedezco. En el transcurso del camino él coloca su mano derecha en mi espalda baja, y mi cuerpo en respuesta da un respingo, desconociendo el toque.
No estoy acostumbrada a que los demás hagan eso, sin embargo, no hago nada para decirle que se aleje.

Dante en silencio abre la puerta de cristal del restaurante, y deja que primero me adentre yo, para luego hacerlo él detrás de mí. Mis ojos curiosos, e inquietos navegan por todo rincón del restaurante, y una diminuta sonrisa se forma en mis labios. El restaurante es bonito, se siente hogareño, y por suerte, está vacío.

Dante me conduce a una de las últimas mesas de la parte izquierda, y saca una silla para que me siente frente a él. El gesto caballeroso no lo paso desapercibido.

Al instalarnos en la mesa, una señora de mediana edad nos trae la carta del menú, y después se aleja avisándonos que volverá en un minuto. Me dispongo a ver qué es lo que pediré, y me remuevo en la silla, incómoda. Estaba familiarizada a esto: salir con chicos a diferentes lugares, pero luego, simplemente la costumbre se alejó, y sólo me familiarice a salir con Alex a todas partes. Aunque Dante es una buena persona, y lo conozco desde hace tiempo..., se siente diferente, extraño... Porque a pesar de todo él no me conoce como lo hace Alex.

—¿Están listos para ordenar? — Pregunta la mesera, sacando una pequeña libreta del delantal rojo que rodea su regordeta cintura.

Dante levanta la vista para mirarme, y apoya los codos en la madera pulida de la mesa.

—¿Qué pedirás, Skylar?

Lamo mis labios, y pongo mi atención en la mesera que está lista para escribir lo que pediré para comer. —Quiero una hamburguesa con papas, y un refresco Coca-cola, por favor.

Dante ordena algo diferente a lo mío, y prosigue a recoger los menús y entregárselos a la mesera.

—Tomas mucha Coca-cola — Comenta, y me atrevo a mirarlo con un gesto escéptico —. ¿Sabías que beber Coca-cola en exceso, es malo?

Frunzo con ligereza el ceño, y lo miro desafiante.

Alex nunca se atrevió a decirme algo como eso. Él hasta me compraba Coca-colas.

Juego con el anillo que está en mi dedo índice, y la puerta del restaurante siendo abierta acapara mi atención. Levanto la vista y miro a un señor con el periódico en su mano adentrarse al lugar, y sentarse en una de las primeras mesas. Regreso mi atención hacia Dante —Sí, pero igual no es de mi interés.

Dante sonríe, y niega con la cabeza, haciendo que largos cabellos castaños le caigan por la frente en el movimiento.

—¿Por qué has estado tan distraída? — Cuestiona, cambiando de tema, mirando con detenimiento mi cara.

—Es que marearme y caerme de la nada no es muy común en mí — Miento, rascando mi sien.




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