Quiero amarte

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SKYLAR  BANNERMAN

Dejo caer mi cabeza hacia atrás en cuanto siento sus fríos y mojados labios hacer contacto con la piel de mi cuello y cierro mis ojos, mi piel se pone de gallina y una sonrisa de satisfacción surca mi cara. Alex me arrincona contra la pared y deja un camino de besos mojados desde mi cuello hasta mi hombro, haciéndome estremecer bajo su cuerpo. Lo rodeo por el cuello para sostenerme y no caer, mis piernas tiemblan y empiezo a sentir la humedad entre ellas.
 

—Nunca pensé que me fueras a tener así —susurra, con la voz ronca por el deseo y bajando sus manos hacia mi culo para darle un agarrón.

Él deja un leve mordisco en mi cuello y suelto un bajito gemido, me abro involuntariamente más en la posición que estoy y siento su rodilla presionarse contra mi sexo, acción que rápidamente me causa una punzada de placer.

Aspiro aire por la boca para poder contestar.—¿Así cómo?
 

Alex saca su cabeza del hueco de mi cuello y hombro y se endereza, abro mis ojos para saber el porqué se ha detenido y me encuentro con los suyos: su pupila esta dilatada a más no poder y el azul característico e intenso parece tan oscuro por el deseo.

—A tu Merced —una sonrisita coqueta tira de mis labios y lo tomo de la nunca para besarlo.

Sus labios corresponden a mi beso hambriento de la misma manera, con pasión y profundidad, su lengua se une con la mía y me pierdo en un mar de pasiones. Acerco más la parte de mi vientre bajo a su anatomía, abro un poco más mis piernas y siento su erección encajar con mi sexo, lo siento duro contra mí.

Jamás me había sentido así en una fiesta, con tantas ganas de hacerlo sin importar el lugar. Alex es el segundo hombre con el que me he metido, pero hasta siento que ha sido el primero, y no me arrepiento, hacerlo con él se siente jodidamente bien que ha borrado otras huellas de otros besos o caricias de cualquier otro hombre antes de él.

No sé si sea a causa del alcohol o de mis ganas, pero estoy más atrevida que nunca. Bajo mi mano hacia su pantalón y muerdo mi labio inferior, armándome de valor y tocando su grande erección.

Está grande, y está muy dura cuando la aprieto con mi mano.

Alex suelta un siseo y lamo mis labios. Su pecho sube y baja con la respiración agitada, y su calor corporal que emana es caliente.

—Vamos a hacerlo aquí —propongo, dándole un apretón con mi mano a su miembro.

Veo su manzana de Adán moverse de arriba a abajo cuando traga saliva y paseo la punta de mi lengua por su mandíbula.

—¿Aquí? —repite, con la voz algo agitada.

Asiento con la cabeza, chupando su cuello. —Por favor.

Ante mi súplica sonríe con descaro y ya no menciona algo más, solo hace que enrolle mis dos piernas alrededor de su cintura y me eleva del piso con facilidad, me dejo guiar por él y me deja sentada sobre el lavabo del baño.

Con su mano derecha separa mis piernas y se mete entre ellas, logrando que deje a su vista mis muslos desnudos.

Alex me da un beso pequeño en la boca, pesca mi labio inferior y lo estira, mordiéndolo. Gimo sintiendo el suave dolor y lo suelta después de unos cortos segundos. Sus manos se anclan a mi cintura y se agacha, quedando a la altura de mis rodillas. Él deja un beso mojado por encima del inicio de mi rodilla y posiciono mis manos inquietas en su cabeza, siento sus besos dejar un camino húmedo por todos mis muslos y cierro mis ojos con fuerza, la sensación que me causan sus labios besando mis piernas me pone tensa y manda una corriente que se expande por todo mi sexo.
 

La punta de su lengua tibia dibuja algo sobre mi muslo y sus manos suben toda la falda de mi vestido hasta mi cintura, dejándome sentada con las piernas abiertas y mis bragas visibles.

Alex eleva un poco la cabeza y me observa desde su posición, ni siquiera me importa o me apena que pueda ver mi humedad traspasar las bragas, no cuando me mira con tanto deseo y tanta ansia.

Lo escucho soltar aire y me jala de las piernas, despegando mi espalda del espejo, sus manos vuelven a ahuecar mi culo y le da otro apretón.

Sus dedos estiran el elástico de mis bragas negras y las baja, dejándome expuesta. Las deja caer y saco una pierna fuera de ellas, siento que se quedan atoradas en la punta de mi tacón, sin embargo, las dejo ahí, para que no caigan.

Me observa abierta para él y de un momento a otro su boca me asalta, robándome un gemido.
 

Siento su boca hacerme maravillas.

Con la ayuda de sus dos dedos levanta mis labios vaginales y deja expuesto ese timbre lleno de nervios. Me contraigo bajo él cuando siento su lengua moverse de arriba hacia abajo, dejo reposar mi cabeza en el espejo detrás y cierro con fuerza mis ojos, nublada por el placer.

Dejo escapar gemidos sin poder retenerlos y meneo mi cadera para sentir más su toque, Alex mueve su lengua con rapidez y sin perder el ritmo, la mueve en círculos rápidos y luego lentos, haciéndome delirar.

Jalo su cabello y le pido más entre jadeos. Él separa su boca de mi sexo para mirarme, estoy demasiado concentrada en las sensaciones placenteras que recorren mi cuerpo. Con los dedos que levantaba mis labios toca nuevamente el punto de nervios que tengo y comienza a masajearlo con los mismos movimientos que su lengua hacía, arqueo mi espalda sintiendo temblores por todas partes y con mi abdomen contrayéndose.

Alex se detiene enderezándose y respiro hondo, abriendo mis ojos. Él me sonríe de lado, malicioso.

—¿Te gusta? —inquiere, paseando su dedo del medio por mi entrada y mojándome más.

Asiento. —Sí... mucho, no pares.

Su dedo se abre paso dentro de mi entrada hasta el fondo y jadeo, apretando sus hombros.

Comienza a moverlo dentro de mí y también muevo mi cadera en busca de más, mis ojos se ponen en blanco, extasiada con lo que me hace sentir.




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