Quiero amarte

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SKYLAR  BANNERMAN

Escucho los pasos en la planta baja de la casa y aprieto mis manos con ansiedad, miro hacia la ventana por donde Alex se ha saltado y me pongo de pie para saber si está bien, él me menea la mano en señal de adiós y me sonríe, murmurándome un «sí caí bien» entre labios. Suelto una risita y le mando un beso, mirando cómo se escapa de mi casa porque prácticamente lo he echado para que mi padre no lo interrogara.

Respiro hondo y vuelvo a sentarme en mi cama. Papá acaba de llegar del trabajo, sorprendentemente ha llegado más temprano de lo normal, y eso hace que mi temor se haga presente. ¿Sabrá ya lo del vídeo? ¿Lo ha visto y por esa razón llegó más temprano?
 

Con las puntas de mis dedos peino mi cabello y salgo de mi habitación con la poca seguridad que encuentro en mi interior. Camino a pasos lentos hacia la cocina y observo a mi padre servirse un vaso de agua, él está dándome la espalda y sabe que he entrado a la cocina aún sin voltearse a verme. Muerdo mi labio inferior con nerviosismo.

Mi papá no se ha girado a verme, no ha visto mi rostro.

—Skylar, ¿cómo te fue hoy en la prepa? —me limito a responder, y papá se voltea por fin, mira mi rostro con el ceño fruncido y evito la conexión de miradas. Ni siquiera puedo verlo a los ojos, la vergüenza por el vídeo puede más que yo —. ¿Qué te pasó en la cara?
 

—Me peleé.

—¿Te peleaste? —repite, dejando el vaso vacío sobre la mesa —. ¿Con quién? Y..., ¿por qué?

Rasco mi frente, y él se sienta en una silla, esperando impaciente mi respuesta. Repaso rápidamente en mi mente la mentirota que inventé junto a Alex y me preparo para decírsela. El darme cuenta que no sabe nada sobre el vídeo todavía me brinda más alivio y me siento más segura de mentirle.

—Con una compañera —me siento en la silla frente a él y juego con mis dedos —. Ella empezó, me empujó a propósito y me dijo muchas cosas ofensivas, no iba a dejar que me humillara de esa manera.
 

Bueno, no es una mentira del todo. Tiene cierta verdad.

Papá niega con la cabeza, en clara señal de desaprobación. —Sabes perfectamente bien que está mal estarse peleando —me regaña —. Tan mal está a que hagas y a qué te hagan.

—Pero ella empezó —repito, intentando justificarme.

—Aún así, Skylar, debiste haberla ignorado —asiento lentamente con la cabeza, no queriendo llevarle la contraria —¿Te pusieron reporte o suspensión?

—Me suspendieron —miento, mirándolo por fin a los ojos —. Por un día.

Exhala aire con fuerza, presionándose el tabique de la nariz. —¿En dónde está el papel donde dice que estás suspendida?

Trago duro.
«—Si te pide el reporte de suspensión solo dile que lo perdiste, y si te pregunta cómo, le dices que no te diste cuenta que no cerraste tu mochila bien y que se salió.»

Las palabras de Alex se repiten en mi mente.
—Lo perdí, no cerré bien mi mochila y cuando me di cuenta ya no lo traía.

—¿Se pelearon al entrar, Skylar?

—Sí.

—Mírate, mira cómo te dejo ese cachete, Skylar —me señala —. No me gusta que andes peleándote, no está correcto, eso es de gente corriente.
 

—Ah —resoplo—. Entonces... ¿si a ti un hombre te golpea de la nada no harás nada? ¿Lo ignoras y ya?

Papá tuerce la boca.—Esto no se trata de mí.

—Pero ponte en mi lugar. Me enojé y solo le devolví el golpe.

—Evítate problemas, ¿sí? No quiero seguir sabiendo que te sigues peleando, ¿estamos?

—Está bien —me pongo de pie, dando por terminada la conversación y queriendo irme a encerrar a mi habitación.
 

—Y Skylar...

Me detengo, cerrando con fuerza mis ojos.
—Mande.

—Vi a este muchacho... ¿cómo se llama? —se rasca la cabeza —. El muchacho que se junta mucho contigo y Daniel, el de los ojos azules...

Mierda.

—¿Alex?

—Sí.

Doble mierda.

—¿Qué tiene? —inquiero.

—Lo acabo de ver hace unos minutos caminando por la calle, ¿estaba contigo?

 

—No, no —niego.

 

Arquea las cejas. —¿Segura, Skylar Danielle Bannerman?

Inevitablemente, me sonrojo. —Ni siquiera lo he visto en todo el día, papá.

—¿Segura?

—Papá, solo es mi amigo.

—Así yo decía de tu mamá —murmura, resoplando y quitándose su reloj —. Y mira, ahora existes y tengo que regañarte por pelearte.

Una risita se me escapa y salgo de la cocina, dando por hecho que no sabe nada del vídeo.

Aún.

•       •        •

Termino de aplicarme pomada en mi rasguño y me coloco una capa de gasa de algodón sobre él, para cubrirlo y que cicatrice más rápido.

De reojo miro la pantalla de mi celular encenderse y alcanzo a ver la hora que es.

Es la 1:00 am, y los mensajes no han parado de hostigarme. Apagué el wifi para dejar de ver las cosas inofensivas que dicen de mí y aún así recibo textos normales.

Aunque ya es de madrugada y la casa esté llena de silencio no he podido dormir, mi cabeza no para de pensar y pensar. De torturase.

Vuelvo mi mirada al espejo frente a mí y observo mi aspecto. Mi cara se ve demacrada, hay un poco de rímel bajo mis ojos y eso hace parecer que estoy más ojerosa de lo normal. Tomo una toallita desmaquillante y con ella limpio mi piel.

Mi celular rompe el silencio en mi habitación y doy un respingo, conteniendo la respiración por un segundo, temiendo a que sea una llamada más para acosarme, sin embargo, no es así.

Es Alex.
 

Lleno de aire mis pulmones y meneo la cabeza, aceptando la llamada antes de que pueda colgar, con mi corazón golpeteando mis costillas llevo mi celular a mi oreja.

—¿Skylar? —escuchar su voz otra vez en el día me hace sentirme mejor. Su voz suena ronca y varonil, con esos tintes de misterio incluidos. Me quedo unos segundos en silencio sin responder y me relajo.




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