Quiero amarte

I 43 I Con ojos de amor

C A P Í T U L O 4 3
«Con ojos de amor»
 

SKYLAR  BANNERMAN
 

Corro escaleras arriba cuando escucho que papá acaba de llegar, y antes de meterme en el baño de mi habitación alcanzo a escuchar que Alex y él se saludan como normalmente suelen hacerlo, como si minutos atrás no acabara de dejarme.

 

Cierro de un portazo la puerta del baño y pego mi espalda a la madera, llevando una de mis manos hacia mi boca para amortiguar mis sollozos.
 

No puede ser cierto. No puede.

Doy una grande bocanada, entreabriendo mis labios para que todo el aire suficiente pueda entrar y trago el nudo en mi garganta. ¿Cómo pasó todo tan rápido? ¿Por qué me dejó? ¿Por qué?
 

Abro el grifo del lavabo para que se escuche el  agua correr, y después me dejo caer sobre el piso para tratar de procesarlo todo, con mis ojos inundados de lágrimas, el puto dolor en mi pecho y con miles de preguntas formulándose en mi cabeza.

Con mi mano temblorosa busco mi celular y al encontrarlo busco rápidamente su contacto. Le escribo con la vista borrosa y con dificultad al respirar, esperando que pueda regresar para hablar y no dejar las cosas así.

«Por favor, no dejes las cosas así«

«¿Por qué me tienes que dejar cuando sabes que te necesito?«

Los mensajes no me los contesta, ya son más de diez los que le he enviado en todo el día, y en ninguno se ha tomado el tiempo de leer o responderme. Ahora menos me responderá.
 

Un malestar se instala en la boca de mi estómago y lo contraigo, reprimiendo mis ganas de vomitar.

Llamo a su celular, esperando que quizás si me responda la llamada y lo podamos hablar, pero no lo hace.

Sollozo y niego con mi cabeza, llamándolo otra vez, sin perder la esperanza, sin embargo, esta vez me manda directo al buzón, señal de que lo ha apagado.

Buzón de voz, la llamada se cobrará al terminar los tonos siguientes: Pib, pib, pib. Deje su mensaje:

—Vuelve, por favor, vuelve conmigo —suplico, arrastrándome, con la voz aguda por el nudo que atraviesa en mi garganta—. No tienes que quererme mucho, solo regresa conmigo, y-y yo me esforzaré por los dos... —cierro con fuerza mis ojos, temblando —. Pero vuelve a mí, Alex, p-por favor...
 

Cuelgo la llamada y suelto el celular de nuevo en el piso. ¿Y si todo lo que me dijo su mamá fue cierto? ¿Y si realmente si fue a buscar a Carrie?

Jalo el cuello de mi blusa con brusquedad, intentando de que el aire entre a mis pulmones y miro hacia el techo, buscando un porqué a su decisión.
 

¿Qué tiene Carrie que no tenga yo? ¿Qué? ¿Qué hace ella que no pueda hacer yo?

Tanteo con mis manos otra vez mi celular para preguntárselo, pero dejo la mano a medio camino. No. No lo haré. No le hablaré más. No le mandaré más mensajes, no le llamaré.
 

Si él quiso dejarme, él tendrá que buscarme. No yo.

Y me buscará. Si es temporal, me buscará. Y espero que no sea muy tarde cuando se arrepienta y lo haga, pero..., ¿a quién quiero engañar? Si vuelve regresaré con él, porque lo amo.

 

Abrazo mis piernas y en una de mis rodillas apoyo mi mandíbula, regularizando mi respiración y parando de llorar, aspirando aire, y limpiándome  la cara.
 

No sé cuánto tiempo duro sentada en el piso, pero sé que ya va más de media hora, porque al estirar mis piernas siento dolor por estar tanto tiempo en la misma posición.

Me acerco al lavabo y me mojo las manos, me inclino al grifo y me lavo la cara, tallándomela. Por fin lo cierro y con la toalla me seco la humedad.

Recojo mi celular, y veo la pantalla. No tengo ningún mensaje, ninguna llamada.

Salgo del baño y me acuesto sobre la cama. Me pongo los audífonos y no sé por qué, pero empiezo a reproducir música triste, para estar más triste.

Me hago ovillo sobre la cama y me cubro con la cobija hasta la cabeza.

Lo tenía todo y la mayor parte de ti...

Llévame de vuelta a la noche en que nos conocimos...

Me encojo más en la cama y muerdo mi labio inferior, tratando de acallar mis quejidos. El dolor en mi corazón es inexplicable, me falta el aire, se me comprime el pecho, como si mi corazón se encogiera, haciéndose cada vez más chiquito.
 

Presiono mi rostro sobre mi almohada húmeda y llevo una mano a mi pecho, tratando de sobar y aligerar el dolor, pero no puedo, el dolor está por dentro. Por muy dentro de mí.

¿Por qué Alex no me puede amar como yo lo amo? Lo amo más que a todo y más que a nadie en este mundo, lo amo con mi alma..., y aún así me dejó.  ¿Es tan difícil amarme?

En tan solo unos cuántos segundos, Alex se llevó mis ilusiones y mis ganas, y pareciera que hasta se llevó parte de mi corazón.

Presiono las puntas de mis dedos sobre mis párpados cerrados y mojados y sorbo por la nariz.

Cierro los ojos, deseando parar de llorar, y en mi mente pasa toda una vida junto a Alex, una vida que si no vuelve, no podrá hacerse realidad.
 

• • •
 

—Sky...

Me remuevo en la cama, acostándome en una nueva posición, e ignorando a quién sea que me quiera despertar.

—Skylar...

Me remueven con brusquedad y abro de golpe mis ojos, asustada. Unos ojos me miran fijamente en la oscuridad.
 

Me echo hacia atrás, aún somnolienta y Stacy se sobresalta por mi repentino movimiento.

—Me asustaste —le acuso, tallándome los ojos, sintiendo dolor de cabeza.
 

—Perdón... dice mami que si bajas a cenar algo —murmura. No sé cuánto me dormí, pero ella trae la misma ropa, así que solo debieron ser horas.

Me cubro más con la cobija. Siento mis ojos hinchados, y lo que menos deseo es que puedan ver que lloré.
—Dile que no tengo hambre.




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