C A P Í T U L O 4 2
SKYLAR BANNERMAN
La puerta de mi habitación es abierta sin un previo aviso y escucho tras de mí a mi padre adentrarse, echo un suspiro y dejo de golpetear la pluma contra mi cuaderno para mirarlo y prestarle atención.
—Hija, iré a comprar unas cosas para la cena —avisa desde la puerta y recargo mi espalda contra el respaldar de la silla en la que estoy sentada —. Pero Stacy no quiere ir, quiere quedarse aquí.
Cierro mis ojos por un segundo sin que me vea a la cara y logro asentir con la cabeza.
—¿Vendrá su madre temprano por ella? —cuestiono, girándome en la silla giratoria.
—Recuerda que es la tuya también —me regaña, con su cara llena de hostilidad.
—¿Vendrá o no?
—Sí, pero llegará hasta más noche —informa y chupo mi labio inferior —. Iré al mercado, cuida de tu hermana, por favor.
Mi papá sale de la habitación y deja la puerta entreabierta. Me giro sobre la silla una vez más y tomo mi celular para ver si ya tengo una razón de Alex, sin embargo, sigue sin responderme mensajes y llamadas.
Es miércoles, y no ha ido a la preparatoria, desde ayer en la noche me avisó que no asistiría y que por consiguiente no podría pasar por mí y llevarme, así que no tuve otro remedio más que pedirle a mi papá que me llevase. Le pregunté el porqué no iría, pero solo me evadió el tema, y en todo el transcurso del día no me contesta y tampoco se conecta, y ya son las seis de la tarde.
Desbloqueo mi celular y voy directo a la agenda, busco su contacto y le llamo, poniendo la llamada en altavoz. Espero al primer timbre, al segundo, al tercero y no responde.
Cuelgo la llamada con exasperación y le escribo un rápido mensaje.
«¿Estás bien?«
«¿Estás enojado conmigo?«
Espero pacientemente por una respuesta durante al menos cinco minutos, pero no llega. ¿Por qué está pasando de mí? ¿Por qué me está ignorando? Siempre recibo un mensaje de «Buenos días, preciosa» todas las mañanas, todas, y hoy no lo recibí. Y es que jamás había hecho algo como ignorarme, si no estamos juntos, constantemente ambos nos mantenemos en contacto por medio de mensajes o llamadas interminables. Hoy ha sido la excepción.
Antes de preocuparme por completo decido mandarle un mensaje a Daniel, son amigos, quizás con él si ha hablado.
«¿Has hablado con Alex?«
Por suerte él sí me responde rápidamente.
«No.«
Los ánimos se me apagan y entonces, la preocupación se abre paso en mí.
«¿No estás con él? Pensé que estaba en tu casa o algo:p«
No le contesto de vuelta, solo me levanto de la silla y voy a por los converse para ponérmelos con apresuro.
Me acomodo los cabellos que salen de mi rodete mal hecho y tomo mi celular.
Bajo los escalones de dos en dos sin ningún miedo de caerme y me conduzco hacia la sala, donde visualizo a mi padre frente a Stacy. Ella está muy entretenida haciendo su tarea en la mesa del centro de la sala.
—¿Segura que no quieres ir? —le pregunta.
—Prefiero quedarme con Sky —le responde ella y mi padre me clava la mirada en cuanto entro al salón.
—Está bien, no tardaré, ¿me encargan algo?
—¡Helado! —chilla con ilusión Stacy, y mi padre le asiente para luego mirarme a mí.
—Una Coca~cola —pido, balanceándome en mi lugar —. Siento la presión algo baja.
Él toma las llaves del auto y repite lo que le hemos pedido entre dientes para que no se le vaya a olvidar.
—Está bien, come algo dulce y a lo mejor te sientes mejor.
—Prefiero esperarme.
Mi padre acepta y sale de la casa, cerrando la puerta a su paso, dejándome junto a Stacy en la sala. Me acerco con pasos sigilosos a la ventana y corro la cortina un poco, esperando ver a mi padre subir al auto y que se marche.
—Skylar, ¿tú sabes si los tiburones tienen huesos? —me pregunta Stacy, a lo que le doy una mirada de reojo, sin perder de vista los movimientos de papá.
—Mmm... —cierro la cortina de golpe cuando mi padre enciende su auto y le da marcha para salir de la cuadra —. No, no tienen, es cartílago.
Stacy ladea su cabeza y se lleva una mano a la barbilla para pensar mi respuesta.
—Pero... ¿y su esquelet...?
—¿Quisieras ir a dar un paseo? —la interrumpo, mirándola para saber su respuesta. Ella se pone de pie y sus grandes ojos destellan emoción.
—¡Sí! —deja el crayón que sostenía y se coloca sus tenis con luces parpadeantes —. Pero, ¿no tenemos que esperar a papá?
Le sonrío, poniendo mis manos en jarras. —No, vámonos tú y yo solas.
—¿Y si se entera?
Llevo mi dedo índice hacia mi boca, en una seña de silencio. —No se va a enterar, a menos que le digas que cuando fue al mercado nosotras nos escapamos a caminar, y nos va a regañar, así que tienes que ser mi cómplice, Stacy.
Ella sonríe, y parece dudarlo un poco, sin embargo se arma de valor para aceptar. Cojo las llaves del perchero de la pared y abro la puerta para salir de casa, Stacy me sigue y le extiendo mi mano para que la tome y no se me vaya a perder.
Luego de asegurarme de cerrar la puerta con llave comenzamos a caminar por la acera de la calle. En el cielo ya no hay ningún rastro del sol, está teñido de colores naranjas y la luz de las farolas parpadean porque ya es su momento de alumbrar.
—¿Y adónde vamos, Sky? —inquiere con curiosidad Stacy.
No me agrada mucho la idea de traerla conmigo, pero era mi única opción porque no podía dejarla sola en casa. Ella mira con interés las plantas de las casas que pasamos y también los carros que navegan por la calle. Aunque no me molesta del todo su compañía, solo que aún no estoy acostumbrada a ella.
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Editado: 29.05.2023