No es agradable para mí preguntas sobre el éxito que he logrado obtener con mi empresa, vida personal y hasta aquellas tan banales por saber que desayuno cada mañana cuando muchas veces ni siquiera lo hago pero no es algo que todos necesiten saber, es absurdo pero al ser una figura pública debo afrontarlo con la mayor madurez posible; y no es cuestión de no querer compartir lo que sé solo que me aburre escuchar esas preguntas una y otra vez, aparte de tener una agenda bastante apretada últimamente. He aceptado que hoy me realicen una nueva entrevista para uno de los tantos periódicos locales de la ciudad de Nueva York, sigo sin entender por qué pero lo he hecho, de nuevo.
Estoy en mi oficina revisando los planos de mi siguiente proyecto aún no confirmado pero lo será, mientras espero pacientemente la llegada de la persona que me atacará a preguntas, así lo veo como un ataque con tal de obtener información beneficiosa. Me gustaría que por lo menos está vez llegue una persona más coherente, organizada y concreta, mi fortuna no ha sido tan buena por lo general los periodistas que envían suelen perderse dentro de sus propias preguntas y se vuelve algo tedioso para mí. Tocan la puerta y seguidamente la abren tras mi afirmación.
—Señor Daniels ha llegado la señorita Julieth Morris en representación de Hola Nueva York para su entrevista —dice mi secretaria.
Levanto la mirada y hago una señal con mi mano para que entre.
Veo entrar a una mujer que realmente no me esperaba, con un largo cabello negro, ojos verdosos muy expresivos y grandes, con una piel notablemente tersa a primera impresión, su figura no me desagrada en lo absoluto, no está para nada mal y mis ojos bailan descontrolados, aunque hago mi mayor esfuerzo por controlarlo, debo decir, claro dentro de mi mente no soy capaz de pronunciarlo en voz alta que ese vestido rojo que lleva le sienta muy bien y sus piernas se ven hermosas. La observo sin ningún tipo de disimulo de arriba abajo tomándome mi tiempo de observarla y me levanto; he intentado cambiar ese aspecto de mí pero no lo he logrado por lo visto.
—Buenos días, señor Daniels —saluda cordialmente.
—Buenos días señorita Morris, por favor tome asiento. —Señalo el sofá al fondo de mi oficina.
Doy la vuelta, me alejo de mi escritorio y me acomodo frente a ella en el otro sofá, me es un poco difícil alejar mi mirada de sus piernas; no quiero parecer un pervertido ni nada por el estilo, solo que cuando hay bellezas como ella cerca no puedo evitar observar con insistencia y he llegado a pensar que las piernas son mi debilidad, tal vez podría ser mi fetiche, no estoy seguro pero no estaría mal.
—No le quitaré mucho tiempo, entiendo que debe estar ocupado solo serán algunas preguntas. Antes de iniciar, ¿desea saber algo respecto al periódico?
—No tengo ninguna pregunta, conozco el trabajo que realizan pero gracias por permitirme preguntar en dado caso, ¿desea beber algo?
—No gracias, así estoy bien —dice con una voz algo ruda—. Señor Daniels empezaré la entrevista.
Al decir aquello hace que deje de observar sus bellas piernas y me disponga a verla directamente a los ojos.
—Claro comencemos —digo cortésmente.
Acomodo mi traje mientras ella saca una grabadora, la enciende y la pone sobre la mesa de cristal que se encuentra en medio de nosotros tan concentrada que es como si yo ni siquiera tuviera la necesidad de estar allí en ese preciso instante; voltea a verme y comienza a hablar.
—En está mañana nos encontramos con el conocido Christofer André Daniels Hathaway, arquitecto con énfasis empresarial y planificación urbana. Catalogado como uno de los CEOS más importantes y jóvenes en la actualidad, ocupando el puesto número 7 en las revistas locales e internacionales de negocios, con ingresos considerables que oscilan por los cien mil millones de dólares anuales aproximadamente. ¿Qué lo llevo a crear esta empresa?
—Gracias por esa gran presentación —digo algo asombrado—, en realidad esta empresa ya existía era más pequeña, familiar y local; lo que yo hice fue ayudar sacándola a flote con mis conocimientos adquiridos tanto de mis estudios como de viajes y personas con más experiencia que yo, lo que ayudó a que fuese conocida. Mi padre fue quien la inició tiempo atrás, además al ser arquitecto era el lugar perfecto para trabajar, familiar y de mi ramo de conocimiento.
—¿Cómo logró hacerla crecer tanto y en tan poco tiempo?
—Fue difícil al principio no lo niego, pero la clave está en hacer contacto con las personas adecuadas. No diré que fue en par patadas, fueron casi ocho años para lograr llegar hasta donde nos encontramos ahora.
—¿Cuáles han sido los proyectos más representativos de la empresa?
—Bueno hemos tenido proyectos diversos como rascacielos en el centro de la ciudad que han sido exitosos tanto por su diseño, tecnología y a la vez sustentabilidad, pero sin duda alguna el más relevante es y será siempre este edificio en el que estamos —digo sonriente y orgulloso.
—¿Qué lo hace tan especial? —pregunta curiosa.
—Este edificio tiene 40 años en pie —me observa con sorpresa—, mi abuelo tuvo una pequeña fábrica de cemento que con el tiempo se vio opacada por las grandes cementeras, así que cuando murió, mi padre tomó las riendas de la empresa en quiebra.